jueves, 20 de octubre de 2016

¡SI ARDIERAS!


Es un sentimiento que se transmite por generaciones, totalmente infundado. Tiene más que ver con la tristeza endémica de los jaeneros que con los hechos reales. 

Esta ciudad, no es una mierda.


¡Sería una pena que ardiera desde el castillo a la universidad! 

Hay mucha gente, nacida y no nacida, que ha sido muy feliz aquí, yo soy muy feliz y más que voy a ser.


Caminando ayer desde mi casa, llegué las faldas del castillo y lo vi:

¡No es una mierda ni poyas!

Es algo que nos enseñan desde chicos a los de Jaén,  como les enseñan a otros a vender a su tierra, la mejor del mundo entero, que tiene esto y lo otro, que la gente es simpática...


¡No es para tanto ni poyas, ni nosotros para tan poco!

Yo lo voy a demostrar, voy a luchar mientras esté viva, para demostrar que no es tan mierda esta ciudad. Una, que nació en Barcelona, aquí está dispuesta a defenderla. 

¿Porqué? 

Por que sé que mi calidad de vida, en todos los sentidos, ha sido mejor que si me hubiera quedado emigrada en otra tierra. Con todos los respetos para mis paisanos del norte, el sol, la luz, la vida en la calle, aquí abajo es fantástica. 

En Jaén no hay tantas cosas, pero por eso mismo, los amigos se amarran unos a otros para hacer una gran barca, y navegar. Tienes un problema y te lo huelen, no sabes como pero empiezan a darte toques, a ver que pasa. 

Esto es como una tribu, es un poblado, es un lugar donde todos se conocen y si a eso le sacas partido, es fantástico. Nunca estás solo, sales a la calle y seguro que te encuentras con alguien. 

También se folla más, que le vamos a hacer, nos aburrimos. 
 
Tengo cuatro hijos, dos pares. Creo que he sido culpable de que los mayores renieguen de su tierra. No tenía la suficiente madurez para amarla, y hacía lo que todo el mundo en Jaén, renegar. Ellos son esponjas, escuchan y hacen suyo tu discurso. 

Este discurso por desgracia no es solo nuestro, es también del resto de Andalucía. No nos consideran en algunos caso ni tan siquiera andaluces, porque hablamos ya como en la Mancha. 

A mí, la verdad, ¡me sua el coño! No me importaría pertenecer a la comunidad de Castilla la Mancha, seguramente nos cuidarían como un tesoro, mejor que lo hacen de aquí para abajo. 

No es rencor, es la verdad. Todo el mundo sabe que somos la provincia olvidada, que nuestros políticos no se quedan aquí a currar a no ser que no les quede más remedio. 

¡Anda ya y que les den a todos por culo!

Solo saben pisar cabezas para emigrar a las ciudades verdaderamente andaluzas. 

¿Qué?

Que sí, me callo.

Como decía, yo he tenido la culpa, y lo sé porque al igual que con los mayores lo hice mal, mis pequeños, han mamado de mi patriotismo. 

Desde que no duermo, y son las dos y cincuenta y seis de la madrugada del dieciséis de febrero de dos mil diecisiete, cuando reescribo este texto, pues como digo, desde no duermo, pienso más. 

Supongo que dirás que estoy loca, porque es normal, lo estoy, pero pienso más. 

Transmito a mis hijos patriotismo, y defiendo a mi tierra, porque me trató bien y lo sigue haciendo. 

Mucha gente de aquí me quiere, me ayuda, aunque sea comprándome semillitas de esas que arden en el microondas. Es mi tribu, y entre nosotros, hay también algún que otro indio hijodeputa, pero bueno, sabemos desterrarlo a tiempo.


Hay que romper con la tradición, ya me lo decía mi padre: 

- Desde el Castillo hasta el Polígono, una bomba, una gorda tenía que caer que ardiéramos, nos merecemos lo que tenemos.

