martes, 15 de diciembre de 2020

LA INVASIÓN DE LOS ULTRACUERPOS

La Invasión de los Ultracuerpos, una película  1978, versión original de 1945 La Invasión de los Ladrones de cuerpos,  cada día es menos ficción. Si no la recuerdas o no habías ni nacido, búscala porque es maravillosa y el guionista un visionario. Una invasión alienígena llegaba a la tierra través de la atmósfera con una especie de organismos con forma de gota de agua que al caer reproduce  pequeños organismos vegetales que uniendo sus raíces al cuerpo humano que querían reproducir, tomaban la forma del humano y este se desinflaba, literalmente, no es que sean muy buenos los efectos especiales de la película.   

Este nuevo ser era exactamente igual al anterior por su aspecto exterior, pero no gozaba de sentimientos. Sus familiares y amigos pronto empezaban a sospechar que le pasaba algo, pero poco a poco, estos iban siendo reproducidos de manera que nadie quedaba que pudiera identificar la diferencia. 

Estos nuevos seres sin pensamiento propio actuaban de manera organizada y disciplinada. Esta nueva sociedad que nació en la película es la que estamos creando poco a poco actualmente.

Ahora no sé porque resuena en mi cabeza el Muro de Pink Floyd, supongo que porque todavía no soy una planta, puedo sentir.   

Esto nos está pasando, poco a poco nos está devorando el grupo, uno a uno. Los que nos resistimos somos los raros. 

 Yo seré la misma de siempre, ya llevo el cartel de loca desde niña, estoy acostumbrada.

 Ellos, los nuevos seres de la nueva normalidad, la nueva España, siguen aquí pero no son los que eran. Sonríen y hablan con amabilidad, pero son feos. Dan  miedo,  su mirada está vacía y en ocasiones olvidan fingir ser persona.

Tened cuidado, resistid no habléis con ellos, solo conversaciones de ascensor  para que no sospechen. No son de fiar, no merecen la pena, ya son plantas.

Con el paso del tiempo, la incomunicación y la falta de socialización, nos está convirtiendo en lo más parecido a una planta. Con la excusa del gran virus, ya no tenemos que ir ni a entierros ni nacimientos, ni bodas ni ningún acto social, qué será de la gente-planta cuando tenga que trabajar, hablar con otras personas. Se lo vamos a notar, como nos sigue el rollo, porque si algo tenemos los que todavía estamos humanizados es intuición.

Poco a poco se irá perdiendo el saludar, el escuchar y será una molestia que te hablen en persona. Se comentará en la familia el hecho de que un desconocido ha preguntado la hora.  La gente estará más cómoda como planta, porque como humano hay que preocuparse por los que están peor.

No, no, ¿hospitales? Ya no, ¡qué bien! Ya no hay que ir no a cumplir, porque a las plantas esto no les gusta compartir malos momentos. Una inversión de tiempo inútil, sin producir ningún beneficio personal, solo hay que plantearlo al grupo de plantas y todos verán como correcto lo de no ir al hospital. 

Después de esto habrá gente que cómoda con su nueva condición de planta, que no necesite sentir, ni dolor ni alegría, ni muchos menos penas compartidas que no son suyas.  Ahora bien, a esa persona vegetal le diré, que como buena planta, que ni siente ni padece, no espere de los demás ni agua.

martes, 8 de diciembre de 2020

YO ME CASO

 Es bien sencillo, quiero una relación animal en todos los sentidos.

Observa como es tu animal de compañía y busca a alguien que quiera eso contigo. Mi gato Blum es casi humano, pone su cabeza en la almohada y te pide que lo tapes. Moriarti es muy pesado, todo el tiempo quiere estar literalmente encima y si no lo consigue por completo, alarga los brazos y te abarca todas las tetitas, ideal si fuera un humano. Te mulle a barriga, te pega cabezazos en la cara, se coloca encima de to tu cuerpo y te mira a los ojos, así hasta que la muerte nos separe.

