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Serás mío sin prisas - le dijo aquella noche - Voy a escribirlo para que se haga realidad
como se hizo nuestro primer momento. No se el lugar ni el tiempo que pasará
hasta conseguirte, pero lo haré. Vibrarán nuestros cuerpos cuando nos reunamos
de nuevo. Se hará realidad todo lo que está escrito. Nada ni nadie podrá frenar
algo, tan especial.
Mis deseos se centran en ti, quiero devorar tu alma. Quiero
dejar una huella que nadie pueda borrar como la que tú me has dejado pedazo
cabrón. Nadie podrá competir con algo tan profundo, nadie podrá bucear en tus
tripas como yo, nadie te provoca una erección solo con palabras.
No puedo evitarlo, cada día me digo: déjalo que vuele libre,
que haga y deshaga su vida hasta que llegue el momento de estar preparado para vivir
de nuevo. ¡Déjalo nena!
No puedo, tengo miedo.
Arráncalo de mis pensamientos si puedes. Sácame de su cama
esta noche, aún estoy allí. Ocupa mi lugar, pero seré yo la que esté cada día
allí, a su lado. Yo la que lo ame en silencio mientras miro.
No se puede fingir el ansia. No se pueden comer los cuerpos sin
ganas. Yo se que te mastico con fuerza, con mi brutalidad.
Caminaba por el acerado buscando el nombre de la calle.
Quedaron en verse directamente en aquel lugar. Ambos habían recorrido un largo
viaje. Al acercarse pensaban como podía ser que ocurriera todo tal y
como imaginaron.
Se vieron de lejos, apenas si se reconocieron, había pasado
mucho tiempo. A pesar de que cada día se hablaban, su reencuentro se remontaba
a muchos meses atrás. ¡Cuanto tiempo sin verse realmente! ¡cuantos días
ocurriendo cosas en ambas vidas!
Sin prisas, se acercaron para poder identificarse. Al
hacerlo les cambió el gesto y aceleraron el paso. sobraban chaquetas, maletas y
bolsas con regalos. Todo el lastre fue al suelo cuando llegó su tan esperado
abrazo. Largo y lento.
Separáronse un poco sus cuellos para unir miradas. Los besos
en la boca se mezclaban con soplidos y suspiros. Algunos de queja por el tiempo
transcurrido. Sonrisas y apretones de cara.
Tan increíble como cierta esta historia, se cumplía paso
a paso.
Allí estaban, nerviosos, buscando las llaves de casa para
descansar y comer algo Si, frutos secos y agua. La dieta perfecta para
no pensar en nada. Solo en ellos y en todo el timpo que tenían por delante esos días.
precioso texto
ResponderEliminarGracias, espero seguir pegando Lengüetazos Vivos mucho tiempo.
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