Se refería concretamente a nuestros políticos, que como son de Jaén también, todos aspiran a salir de aquí, y pa lo que les queda en el convento, se cagan dentro.
 

Por ejemplo, la Feria de San Lucas: 

Gente de todas partes, una periodista entrevistando... las respuestas, positivas: que es una feria muy abierta, que hay mucha gente, que hay muchas cosas...

Claro, porque no le ha preguntado a mi hija que dice que no entiende porque viene gente de fuera si la feria es muy chica.

¿Van a entrevistar a alguien de aquí para que diga que es una mierda? y que ¡si ardiera! ¿En la tele?

Comentaban que no tenía nada que envidiar a otras ciudades. 

¿Puede ser simplemente, porque como en Jaén no hay na, para una vez que hay algo, la gente se vuelca? 


¡Cómo no hay na, hay buenos amigos!

¡Cómo no hay na, la gente hace teatro, para al menos ver a los amigos haciendo el gamba!

¡Cómo no hay na, hay que salir a ver cosas fuera!

¿No? 

¡Cómo no hay na, la gente se entretiene hinchándose a follar! ¡Vale!

¿Puede ser porque la Universidad de Jaén sea muy grande? 


¿Puede ser que en octubre todos los jóvenes universitarios están eufóricos por el comienzo de curso y quieren disfrutar?

La universidad es tan moderna que ocupaba el espacio donde estaba mi colegio cuando yo era niña. Eso quiere decir que esos edificios no tienen ninguno más de veinticinco años, quitando el que se reciclo como el Hogar Infantil y poco más.

¡Como no había na, todo es nuevo!

No es una mierda la universidad, no es una mierda el clima, no es una mierda las sierras que nos rodean, no es un aire impuro lleno de mierda, no es una ciudad con delincuencia, no es una ciudad sin futuro, simplemente, es una ciudad pobre sin recursos económicos para salir adelante, con políticos que no creen en su tierra y mucho capital guardado bajo la baldosas, miserablemente.

No pienso echar tierra encima, como muchos jaeneros, que hasta los de Linares están más orgullosos de su tierra.






¿Quién cruza la carretera y está en la sierra?





    sábado, 15 de octubre de 2016

    MONA ME QUEDO


    Anoche pasé toda la noche intentando aprender a escribir, como me aconsejan todos los escritores cuerdos que conozco.

    ¡Incluso leí!

    Nada, no me venía la inspiración, imposible.

    Intenté por imitación, con corta y pega me pareció hacer trampas en el solitario… no conseguía arrancar ni una sola frase bien escrita.

    De Pérez Reverte, que me cae bien, leí por internet; de un libro de autoayuda que tengo desde el divorcio, un poco también; rebusqué entre mis estanterías, lo juro.

    Nada.

    Voy a intentarlo un poco ahora, de verdad, en serio, que voy a escribir unas palabras bien escritas, con tabuladores y todo, sus acentos, sin faltas:

                    “Aquel día, el viento cimbreaba las ramas de los árboles de nuestro jardín preñando la tierra con sus hojas más marchitas. El olor a azahar y a clamidias penetraba por la ventana macerado con el agua de la lluvia.  La lluvia en Sevilla es una maravilla. El perro de San Roque, lamía su rabo,  porque Ramón Ramírez, sin previo aviso ni provocación, se lo había diseccionado…

    Por mucho que intente ser lo que no soy, sencillamente, no me sale. No me interesa, no capta mi atención, no soy capaz de dominar mis instintos y hacer lo que se debe hacer para estar a la altura de la gente que me lee.

    Me apretaba y me apretaba, toda la noche, como el que está intentando cagar después de varios días fuera de su casa, y no puede, porque ya sabemos que como el wáter de uno no hay en ningún hotel de cinco estrellas. Y yo, ahí, apretando. Intentando aprender. Por la noche claro, que durante el día no tengo tiempo para perderlo en estas tonterías.