Es lo que quiero pero en humano. Mi gato se pierde, no está cuando le da la gana y hace su vida pero todos los días tengo su presencia física que me recuerda que me adora, que agradece que lo acompañe en esta vida que estará conmigo en la salud y en la enfermedad, para lo bueno y para lo malo, hasta que la muerte nos separe.

Yo siempre lo he dicho abiertamente, me gusta el matrimonio. No está bien visto decirlo, lo sé, pero siempre lo dije sin querer, así es mi lengua, más viva que nunca. 

Estar, cuidarse, aburrirse, ayudarse, tocarse el pelito, darse masajitos, follarse mutuamente, cocinarse o comerse crudo, eso es el matrimonio, lo que pasa es que la gente se odia y sigue casado y eso es lo que da mala fama. No cumplen sus votos, sobre todo en eso de prometo serte fiel, pero siguen ahí casados, dale que te pego con el odio, sin hacer nada de lo que prometieron en el altar.

Un matrimonio verdadero es lo que yo siempre he querido. Me hubiera quedado con el que tenía si no hubiera sido por los cuernazos y por la sarta de mentiras que había, pero fueron veintitrés años que acreditan cuales eran mis intenciones.

Yo busco marido, lo siento por los que no se quieran casar conmigo, ellos se lo pierden, pero nunca me escondí:

 -          Si no es contigo me casaré con otro - dijo aquella mujer.

El compromiso de amistad es uno, el que tienes con tus hijos otro, el que tienes con tus animales de por vida, porque ellos nunca te van a fallar, el que tienes con un amante está claro y el que tienes con un amor grande y verdadero ha de ser de por vida y para lo bueno, lo malo y hasta que la muerte nos separe.

Porque cuidar de un amor es cansado pero si es amor lo cuidarás con total devoción. Yo me lo paso bien en serio, cuando hay que cuidar se cuida y es lo que hay que hacer y debes sacar el máximo beneficio de esa experiencia. Tengo muy buenos recuerdos de momentos difíciles en hospitales. Para mí es parte de la vida.

También he acompañado en la muerte a mi padre y lo pasamos bien, él lo sabe. Cuando uno se va a morir te dejan hacer de todo, al menos los Barrancos así lo hicimos. El tenía una novia, heredera de su imperio, pero a la hora de la verdad se rajó, sencillamente porque no era su amor, no era su marido, era sencillamente el que le ayudaba a pasar el tiempo.

Y si nadie se quiere casar conmigo, juro que me caso con Dios. Las monjas de Santa Clara son la mar de divertidas, no digo na y lo digo to.

ECHA CUENTAS

 

Si todo es cuestión de echar cuentas tu  misma. Haz una T y pones arriba ¿soy buena o mala ? 

En un lado haz una lista de la gente que te ayudó en un momento de tu vida, a los que le debías algo y piensa si se lo devolviste o simplemente traicionaste.

Piensa, cuantas personas están en el debe de tu lista, no creas que es bueno tener a pocas, porque es señal de que no tuviste ayuda en los momentos que lo necesitaste.

Tengo un millón de personas a las que les debo mucho, desde mi madre a la que le debo la vida hasta mis hijos e hijos de hijos y cashijos a los que hoy en día les debo mi alegría y mi razón de vivir. 

Amigas y amigos de verdad, amantes agradecidos y un montón de simplemente conocidos. 

Amistades para  fotos en las redes sociales tenemos todos, pero amigos de los que te visitan en el hospital con un bocadillo, cerveza y plátano, menos. De los que te preguntan de verdad porque le interesa tu padecer y tus logros, de las que temes una llamada porque tienes horas y horas de cosas que contar… haz una lista, venga.

 ¿De esas cuantas tienes tú? 

Que no estén en nómina claro, esas no cuentan.

 En este momento me viene a la cabeza una persona, que fue buena conmigo en su día y eso no se puede cambiar. Una persona buena lo es y punto, otra cosa es que se rodee de malos que la hagan alejarse de todos y de todo. Fui a su boda,  a pesar de que los que conocían la situación no se lo explicaban, pero hasta el final no dejé que nadie dudara de mi devolución. Posteriormente, como suelo hacer cuando la deuda está saldada y la persona no me interesa, la maté. Yo simplemente devolví. Pero no todo el mundo estaba allí.

