No sirve de nada estar enamorada. Tú no llegas a un restaurante
y cuando vas a pagar le dices al dueño: “es que estoy enamorada…” y te
contesta: “Mujer, haberlo dicho antes, aquí las enamoradas no pagan”.
Hace que dejes de ser lógica y razonable. No es práctico, ciega. Llevas los ojos
cerrados pintados con dos corazoncitos rojos todo el tiempo. Aún teniendo la
suerte de enamorarte de la persona perfecta, siempre falla algo y haces la
vista gorda. Justificas lo injustificable. Si no te llama es porque le habrá
pasado algo, si no te corresponde es porque no te conoce lo suficiente, pero lo
hará.
Te pierdes un montón de principios maravillosos y te centras
en amar, solo.
Solo tienes ganas de besar, follar, comer, dormir, abrazar y reír,
veinticuatro horas al día todos los días de tu vida. El resto de actividades
que para ti antes eran importantes, las sigues haciendo pero intranquila,
porque podrías estar amando un poco más.
No puedes repetir tu chiste favorito, como en las primeras
citas. Eso es muy grave para los que tenemos memoria limitada. En las primeras
citas no tienes que preguntar eso de: ¿te he contado que …?
Eres feliz mientras no está, pero solo porque sabes que
estará, y cuando la cosa va mal y deja de estar definitivamente, siempre
piensas que volverá. Siempre, pase el tiempo que pase, piensas que te devolverá
la vida a tu amor. Y si te dicen que murió de viejo hace años, piensas que os
encontraréis en el cielo.
Esto es muy sencillo de entender, enamorarse no sirve de
nada ni reporta beneficios, pero la gente lo hace sin querer, es la fuerza de
la naturaleza, las feromonas, la química.
Aunque todos lo lamentamos y nos arrepentimos, volvemos a
equivocarnos de nuevo.
Si no quieres caer en la trampa, ¡pídete imposibles! Yo me
pido que Ismael me cante esta canción al oído, si lo hace, me enamoro de él.
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