Y por fin llega la calma. Después de varios años de lucha
por mi libertad, ha llegado el día en que no me importa lo que piense los seres vivos del mundo de una servidora.
Al principio me afectaba hasta lo que pudiera decir mi
exmarido, ¡qué barbaridad! Después fui descartando amigos y enemigos,
familiares de sangre o de los otros, compañeros de trabajo, vecinos, amantes y novios…
al final, llega el momento envidiado, posiblemente, por medio mundo:
El de la libertad real.
¿De qué te sirve ser libre en papeles, intentando
ser perfecta para todos los públicos?
Solo unos pocos pueden entenderme, son esos a los que no les
importa que les inviten a los cumpleaños, que les da igual comer solos en
Navidad, ellos, que se entienden mejor con animales y plantas, que ya escudriñaron hace tiempo entre sus
amistades a los amigos, a los que van para viejos y solo les importa la salud,
el dinero y el amor, a los que no tienen que comer con sus suegras todos los
domingos, a todos y todas, ¡enhorabuena! ¡Sois Libres!
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