Una persona agradable como tú, no es buena, solo lo aparenta

Para ser buena hay que echar cuentas

Lo siguiente hacer la lista del haber, esas personas a las que ayudaste aunque actualmente no estén en tu vida, aunque no te hablen, aunque te den por muerta.

Esta es la lista verdaderamente difícil. Muchas de nosotras, las personas que acumulamos por vicio, nos sentimos en ocasiones como gilipollas y con razón. Yo no, he evolucionado o envejecido, soy consciente de que no lo hago por ellas, me reporta placer personal.  

-  ¡LO GOZO! - como dicen los Dixi King.

 Me siento muy orgullosa de tener una larga lista de asociaciones sobre todo de jóvenes en las que he participado haciendo cosas concretas y tangibles. Lamento los proyectos que dejé a medias y los que dejaré, porque sigo en la búsqueda de un nuevo lío que me haga feliz.

¿Y tú? ¿Desde cuando tu lucha por los demás? ¿Estabas ya en nómina?

Desde aquí mi pequeño consejo a los luchadores de retrataura, a los que salen guapos en todos los periódicos, los que se venden bien:

Echa cuentas y luego hablamos.

domingo, 6 de diciembre de 2020

TIEMPO MUERTO

 Mira, te voy a explicar como va la vida, por si no lo sabías o si no te has enterado todavía por tu mala cabeza o tu juventud. Esto es exactamente lo que estudiabas en naturales o cono, según edad: naces, creces, te reproduces o no y mueres.

Nada o casi nada de lo que te ocurre en la vida es responsabilidad tuya, seguro se le podría echar la culpa a alguien, pero si como lo asumas.

Mi nacimiento está marcado por la familia que me tocó y el lugar. Es bastante difícil que alguien que parte de cero se haga rico, más aún si es honrado y nace en un país pobre como el nuestro. Asume tu condición y busca la mejor vida que puedas tener tú y los tuyos.

Es complicado que naciendo princesa sientas la libertad, en tu mano está dejar todo eso cambiar de identidad y salir de esa vida, si no lo haces es porque no quieres, ahora bien, naciendo en un barrio obrero es imposible hacerte princesa.

Una vez conoces el abanico de posibilidades que te ofrece la vida, intenta jugar bien tus cartas y sé realista. No juegues a lotería, nunca te tocará. No intentes imitar a los que han triunfado, ellos no se lo esperaban cuando lo hicieron. No te frustres, vive.

Tumba cada día como si fuera el último, disfruta de cada minuto, ya sea comiendo pipas en el brasero o con una caña y una amiga. Piensa que todos esos momentos son los que te llevas.

¿Sabes eso que hacen los entrenadores en los partidos que ponen las manos en señal de T para parar el tiempo y hablar con los jugadores? eso es fundamental en la vida diaria.

Párate y piensa lo feliz  que eres con ese tiempo muerto, sé consciente de que puedes tenerlo y cuando no puedas no añores, recuerda y desea que vengan muchos tiempos muertos. Disfruta de los tiempos muertos como si no te fuera la vida en ello y no estés pensando en lo que tienes que hacer después.

Un tiempo muerto es para pensar y actuar.

Vivimos de una manera que al final, esperando este tiempo muerto te mueres, así es la vida. No piensas en lo que tienes que pensar, solo actúas según la vida te obligue y a máxima velocidad.

No por correr más llegarás más lejos. Si eres capaz de tomar minitiempos muertos a la velocidad de pensamiento, ya será la hostia.

Puede parecer que improviso en mi vida y que tengo buena suerte, pero no es verdad, no doy puntá sin hilo.

Un tiempo muerto si no haces nada después es un tiempo muerto y enterrado, pero si germina una acción contundente, más aún si es al día siguiente, bienvenido sea.

