miércoles, 9 de noviembre de 2016

NA MÍO


No tengo na mío, lo sé.
Hoy he recuperado estos zapatos, estaban en Málaga. Me encantan, son calentitos y muy cómodos. Suenan mucho y me ponen el culo respingón. Pero como siempre, se los llevaron un año de mi alcance.
No me encorajo, pienso, simplemente que me los dejé en Málaga sin querer. Es que, mis cosas son mías solo hasta que mis hijos las necesitan, seguramente en este caso para una actuación, un concierto, se fueron y han vuelto un año después.
Mis zapatos fosforitos, ¡Me encantan!
Ocurre que mis hijos son como una extensión de mí, soy un pulpo, de muchos tentáculos, pidiendo, comiendo, gastando...
No sé decirles que no a nada, sería un diálogo interior absurdo. No puedo tener las cosas más básicas. No tengo tiempo para buscarlas por este infierno de casa, con sus cuatrocientos metros y sus veintiuna ventanas.
A veces me da coraje, pero la mayoría paso, a veces estallo en cólera y grito y se me ponen los ojos vueltos, y escupo palabrotas… otras veces, robo como ellos hacen, escondo y rebusco.
Sé que solo cuando me mude a vivir debajo de un puente, podré tener mis cosas a buen recaudo en mi carro robado del Pryca.
-          ¡Todo es mío! - siempre les digo - ¡todo es mío!
Se ríen.
¿De quién es la tierra?
De quien la trabaja, pues igual pasa con las cosas. Tú puedes comprar una casa, que si está llena de gente viviendo que no puedes mandar al carajo, la casa no es suya, igual que los cascos que no encuentro, que son de tres euros, pero que seguramente ahora serán de otro de mis hijos, hasta que se los cargue. No me molesto ni en buscarlos. Ya aparecerán otros.
No aparecían estos zapatos, ya heredé muchas otras cosas, que no compro ropa ni atada, que me gusta que me la pasen mis hijas y mis amigas. Me encanta como viste la gente que me rodea.
Solo mis peos son míos, me los como solica bajo mi nórdico. Si, no digas que asco, que a ti también te gusta, o es que me vas a negar que no los hueles desde pequeño bajo las mantas. Es verdad, todo el mundo ha olido sus pedos y todo el mundo se ha comido sus mocos, pero ¡qué te enseñen uno de otro pegado en un dedo, verás que asco!
Que tonterías digo a estas horas de la noche, pero es que estoy muy contenta, con todo absolutamente, y muy cansada, con tanto trabajo, que hasta para mí es mucho.
No digo nada más que chominás, no pasa nada, ya no me lee nadie, menos a estas horas.

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