Yo separo la basura desde hace más de dieciséis años. En mi
ciudad no existía la recogida selectiva de basura, pero un proyecto iniciado
por los vecinos de mi barrio, el Polígono del Valle, donde crecí y me
reproduje, nos enseñó a separar la basura.
Fue un gran timo. Al terminar el proyecto y terminar el
dinero, ¿ quée pasó?
Nada, todo el mundo a mezclar de nuevo. Todos, menos yo. Me
declaré insumisa. La infraestructura de contenedores continuaba en el barrio y
a pesar de que el mensaje de “YA NO HAY QUE SEPAR” corrió como la pólvora por
el barrio, yo decidí que no, que seguiría haciéndolo.
Seguí tirando mi basura en los tres adecuados a pesar de que
muchos de mis vecinos me avisaban de que ya no tenía porqué hacerlo, que la
mezclaban de nuevo en los camiones, como siempre.
Al llegar a mi barrio nuevo, la basura orgánica la cogen de
la puerta de casa, muy cómodo, pero yo sigo bajando dos calles a tirar el
reciclado.
En mi barrio viejo no hay lugar para contendores, según
dicen. Cierto es que las ventanas bajas no permiten un contenedor estándar,
pero soluciones hay muchas, oídos sordos, también.
En fin, que sigo reciclando desde el año noventa y seis, que
nacieron mis hijos, es lo que hay, yo sigo cumpliendo con mi parte.
Se que hay una leyenda urbana, de que se mezclan las basuras
en los vertederos, común a todos los municipios de nuestra geografía.
Se que puede parecer frívolo hablar de reciclaje en estos
días, se que me tacharán de gilipollas directamente, pero yo, soy así, peor que
un mulico branco tengo la cabecica.
Solo me gustaría enviar un mensaje a los que no lo hacen, si
tú no cumples tu parte ¿cómo puedes pedir que los políticos lo hagan? ¿No es la
pescailla que se muerde la cola?
No queda ni rastro de DON RECICLÓN, pero yo sigo honrando su
memoria, que en paz descanse.
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