 Me encantan los tiempos muertos de horas y horas dedicados al sexo. O los tiempos muertos de tocar el pelito, o los de hablar de problemas y soluciones, o los tiempos muertos de caminar.

jueves, 26 de noviembre de 2020

SIGUE RASCANDO

Que no se puede.

Cuanto la vida se empeña en enviar penurias a una persona con espíritu ganador, no se puede.

Eres una niña a la que sacaron de un entorno con trabajo, juguetes y vida estable en una casa digna, y te llevan a una vaquería sin luz y ni agua, sin inodoro “OBVIAMENTE” (coletilla de los jóvenes de hoy en día, atrás queda el “EN VERDAD”), y te llevaron a un lugar donde antes vivían animales.

Otra quizás lloraría, yo,  la princesa de un cuento.

Mi entorno cargado de garrapatas y yo solo veía el montón de pienso que me permitía saltar desde lo alto de un lugar muy peligroso sin romperme un hueso.

Otra echaría de menos el inodoro, yo solo veía la suerte de bañarme en un barreño frente a la chimenea.

De  verdad que no veo el día que pueda ofrecer a mi nieta las experiencia vividas en mi infancia, todas de penurias, de frio... mi madre rompía los cuadros de aquellos de pelo que teníamos en Barcelona, porque no tenía mantas. Me encantaban aquellas mantas de princesa.  

Si después te crías en un barrio obrero, si además te empeñas en seguir viviendo en las zonas de la ciudad donde la experiencia de otros te hace ser cada día más dichosa.

¿Cómo vas a conseguir hoy en día que yo no sea feliz?

Si continuas relatando la larga lista de penurias que ha de pasar una madre trabajadora a jornada partida y con cuatro hijos todos amororsisismos y unos indios indómitos que solo hacen lo que yo les he dicho que hagan para ser felices, todo lo que se puedan llevar a la tumba, sin que los lleve a la tumba.

Además deberás añadir que por gusto también he tenido todo tipo de animales en mi vida, llito el pollito, llina la gallina, Berta la liebre, Vacarisa la cerda... y así hasta el día de ayer que me eché otra carga de la que arrepentirme el resto de mis días.

Porque pagamos toda la vida las cosas que hacen nuestros hijos, las que hacen nuestros amores y nuestros animales. Y pagamos con dinero, con disgustos y con tiempo.

 Pero, que sería de mi si no fuera tan feliz, tumbando así los días que me queden.

¡ Qué pena la que crea que puede conmigo, ni después de muerta!

viernes, 6 de noviembre de 2020

CITO, MI PECITO

 Y al final llega el final. Si alguien esperaba más de mí, lo siento. 

No cumplir las expectativas de alguien que te imagina es fácil. 

Esta frase puede ser difícil de entender a la primera, y podrías sugerir que la construya al revés, pero no es lo mismo decir que cumplir las expectativas es difícil, que decir que no cumplir las expectativas es difícil, y al contrario. No sé si e explico. 

Lo importante es cumplirlas para la gente que te toca, textual. La gente que está a tu lado en el sofá, los que te abrazan. 

¿De que sirve ser maravillosa, genial y una gran artista, si solo recibes palmas?

A mí que me aprieten los nudos de la espalda, que duele que te meas, pero al soltar te corres de gusto.

Para mi los besos y los abrazos, los cariños verdaderos y el toqueteo. Me encanta tocar, más si es invierno y tienes un pijama de coralina. Me gusta tocarme hasta a mí misma, aunque me desarma si me tocan el pelito los demás. 

Se que todo esto a ti no te interesa, estás leyendo y punto, no puedes sino imaginar, pero yo te lo cuento para que estés al tanto. Me gusta acicalar como los monos a todo el que tengo cerca, ya sea novio, hijo, gatito o pez. 

Me han traído un huérfano de la pecera de mi hija. Dice que no se muere ni a tiros, y yo le doy cariño. Vale, está muy mojado, pero a mi me gusta tocarlo. Me decían que estaba chalada intentando amaestrar a una tortuga americana, que son muy agresivas, pues no conocieron a la mía. Al final, increíble el resultado. 

