Siempre se habla de las mujeres luchadoras, valientes, que
lo llevan todo por delante… o sea, de las tontas. Pero como las dos caras de
una moneda, existen también las listas,
las parásitas, las mujeres florero.
Hablemos de ellas.
Solo tienen un objetivo en la vida y un pensamiento en la
cabeza, cumplir una función biológica, encontrar un hombre que las mantenga a
cambio de un poquito de sexo sin seso.
Para ellas, las mujeres que vivimos solas o con nuestros
hijos y tenemos una vida sexual activa, somos unas guarras.
¡ Lo reconozco, soy una guarra hijadeputa !
No son capaces de generar un solo euro y encima dicen que
trabajan mucho.
Son parásitos de nuestra sociedad que anidan en nuestros
hombres. Otro día hablaré de los hombres parásitos que anidan en las mujeres
tontas.
Ellas están siempre en la función del colegio de sus hijos,
colaboran en todo lo necesario, son muy buenas madres. Critican a las que
corremos y nos escapamos del trabajo para verlos y hacemos unos minutos de
palmas, saltando entre el público como locas para que nuestros hijos nos vean.
Solo pueden mantener conversaciones simples sobre su
aburrida vida. Lo más excitante que hacen es cambiar de marca de tinte. No
entienden la ironía cuando alguien como yo les dice: ¡Que bonica eres! – con
cara de asco. Ellas responden sonrientes: ¡gracias!
No suelen hacer nada productivo con sus manos y si hacen
algo son manualidades totalmente inservibles que encima les hacen consumir más
dinero. Son consumidoras de todo, energía, dinero, tiempo, atención…
Cuando me cruzo con ellas, me encanta escandalizarlas,
contarles mis follaventuras, hacerlas que mueran de envidia por lo fea y
aburrida que es su vida. Cuando alguien me comenta que hablan de mí, mi
satisfacción es doble. Se que hablan porque sufren por no poder ser como
nosotras, las tontas, porque si pudieran serían más guarras que yo.
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