domingo, 10 de junio de 2012

COSAS DESGRACIOSAS

No es una cosa graciosa, no es una desgracia es una ¡COSA DESGRACIOSA!

Todas las desgracias me hacen mucha gracia, así afronto yo los problemas de la vida,  por eso si me río de una de tus desgracias, no me lo tengas en cuenta que es sin querer, lo hago con las mías también.

Si estoy con mi amiga la Fea, ya ni te cuento. Tú te consuelas contándonos una, y nosotras no podemos ni mirarnos porque nos da la risa, somos iguales en eso. Si nos reímos no es de ti, ni contigo, solo del acontecimiento desgracioso que nos cuentas.

Me pongo nerviosa y me río a pesar de que la situación requiera seriedad, eso me trae generalmente problemas. Y es que, cosas desgraciosas hay miles de millones en la vida, si las miran los ojos correctos. 

¿TE HAS MUERTO? no. Pues entonces ríete nene, que tiene solución y con la risa es más llevadero.

Hay personas que llorarían, con las cosas que a mi me producen risa.

Como aquella vez que mi mayor se chocó contra un árbol en la guardería de los peques llevando el carrito de sus hermanos a toda velocidad hacia el aparcamiento de carritos. 

Llegábamos tarde y corría con su bólido. Yo le recriminaba camino de su cole que llorara cuando solo se había hecho un pequeño rasguño en el cuello. El lloraba a boca cerrada, haciendo gestos y aspavientos. Pero como llegábamos tarde, como cada mañana corríamos y corríamos. 

Al llegar al cole, pega un tirón de mi brazo, se acerca a un árbol, escupe en la tierra y llora mirándome señalando su boca ensangrentada. 

Se había partido una paleta con la barra del coche, eso sería gracioso pero como era la definitiva fue una cosa totalmente DESGRACIOSA.

La paleta de leche también la perdió de una forma accidental. 

Estaba en el coche llorando con la boca ensangrentada y la paleta en la mano, manchando toda la tapicería, y le pregunto ¿Cómo ha sido?

En el coche, todo era blandito, ¿cómo podía haberse partido una paleta? 

Entre sollozos y golpes de cabeza me señala a la causa de su accidente. Una niña, con una sonrisa de oreja a oreja y un cabezón de rizos que también daba mucha risa. 

Es que a ella le pasa lo mismo, las desgracias le dan mucha risa. Eso también le ha traído muchos problemas en la vida. Todas las mujeres que viven en esta casa mía, son así de molestas, incluso un poco odiosas diría yo.

Una vez huyendo de su hermano, cerró la puerta y le partió un dedo. Encima no la cerró de golpe, tuvo que apretar hasta que consiguió que el pestillo hiciera ¡clic!

Y es que algo se lo impedía, era el dedo de su hermano. Cuando se dio cuenta de la desgracia, la nena, ¿qué hacía? reírse. 

Lo peor de todo, es que a mí los saltitos que daba mi nene, me hacían mucha gracia también, pero yo me contenía la risa mientras la regañaba a ella también por reírse. 

Yo no sabía que el dedo estaba roto, si no, lloro, porque para mí el dolor de mis hijos, es mi dolor. 

¡DI SIS MAI DAÑO!

MANCHAR LA TAPICERÍA, una desgracia según quién la mire. Con dos parejas de mellizos, más los amiguitos que transportas, manchar la tapicería del coche es una de las cosas más desgraciosas que existen. 

Sobre todo cuando vomita el primero, antes de que puedas echarle mano al segundo le dan ganas lo hace también. ¡Hala ya para qué!

Encima ves al conductor haciendo miles de gestos y emitiendo sonidos que supongo serían palabras pero que ahora mismo no recuerdo o quizás ni escuchaba en ese momento. 
¿No digas que no da risa?

Se te afloja el cuerpo y no puedes sujetar bolsas para contener la desgracia. 

Una vez un amiguito de mis niños, Pablo, el de Pablo y Carlos, mellizo también, viajaba en la silla del centro, y sin avisar, disparó con tanta fuerza que llegó al parabrisas delantero, pasando por su puesto por guantera, palanca de marchas, monedero. 

Que estés mirando al frente tranquilamente y te aticen por detrás y sin avisar, es muy, muy desgracioso. 

Y la cara que se le queda al chiquillo, no te digo na. Más cuando ve que encima me río en lugar de regañar que es a lo que está acostumbrado. Supongo que pensará, a esta mamá le gusta, ¿sigo?

Otra cosa desgraciosa que me ocurrió una vez que camina de espaldas mi hijo pequeño y le veo solo una oreja, ¡peazo de oreja!

Yo pensé:  

- Hay que ver mi niño, encima de bizco orejón. 

Y al girar la cabeza, aparece para mi tranquilidad una oreja normal. 

Le había picado algo y la tenía a doble tamaño que la original y no exagero. Roja como el culo de un mandril. Aquella imagen era tan desgraciosa, que no podía dejar de reír. 

Mi gitano me decía: ¿qué pasa? Mamá ¿que pasa? 

Me acompañaba en la risa, pero desconcertado y a la vez desconfiado, como es natural conociéndome como me conoce desde hace ya nueve años.

Y aquella vez que te clavaste una de mis agujas de croché en el culo, siento mucho que me diera tanta risa pero es que era DESGRACIOSO ver como intentabas quitártela sin que se te escapara el punto.

Como aquella vez que me dijeron por segunda vez, TIENES DOS, superdesgracioso fue. La primera lloraba, pero la segunda me reía porque pensaba que era una broma.

Y aquella vez que ... 


NOTA: este texto lo voy continuarlo cada día que me acuerde o me ocurra una cosa desgraciosa.  

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