Todo el mundo piensa que los cerdos son sucios y las tortugas americanas agresivas, pero yo decidí conocer a la mía. Me hacia ojitos y me pedía caricias. Yo, la liaba en una toalla y la ponía en mi regazo durante horas hasta que sacaba la cabeza para intentar huir, al final, conseguí que fuera cariñosa.

Pues mi pez, igual, y así todo bicho viviente. Yo sé que Pecito tiene miedo ahora, es normal, me está conociendo, a todo el mundo le pasa. Ya verás dentro de unas semanas, si no se ha muerto, como me quiere.

Esto lo escribo a modo de advertencia, para que no queden dudas de mi personalidad pegajosa, que luego no digan que no lo avisé.

Hay personas que se soportan toda la vida, solo tienen que echarse el culo en la cama y dar dos besos de "mejilla al aire" a la llegada y a la salida de casa. Eso, conmigo es imposible. Si no quieres sentirte atrapado como mi Guita, la tortuguita, pues mejor no te acerques. 

Yo siempre pensaré que te gustan mis caricias y mis besos con mocos, y por eso te dejo que me toques el culito para ver lo suaves que están mis mallas deportivas nuevas que me he comprado.  

Si al final de tu vida esperabas lo que todos tienen, pues no, te ha tocado lo que te ha tocado. 

miércoles, 4 de noviembre de 2020

ANDE YO CALIENTE...

 

-          Ja, ja, ja, ja…

-          Je, je, je, je…

-          Ji, ji, ji, ji …

Con la o.

-          Jo, jo, jo, jo…

-          Ju, ju, ju, ju…

Ahora yo:

-          Ha, he, hi, ho, hu.

¡En andaluz!

-          Ha, ah, ja, ja – risa verdadera.

martes, 3 de noviembre de 2020

¡QUÉ SE MUERAN LOS FEOS!

Me enamora la ternura, la bondad y por supuesto la diferencia. 

El niño que en el patio del colegio está en el rincón solo, fantaseando y buscando hormiguitas para ayudarles con las miguitas de pan, ese, cuando se hace adulto, desarrolla un poder seductor irresistible que detecta a niñas como yo, fuertes y poderosas, caballonas y bastas, que se derriten con un puchero, solo con intuir un poco de dolor ajeno o un gesto de la cara, los ojos o las cejas, la frente e incluso la boca, que indica que debajo hay un alma maravillosa.

He conocido a uno de esos, dice ¿no? para afirmar, y siempre esconde su sonrisa intentando inmovilizar los pómulos para que yo no me ponga muy creidilla. Tonterías, pero seguro que bien estudiadas por la madre naturaleza para cumplir sus objetivos.

Me da coraje no ser como otras personas que visualizo en el mundo, que saben lo que les conviene y pujan por eso sin dejar que nada ni nadie las desvíe de sus objetivos. Me iría mejor en la vida, cierto, pero no sería yo. De hecho, creo que no me gustaría ser una de ellas.

Mis recuerdos de la infancia son muy parecidos a los de la actualidad que vivo, distintos personajes pero igual argumento. Me sale la violencia cuando veo de lejos abusar, cuando está cerca el abuso, no me doy cuenta, es como una garrapata en mi oreja. Rasco, lo intento, pero no me duele igual.

Ahora bien, si veo como a una niña le bajan los pantalones del chandal en el patio, no sé ni como, lo siguiente que recuerdo es tener debajo de mis rodillas la cara de la que lo hizo, no sin antes ayudar a María del Mar a subirse los pantalones. Recuerdo incluso que eran naranjas claritos con tela de aquella de toalla y una gomita muy débil en la cintura. Aquella niña larguirucha, rubia con el pelo muy lacio, con la nariz puntiaguda no le hacía daño a una mosca, pero mis amigas, las que a mí siempre me guardaban el aire, con ella eran muy crueles. Siempre que yo no estuviera cerca, claro. 