    Y es que, en realidad no le veo utilidad a aprender a escribir. Me gustaría aprender a decir las cosas que escribo bien dichas, ya se lo he dicho a mi profe de teatro; me gustaría aprender a tocar el contrabajo, también se lo he dicho a mi profe de contrabajo; me gustaría seguir aprendiendo a utilizar los materiales adecuados para cada cosa en la obra, ya se lo he dicho a Vicente, pero dice que no aprenda tanto, que si no que va a hacer él cuando yo lo sepa todo.

    ¿Alguien por ahí que me enseñe a dormir a una cerda?

    Cosas que me interesan realmente, éstas, ahora lo de escribir bien… pienso que por mucho que lo intenten las fuerzas del universo o las personas más cercanas que saben que mis letras llegan a mucha gente, que las lee como si comiera pipas, todo seguido, sin darse cuenta y hasta que se terminan, éstos que quieren que aprenda a ser como ellos, que yo digo que, por mucho que me vistan de seda, me pinten de rojo los labios y por mucho taconazo que quieran ponerme…


    ¡MONA ME QUEDO!






    miércoles, 12 de octubre de 2016

    APEDREANDO PERROS


    Se complican la vida, se comen la cabeza. Con lo fácil que es tener un día libre quedar para follar, o para comer, o para caminar por el campo, o para apedrear perros.

    ¿Tú nunca has apedreado perros?

    Eso es porque no te has cridado al lado de un vertedero. Apedrear perros, muertos claro, es vivir peligrosamente. Una vez que disparas la piedra, no sabes para donde la va a volver y con qué brío  lo hará, todo depende de los días que lleve el perro muerto.

    Todos salíamos corriendo después de un disparo, sabíamos que  después del sonido de tambor, como si se tratara del relámpago y el trueno, a los pocos segundos llega un olor demoledor que te echa "patrás".

    Me encanta recordar estos momentos, era nuestra diversión preferida. Todos los perros muertos de Jaén acababan en mi barrio, en el vertedero que tenía frente a mi casa, o por el Celtia.
    En ese  prado verde con margaritas blancas donde hacíamos collares, siempre había un perro muerto que de vez en cuando te hacía salir corriendo con la peste.

    De ahí proviene la famosa frase:

    -          ¡Niño, vete a apedrear perros!

    ¿No?

    El caso es que la gente se come mucho la cabeza, con el ser o no ser.. y el rollo de la cuestión.

    ¡Qué daño hizo Chespir!

    Que si, que no se escribe así, que este texto está desestructurado y no se llamaba así ese señor, pero es que no quiero aprender, quiero seguir escribiendo como una niña de colegio, gracias

    Todo el mundo en su casa en día de fiesta dándole vueltas a la preguntita, mirando una patata.

    Porque no todo el mundo tiene un cráneo humano, como nosotros, que teníamos uno que trajo el Barranco con un tiro de gracia cuando trabajó en la obra del Auditórium de la Alameda.

    Pues ahí están, media España, mirando a la patata y preguntándole lo de ser o ser.
    ¿Qué somos?

    Si ya la pregunta se pluraliza, el problema engrandece.
    ¿Somos novios? ¿Qué somos? ¿Somos amantes, follamigos, follaviajeros? ¿Dónde está la frontera?
    Mejor no te llamo que te acostumbras y entonces ya somos otra cosa que no es la cosa que debe ser o la que tu esperabas. No sabemos si seremos capaces de dar al otro lo que espera de nosotros y finalmente, estamos haciendo el gilipollas con preguntas transcendentales en lugar de vivir de forma natural, como lo hacen los indios(antes del 12 de Octubre) lo que dure, dura.

    ¡Anda niño, vete a apedrear perros! O a tomar el sol, una tapa, un vino, un rabo de toro o una panzá follar con todas las persianas bajás.

    Ya mañana nos preguntaremos que somos. Hoy no, mañana.

