sábado, 26 de enero de 2013

FRUTOS SECOS Y AGUA: CUARTO LENGÜETAZO VIVO



Le ayudó a salir del agua y lo arropó con su albornoz. Tenía frío, malestar. Lo acompaño a la cama, le subió los pies sobre el colchón y lo cubrió con una manta. Acercó el calefactor de aire para que entrara en calor. Con la manta hasta la cabeza,  escondidos como niños en una cabaña, se besaban sin lengua. Mimos infantiles mezclados con frío, que poco a poco desaparecía gracias al calor de la estufa.

La crema de noche estaba sobre la mesilla, como siempre. Antes de dormir cebaba su piel, la alimentaba. Esta noche la compartirían.

Aún daba los últimos escalofríos cuando ella comenzó a ponerle crema en la cara. Él cerraba los ojos y se dejaba cuidar.

En los ojos, en la frente, en las mejillas, el cuello. Acompañada la crema de muchos besos. Abrazados jugueteaban y se tocaban lento. Se miraban y sonreían, se decían tonterías que les provocaban muchas risas. Risas, risas, risas, nada mejor.

Le pidió que se tumbara sobre la cama, cerca del calentito. La crema estaba fría, pero no sus manos. Ella era así, la que manejaba, la que disfrutaba al volante. Que más quisiera haber sido más pequeña, sensible y frágil. Pero no, era grande, fuerte y un poquito macarra.

Apretaba con fuerza, sus manos eran grandes, más incluso de lo normal para su estatura. No paraba de hablar como siempre, rápido y de muchas cosas. Saltaba de un tema a otro desorientando al receptor. Poco a poco, a pesar de las diferencias de acentos, se entendían. Cada vez más.

Deshacía uno a uno los nudos de su espalda, apretaba y difuminaba sus músculos. Era todo fibra. Su cintura era tan pequeña que ella podía casi abarcarla con sus manos. Su culo, redondo y bien formado. Sentada sobre él, hacía su trabajo en la espalda. Desde la cintura hasta los hombros.

El frío de su culo contrastaba con el calor de su coño.

Nadie le apetecía tanto como él. Tenerlo en sus manos era su objetivo. Saborearlo.

Poco a poco se fue relajando. Ella le hablaba, despacio esperando que se durmiera como un gatillo chico. No hay compromiso de nada, no hay nada previsto, no hay prisa allí.

Acurrucada a su lado, pasaron las horas, acariciando su cara, arropándolo, oliendo su pelo, besuqueándolo, mirando bajo las mantas, sonriéndole, escuchándolo respirar, recreándose observando como dormía, simplemente.

Era feliz viviendo historias que solo en sueños podía imaginar.

2 comentarios:

  1. Que bonito, yo quiero así... Que me voy a la cama solita, a estas horas...

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  2. Yo prefiero acostarme solita muchas noches y tener una de estas de vez en cuando, antes de acostarme acompañada y que te echen el culo todas las noches. Nena, tú también que lo se yo. Te quiero.

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