Me da lo mismo lo que pienses de mí, supongo que depende de tu poder de observación. Si, soy violenta, y me mira la gente a mí, por violenta. La loca, el demonio de Tasmania, sin comprender que ellos no tienen el botón de cámara lenta que yo aprieto de vez en cuando.

“Dicen que voy deprisa, que risa, eso es porque no escuchan mi pensamiento” - fragmento de una poesía que escribí un día de estos.

Y reviso la jugada con mi dedo inquisidor, y abro la boca y los agujeros de la nariz, aprieto la mandíbula y de pronto, aparece la otra, corriendo a cámara lenta con sus zapatones de charol del cuarenta o los tacones flamencos de hoy en día que rompen las baldosas que saltan por los pasillos con mi poder mental el peso de mis intenciones, cargarme a todo el que se menee.  Y salto sin mirar, ni como ni porqué, sin medir consecuencias, confiando tan solo en el todopoderoso que siempre me protege, a mí me ayudan vivos y muertos. 

El mundo en general solo ve el final, su nervio óptico no actúa hasta que su tímpano envía mensajes de alerta a su celebro. No tienen ni pause, ni reven, mucho menos el botón de cámara lenta. Solo reciben la imagen de la María Zapatones pegando gritos y con esos pelos, que como siempre, no se ha peinado esta mañana tampoco.

¡Bah! Ya a estas alturas de la película no me paro en explicaciones, el que quiera saber que se meta en Google.

Que se mueran los feos, que los perrillos de chiquitillos todos son bonicos, que la humanidad renazca y que no quedemos ni un adulto en el mundo. 

Ya, dirás, ¡qué bruta! No tengo culpa de que no tengas los botones que yo tengo para ver lo que yo veo. 

domingo, 25 de octubre de 2020

RECORTES NO

He conocido a una persona que dice que me quiere, que dice que soy un encanto, que lo pongo a mil… y yo no hago nada más que ser yo. Le cuento muchas cosas mías malas, le canto desde el principio para espantarlo pronto y no perder tiempo ni sentimientos.

Consigo todo lo contrario.

Su valoración es distinta y no lo entiendo.

Es más pesado que mi gato Moriarti que ya es decir, ya está aquí otra vez, ni me puedo sentar para escribir sin que me clave sus uñitas despacito mirándome a los ojos.

Él también es sorprendente, aunque no lo sabe, se oculta porque es más inteligente que yo.

Me habla de muchas cosas y no repite. Tiene mejor memoria que yo y muchas cosas que contar. Me gusta escucharle y me sorprende porque lleva mucho tiempo hablando y tengo la sensación de que solo he descubierto el azúcar de la magdalena.

No me provoca poesías a los tres días porque simplemente estoy en modo ahorro energía, esperando que llegue el momento en que empiece a recortarme las puntas, a limar mis asperezas, a tender los trapos al sol, a mostrarme mis partes feas para que aprenda y mejore.

Esperando estoy a que meta la pata para desaparecer, pero no hay manera. Me dice: piénsatelo. Y pienso, y espero, y esperando comienzo de nuevo a descubrir.

Releo la larga lista de cosas malas que van a pasar, deduzco por premisas de otras experiencias que después viene lo siguiente, pero siempre me sorprende. 

No, viene otra cosa que no es igual a la anterior y ni mucho menos lo que se esperaba. Todo esto me hace seguir investigando, gracias a la curiosidad que tengo por la humanidad en general y a mi exceso de tiempo libre.

Si, ahora trabajo poco dentro y fuera de la casa, me queda un poquito de obra, pero poca cosa. No escribo, no salgo por el asunto del virus, no voy a mi campo, no estoy acostumbrada a tanto pensar.

En el último tercio estoy, con la sensación de que este no tendrá nada que ver con los anteriores. Solo espero que me acompañe la salud o venga por mí la muerte, pero me huelo que voy a divertirme lo que me queda de vida.

No me quiero ni acordar de las personas que no son conscientes de que la vida se acaba desde el momento que empieza. Estas que están frustradas por asuntos de un día, cuando la vida es de muchos días juntos. Personas que valoran su felicidad con cosas materiales, con triunfos o fracasos en el exterior de su cuerpo, cuando lo verdaderamente importante ocurre en tu interior, cuando creces tú, no tu patrimonio.