    NOTA INTERIOR: que locura de texto, este no puedo ni repasarlo, me voy de cañis.

    sábado, 8 de octubre de 2016

    VIVIRÉ MIENTRAS ESTÉ VIVA

    Se agolpan las malas noticias últimamente. ¿Te acuerdas de fulanico? Pues se ha muerto, con cincuenta, de un infarto, con las niñas delante ¿Cetanico? enfermedad mala… y así sucesivamente cuando uno pasa de los cuarenta, empieza a recibir malas noticias. Nadie con veinte años tiene una muerte cerca, si no es por accidente.

    He tenido la suerte de ver a la muerte en muchas ocasiones, más de siete,  por eso, desde entonces, estoy decidida:

    ¡Voy a vivir mientras esté viva!

    Vivo a doble velocidad, he tenido cuatro hijos, he escrito varios libros y árboles ni me acuerdo cuantos.

    He construido cinco casas.

    Sí, una para mí, que también soy persona y en algún lado tendré que aparcar mi furgoneta vivienda.

    Nota interior: Aún me queda terminar mi granja.

    Trabajar, a destajo, lo sé, pero también quiero aprender a tocar el contrabajo. Si, aún quiero.

    Soy brutica, lo sé, pero pertenece a mi vida, a mi necesidad, a mi inquietud  sobre todo de dejar a los míos bien apañados.

    ¿Por qué?

    Porque soy consciente de que estoy viva solo hasta que deje de estarlo.

    Así, este verano hicimos 3000 km solo en uno de los viajes, los otros ni los cuento,  todo el tiempo que estoy viva estoy haciendo cosas, porque tengo la sensación cada noche, que me puedo morir, aunque prefiero que no.

    Hice la vida que quise hacer, pienso vivir mientras esté viva, aunque tenga que pisar por un montón de cadáveres.

    Voy a ser libre,  ya soy libre.

    Todo aquel que intente dominarme, está muerto en mi vida.

    Todo aquel que me hable de manera autoritaria, muerto o muerta.

    sábado, 24 de septiembre de 2016

    ¿Qué he hecho yo?

    Cuando pase el tiempo, cuando todo haya acabado, piensa.

    Espero que hagas tus cuentas.

    ¿Cuáles fueron las causas que provocaron la pérdida? 


    Fueron dos muy concretas, dos días, dos momentos en el tiempo, dos golpes de efecto, no doy lugar al tercero.


    Piensa, que no somos tontos, piensa que sabes, piensa, cuando te dejen pensar.

    LVM (28-SEP-2016)






    miércoles, 21 de septiembre de 2016

    TRISTES


    El uno depre, la otra depre, ahí otro montón de depres, todos menos yo. A este le afectó mucho la muerte de mi padre, el otro no tiene trabajo, esta ciudad es una mierda, normal que estén depres, todos, claro menos yo.

    ¿Por qué? Porque a mí todo me sale bien.

    Estoy hasta el coño de todos los depres del mundo, a partir de hoy con ellos me haré la depre. Como los abuelos que les duele un hueso, músculo u órgano vital, que empiezan a contarlo y el otro lo interrumpe y se pegan incluso palmaditas en las manos para ver quien cuenta más dolencias, pues así.

    ¿Tú estás depre? Yo más.

    ¿Se te ha muerto tu padre? Cucha, y el mío.

    ¿No te quería? Pues anda que a mí.

    Así voy a hacer un cerco de cinco mil kilómetros a la redonda, porque todos los depres van a intentar contarme sus penas y yo les voy a atacar con mi ametralladora de penas, que balas no me faltan, que los voy a aniquilar a todos con una pena en la frente.  

    ¿No sabes?

    Yo digo como el hortelano que sale en el video hablando de cómo se acaba con el colesterol pero con las penas, pegando mochazos a la tierra con una azada con todas sus fuerzas, diciendo:

    -          Asín, asín es como se termina con las penas, asín, mira, mira, ni ansiolíticos ni punta de nabos, mira, ni psicólogos ni loqueros, asínnn asín es como se termina con todos los tristes del mundo.

