No me van bien las cosas en el trabajo, como a todos, y tengo
que admitir que cuando llamaste, tenía la energía vital bajo mínimos y que al
colgar el teléfono, sacaba pecho y músculos.
Gracias a ti, por tu culpa.
Tú, me empujaste a hacer un trabajo, cuando todos
desconfiaban y me animaban a no hacerlo. Tú compartiste conmigo la energía
cuando terminé de parirlo aquel fin de semana en Valencia. Y ahora tú, me
obligas a terminar.
Sabes, tengo la sensación de que haremos muchas cosas juntos.
Échame una mano primo, que tengo el ánimo muy bajo para terminar el puñetero cuento, además necesito un buen actor que me haga los diálogos, están
sin grabar aún.
La pelota está en mi tejado, los chicos de Esser Estudi me
esperan, a ver si sacas tiempo para escuchar mi cuento y a ayudarme a ponerlo
bonito. Con sus tiempos, sus espacios, su música, sus jadeos, sus orgasmos, sus
gritos de pavor y muerte, … en fin, todo lo que debe tener un cuento.
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