A mi me gusta crecer pero no limar, no recortar, no pulir. Si algo no me gusta, lo guardo en mi interior y lo recubro con otra costra de cosas nuevas, pero me duele perder nada de mi persona, porque al final, es lo único que me puedo llevar a la tumba.

Si hay que sanear se sanea, lo sé. A veces es mejor una retirada a tiempo, pero soy de esas personas a la que no le importan los cepazos, los morados y los daños, me gusta dar un triple salto mortal para cruzar por el paso de peatones. 

Cada señal en mi cuerpo es un recuerdo de un intento más por cambiar mi interior. Me gusta eso: cambiar, crecer, aprender... pero no recortar que duele, ni las puntas.

sábado, 24 de octubre de 2020

PERDEDORES

Los que llevamos toda la vida perdiendo, no sabemos la suerte que tenemos. Perdemos al marido, perdemos muchas amistades indeseables, perdemos el poder adquisitivo y por supuesto la virginidad.

Perdemos tantas veces que nos encanta la vida que llevamos, porque solo nos queda lo que nunca se puede perder.

No se puede perder a uno mismo, y eso es un problema si no te gustas, es difícil perderte de vista.

Sabes que nadie te busca, que nadie comparte, que no te quieren y que a tus amistades solo las encuentras en los bares o ni eso. No sabes porque siendo tan maravilloso el resto te rechaza.

¡Coño, porque somos todos unos los perdedores!

Llegas a tu casa limpia y decorada, con todo lo que se puede adquirir con un buen sueldo y te paras a pensar y no sabes por qué pero te falta algo. Nadie te escribe, nadie te dice te quiero, nadie te echa de menos. Nadie te invita a su casa. No va nadie a la tuya.

Entonces ves a una perdedora nata, que canta como loca en el trabajo, que se alegra cada vez que le cuentan una conquista amorosa y se entristece sin tener porqué, aunque no sea suya la pérdida.

Te preguntas porqué es tan feliz a pesar de los pesares, porqué siendo tan caballona atrae de esa manera a los hombres, porqué siendo tan bruta, cantando tan malamente y siendo como es una gran perdedora, tiene siempre un montón de gente a su lado.

Te responderé querida, porque miro atrás y me gusto, miro hacia adelante y les gusto, las perdedoras con eso tenemos bastante. 

Siempre jugamos a ganar, porque algo tenemos que conseguir. Compramos a diario, productos frescos y a buen precio, no nos comemos las latas caducadas, solo los yogures.

Cuidamos lo que tenemos, porque si no lo hemos perdido es por algo.

Pena me dan los que llegan a viejos sin perder nada, teniéndolo todo, con una vida perfecta. 

Son los que nunca han estado malos, no han faltado jamás a su trabajo, normal, no tienen nada más que eso. Aparentemente su vida es perfecta, que otra cosa les puede quedar por hacer sino aparentar.

Tienen maridos maravillosos con los que se llevan muy bien y follan a diario, un trabajo donde se les valora como ganadores o ganadoras, sus amistades son “celebritis”, los perdedores no los soportamos.

No saben lo que es compartir una pena con otro, una enfermedad o un fin de mes apretado.

Que suerte tienen de tenerse a ellos, siempre que no se miren mucho.

Nadie les cuenta nada, porque sabemos que están bien. Tan bien están que no queremos que se enteren de nuestras pérdidas, nos da vergüenza.

Los perdedores nos juntamos con otros perdedores que a nuestras barbacoas traen productos frescos también, para echar a la lumbre, pacharán de Rute, patatas al oli oli y experimentos de cocina hechos con sobras.

Yo, perdedora soy, esperando estoy que pase lo del virus porque solo quiero que la ola que surja de la última chimeneíta de mi casa, me conduzca vencida hasta la siguiente.



martes, 20 de octubre de 2020

MERCENARIOS

Hoy he tenido pesadillas muy lúcidas, las recuerdo bien. En el mundo existen muchas clases de personas, respetables todas, pero debemos temer solo a las que no tienen nada que perder. 