    A mí que me dejen, me cansé de ser su apoyo, de ahora en adelante cuando me echen la mano en el hombro para buscar cobijo, lo retiro y salgo pitando.

    ¡Guerra mundial Z contra los tristes!


    sábado, 17 de septiembre de 2016

    ME ENCANTA VIVIR


    Me encanta viajar, me relaja en momento del camino. Si no pudiera viajar no me importa porque me encanta quedarme en casa.
    Me encanta subir a mi campo a cortar hierbas y trabajar como una mula, encender la chimenea cuando llega el invierno me encanta.
    Ahora empieza el cole y el trabajo, después otra vez las vacaciones y el verano, me encanta.
    Un rato de casquera con una amiga, una peli buena que no esperaba en la tele y sin anuncios, me encanta.
    Un rato de costura, pintar y organizar mis casas…

    Me encanta todo.

    Me encanta estar sola, rodeada de gente, caminar, comprar, tener dinero para todo a pesar de todo, me encanta.
    No me gusta cocinar, eso no, no, no, porque no soy buena en eso para nada, pero me encanta ser pinche de cocina, fregar, arrimar cosas, dar besicos cuando huelo el humillo que sale de la olla.

    He tenido que pensar lo de olla otra vez Paco, he tenido que pensar eso y lo que tú ya sabes que pongo con b y con v y que he escrito anteriormente que puede ser verde o que esté hiviendo.

    Me gusta escribir, siempre que escribo algo nuevo, pienso en otras cosas que quiero escribir después, las que dejé atrás sin terminar, necesito atar cabos, tengo muchos tajos abiertos, pero al menos no me he cansado.

    Bueno, miento, he cerrado el blog años enteros, si que me he cansado, pero luego he vuelto.

    Me gusta construir, me encanta imaginar lo que voy a hacer y verlo hecho al cabo de los días, meses, bueno, años.
    Me gusta pintar mis cuatrocientos metros de casa, me gusta limpiar las ventanas, me gusta comer, me gusta follar, me encanta vivir en general.

    El día que me muera me va a dar pena, porque no hay vida después de la muerte por mucho que te cuenten, pero hasta ese día, me encanta estar viva.

    Me encanta hacer noche en un coche, me encanta llegar al hotel.
    Come, cagar y ducharme, me encanta cuando llevo varios días de perra flauta. Me encanta ser perra flauta.

    Me gusta hacer croché en mi sofá, quedarme dormida hasta que me duelan los músculos, me encanta que me abracen y me den besos, me gusta mucho el trajín de mi casa, hablar con los cuatro a la vez por wasap, el alquiler de Blanca, el piso de José en Granada, los pantalones de Adela...  y como Alonso no me dice nada, le obligo a que me mande un audio con las noticias de su primer día de clase, me encanta.

    Todo eso, oye, lo que es vivir mismamente, no estar muerta, vamos, me encanta.

    miércoles, 14 de septiembre de 2016

    HAY QUE TENER FE


    Cuando yo traía a la gente a ver mi barrio, el  lugar donde quería hacerme una casa, todos decían lo mismo.

    -          ¿Estás loca?

    Es muy fácil creer cuando las cosas se ven, pero, sobre todo para mi gente que son todos muy ateos, creer en algo que solo ve una persona es una locura.

    Pero yo si tengo mucha fe en mí.
    Recuerdo que por aquel entonces nos comían las ratas y la basura, en la esquina aparcaban con los coches y los burros como podéis ver. Los vecinos no eran muy amables y yo tenía que embarcar a mi familia en una tremenda locura, hacer una casa de cuatrocientos metros, con nuestras propias manos.

    Ni una sola persona de las que llevé a ver el solar dijo que podría ser una buena idea, solo el Barranco, que ya sabemos que era, porque se ha muerto, un animal de la construcción.

