Ya no hay gol que la frene, no hay partido importante, solo
el suyo. Resopla y muestra su disconformidad mientras se recuesta sobre el
sofá.
Ella gusanea sonriente, se salió con la suya como siempre,
se estira sobre su cuerpo, incordiando su descanso y su interés por
aquel partido.
-
¿Si?
-
No – responde él.
-
Si – ordena sin argumentos.
Cierra la puerta y comienza a desnudarse provocando su
erección. Va a ponerse el pijama sin más. Es un gesto cotidiano, no es para
tanto.
-
¿Qué te ha pasado? – le dice mientras inspecciona su
pantalón – no es para ponerse así, ¿no has visto nunca a una mujer
poniéndose el pijama?
Al fondo retransmiten su partido, su atención se debate
entre ambas, ella y su televisor. Un momento de peligro en la defensa, es fuera
de juego. No, no lo es, ¿si?
Mientras tanto ella planta su culo delante. Está sobre la
mesa, cara y rodillas apoyadas en su madera.
Quedan pocos minutos para que finalice y su equipo
pierde.
Ella sonríe burlona, le encanta provocarle enfados para
probarlo. No hay como amenazar con el castigo, o pedirle amablemente a esta
mujer que no haga algo, para incitarla a hacerlo.
-
Como pierdan te castigo – le dice él.
-
¿Cómo? No puedes, no te resistirás.
-
Te gusta enfadarme ¿eh?
-
Si, ¿Cuántos llevo? Dijiste que a la de tres, te
largabas.
Más de tres seguro llevaba, pero no quería reconocerlo, no
tenía palabra, aguantaría más de muchos enfados por ella. Pero al menos, tan
fácil se lo puso, que se llevó un palmetazo en el culo. Fuerte, de coraje,
hasta daño se hizo en la mano.
Sin comentarios, de psiquiatra de la seguridad social
ResponderEliminarnene, habrá más gente que lo necesite en el mundo, anda ves y se lo dices. Vive y deja vivir.
ResponderEliminarGraciasss