Siempre he dicho eso de,  no tengo nada que perder, pero es mentira cochina. Tengo tantas cosas que me arrancaría el alma perder que cuando se refieren un simple empleo, dinero, objetos materiales… me da risa nerviosa. ¡And ya!

Un buen mercenario o mercenaria, no tiene amigos del alma, solo de copas, no tiene hijos ni nietos y si los tiene están lejos, no tiene amantes, solo follamigos, no tiene ratos agradables si no tiene dinero. Solo el dinero puede darle un poco de felicidad. 

Esos por dinero dañan, no tienen otra cosa. 

¿Van a intentar hacer amigos? 

Que va, no pueden, y los que tienen son de pago. 

Cuando les quitas su razón de vivir, el dinero, no tienen nada más que perder. Tampoco tienen nada ni nadie en quien apoyarse, pobrecitos. Solo se apoyan entre ellos, siempre y cuando no peligre su presa, son lobos. 

Me considero muy in: inoxidable, incorruptible, inolvidable, incombustible… pero sobre todo soy invencible.

El miércoles me dijo una amiga del alma:

-          Mañana nos va a pasar algo bueno.

Al día siguiente pasó una cosa muy mala según su valoración que para mí va a ser y será buenísima. Nos trae por la calle de la amargura, tenemos pesadillas, nos pincha el cora y hasta el apetito sexual se nos ha quitado. No, no, no, eso nunca, a mí no, a mí no, a mí no. Miento.

Esa cosa mala, solo mala, no muy, muy, muy mala, como pudiera ser enfermedad mortal o casi, nos ha hecho hablar más que nunca y nos ha unido a otras personas que también eran ignoradas hasta el momento.

Yo le digo chocha, que me dejes, cántame una de los Bee Gees. Y ella, con la voz de su experiencia, me dice de todo.

A mi me encanta, porque me hace casito, lo que me preocupa enormemente, es cuando no habla. Cuando no habla, algo pasa.

Así que fíjate, esa cosa mala, mala, mala, o medio mala, yo con mi barita mágica la hice buena, o por lo menos la neutralicé.

Cuando pienso el montón de cosas que la gente valora como malas que para mí han sido maravillosas: mi divorcio, mis momentos de locura transitoria, mis noches sin dormir escribiendo, mis viajes improvisados, mis amistades especiales… tantas cosas que los razonables, los aburridos de la vida pensarían que son malas y que para mí han sido maravillosas, y que hoy, como todos los días de mi vida, me despierto recordando con una sonrisa.

Tengo la casa patas arriba, para coser un tatami con piezas recicladas de una tapicería que me guardé de otra cosa, obra, obra y más obra. Para empezar, tendría que pintar la puerta, fregar las escaleras, limpiar polvo y coser. Lavadoras, fregotear los sofás de abajo, poner fundas, hacer un estofado…

¿Pero sabéis lo que voy a hacer hoy? Disfrutar de la vida.

Apreciar que mi hijo con casi dieciocho, todavía se mete conmigo en la cama, culito con culito:

-           ¡Ay mami! ¡Cuándo voy a tener novia otra vez!

Que mi gatito no me deja en paz, escribo con su cabeza apoyada en mi brazo, que mis niñas son maravillosas, que vuelvo a estar enamorada,  que tengo amigos y amigas de verdad, unos vivos y otros muertos, pero todos me ayudan a convertir cualquier cosa mala en menos mala. Porque, aunque te pase una cosa regulera, si no tienes cobijo, si no te aman, si no te abrazan, la cosa se convierte en mala malísima. 

Cuando uno es un mercenario o mercenaria, se mueren tus familiares directos con el paso de los años y solo te queda lo que se paga con dinero. Alguien habrá que se deje querer, que se deje invitar, que se deje mantener. Solos en la vida totalmente nunca están, porque si les queda dinero, alguien habrá que tenga necesidad.