miércoles, 10 de octubre de 2012

COMPRO, COMPRO

Hay personas que comen sin tener hambre, beben sin tener sed y compran sin tener dinero.

El impulso de comprar cosas de manera continua, habitualmente inservibles e incluso repetidas, o de distintos colores, simplemente porque está “a buen precio”, es para algunas personas un constante en su vida. Cosas que no utilizará nunca o que quizás ni desembale o si lo hace será para utilizarlo un día. 

Nada que se haga con moderación es malo. Hablar no es malo, si paras. Escuchar tampoco, si no lo haces todo el tiempo. Comprar se puede si no lo haces a diario y de forma continua.

Hay compradores compulsivos de distintas clases sociales y por eso no son menos dañinos para la economía familiar. Está el comprador con pasta, que hace uso de su tarjeta a gran escala y el pequeño comprador que lo hace en el chino, en la tienda de la esquina, en Internet y encima lo peor de todo es que justifica su compra diciendo:

¡Ni que me hubiera gastado millones! Si no los tiene, no puede.

El sentimiento de culpa, le lleva a ocultar la compra e incluso a intentar venderla y recuperar el dinero. Piensa que pasado el tiempo alcanzará más valor, por lo que la pérdida de poder adquisitivo como consecuencia de ese consumo, se entiende como una inversión, un ahorro para el futuro.

Lleva a las economías familiares a la ruina, porque además es una adicción consentida, camuflada entre las actuaciones cotidianas de la vida. Uno no puede decir, acabo de comprar una raya de coca, que estaba a mitad de precio. Pero si se dice de una camisa, un pantalón, unas botas, un reloj, …

El problema es cuando el dinero no llega y se comienzan a establecer prioridades. El monstruo que lleva dentro le obligará a comprar y si hay que pedir dinero se pide. No es prioritario un gasto básico en la familia, pero si una ganga que esperaba en una esquina.

Comienzan los engaños, los supuestos regalos, las supuestas oportunidades que no se pueden dejar pasar, hasta que la insistencia lleva al agotamiento de los familiares que permiten, lo imperdonable.

El endeudamiento familiar es tan grande, que antes de terminar de cobrar, ya está la familia a final de mes, una vez que pasan la letra del coche, los electrodomésticos, las vacaciones, la Comunión del niño…

Pero además de esto, el monstruo sigue dentro del comprador y si le queda algo de dinero, aunque sean pequeños utensilios inservibles, seguirá comprando mientras no sea consciente de su problema.
Lejos de parecer caprichoso, es una enfermedad mental que viene motivada por frustraciones y otros problemas psicológicos que buscan salida y se proyectan a través del consumo y de la adquisición de cosas nuevas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario