¿Qué pasa cuando bailo flamenco sin talento? Que tropiezo y
me caigo, pero soy feliz.
¿Qué ocurre cuando me monto en un coche verde fosforito? Que
soy feliz igualmente.
Es mi primer coche. Los otros cinco solo los pagué y me
llevaron, pero no eran míos.
Voy a hacerle a mi coche un volante de croché naranja fosforito
para que no desentone, y una funda para su palanca de cambios, de igual color.
Ya le hablo. Hacemos rutas imaginarias sin salir de la
cochera. Me gusta mirar por su luna delantera, saludar desde allí a los
viandantes, pegar mi nariz a su volante.
Me mira, me entiende, me sonríe y me pide que lo monte.
¡Nena, pon tu coño
moreno con canas sobre mí, que te llevo!
Para mi que a pesar de sus colores, es un chico, noto su
virilidad. Mi moto es una nena.
Supongo que no le sentará muy bien que lo vista de chica,
que le ponga atrapa sueños de Chone y fundas de croché, pero seguro que me
perdonará todo cuando lo trate con cariño, como a todo lo que me rodea.
Mi casa, mi barco, mi moto… todos tienen vida. No valen
nada, nunca los vendería, a pesar de que lo diga a diario. Igual que digo a
diario que voy a ahorcar a esta puñetera perra que se mea en la casa. Pero
luego, cuando me mira escondida detrás del sofá, saca los ojillos y esconde la
nariz, solo puedo quitarle las lagañas y hacerle unas cuantas putaditas para
por lo menos, quedarme a gusto.
Hay una planta en mi casa que se me resiste, se revela a su
modo. Me rompió el ordenador la primera noche que la ocupé después de mi huída.
Anoche noté que comenzaba a aceptarme. Ya encuentro bragas en sus cajones. En
el fondo piensa que no tiene la culpa de que la odie, que merece un trato igual
al resto de la casa.
Nena, perdóname que ya estoy contigo, ya te cuido. Arreglaré
tu persiana, decoraré tus paredes, me verás bailar en tus espacios y fumar en
tus balcones. Viviremos juntas de nuevo hasta el día en que seas mía. Ese día,
cuando el banco se retire, te dejaré para siempre. Serán mis hijos los que te
mimen.
¡Ah! Una cosa, mi casa, es una chica. Somos mayoría de
chicas en casa, perra incluida. Mi terraza es una chica y abajo la chimenea,
chica también.
Pasó mucho tiempo sintiéndose fea, como yo. Cargada de
viejos utensilios que la hacían entristecer. Ahora comienza a volver a la vida,
de una forma increíblemente extraordinaria. Encima con su chico dentro, aunque
sea verde fosforito.
¡NENA, QUIÉN TE HA VISTO Y QUIÉN TE VE!
¿Eh? ¿Qué es eso? Sobrevuela mi casa una nave de goma
espuma, no se si querrá bombardearnos o viene en son de paz. ¿Será chico o
chica? Y por la cuesta sube caminando un teatro callejero. ¡Ah! Noooo, tuyo,
tuyo, tuyo y tú lo guardas, que a mi seguro que me habla.
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