    No atendimos a razones, en este caso el padre de mis hijos estuvo a la altura, trabajó mucho, trabajaron mucho todos: mi padre, Victoriano, mi ex… todos. Hicimos una locura, no contamos con ningún constructor, nos hicimos promotores, constructores y dueños. Todo en una.

    El muchacho del banco alucinaba porque siempre nos sobraba dinero y no teníamos que hacer apenas certificaciones de obra, la casa avanzaba muy rápido porque sabíamos que durante la obra solo pagábamos intereses y que teníamos que hacerla cuanto antes.

    Nos sobró un millón de pesetas. Por el dinero que valía un piso viejo para reformar, nosotros hicimos una casa de nueva construcción gigante.

    Cierto es que uno de los vecinillos que nos “ayudaba” en la obra, hoy nos hace un poco la vida imposible. No ha tenido una vida fácil y es normal que esté enfadado con el mundo. Cada día está más mayor y hemos pasado muy mala racha con su adolescencia, él y sus amigos no dudaban en divertirse en la calle independientemente del ruido, el olor a mariguana…

    Dicho esto, solo quiero añadir, que si hubiera hecho caso de todos los amigos y familiares, "razonables", que me decían que ni hablar del peluquín, hoy no tendría la casa que da cobijo a mis hijos, estén donde estén.

    Hoy en día, lo de la casa, es incuestionable. Todo lo que he hecho en estos cinco años de divorcio es palpable, es real, es útil, es indudablemente buena idea. Pero cuando llevo a la gente a ver mi granja, solo ven ruedas. Cuando hablo de hacer un paraíso para los niños, mis nietos y bisnietos, solo ven locuras.

    Pero yo no soy Don Quijote, yo no veo gigantes donde hay molinos. Yo veo las ruedas, el papel reciclado, arena y arcilla … pero también tengo la visión suficiente para ver las cosas como son y serán dentro de unos años. Yo vi mi casa como es hoy, cuando todos veían un burro aparcado en la esquina, tierra en lugar de aceras, basuras y ratas.

    Con esto quiero decir, que despacico, sin gastar ni un duro, trabajando como rueda de molino, sigo adelante en mi proyecto de granja, ya sea El Barco de Pocagua o La Granja del Barranco, pero no pienso parar, porque tengo cuarenta y cinco años y hasta que me muera me da tiempo.

    Otra cosa es lo que ocurra cuando ya esté muerta, espero que perdure, pero si no es así, ojos que no ven…

    martes, 13 de septiembre de 2016

    DISFRUTANDO DE LA VIDA


    Con gotitas en la cara me despido hoy de mi terraza, se termina este ciclo.
    Ayer cuando volvía del campo me di cuenta de que se hacía de noche más temprano. Pasé por tu casa como siempre, me dio como siempre la nostalgia. Ya mismo estoy maldiciendo el frío que hace en esta casa y con ganas de poner una calefacción central que arda Troya. Ya mismo la lumbre, ya mismo de nuevo las cosas que tiene el invierno.
    Antes nos queda este fin de semana largo el remate final, pero una vez que vuelva, el trabajo será como siempre, duro.

    Pero, es que la vida es trabajo. El otro día hablando con mi chico de disfrutar de la vida, de viajar, de vivir en definitiva, le di la razón en que no se puede trabajar siempre, pero tampoco se puede vivir sin trabajar. No sé qué haría si me obligaran a vivir siempre disfrutando de la vida, viajando, haciendo fotos, viendo monumentos, cenando fuera de casa…
    Yo necesito trabajar, soy Barranca. Observando la Granja del Barranco me doy cuenta de que eso es lo que quiero hacer el resto de mi vida, morir con las botas puestas. En su caso, mi padre se las quitó llenas de barro y allí estaban, al lado de la chimenea. En el dormitorio ropas de trabajo a medio usar. Si, pasó toda su vida trabajando, pero, también disfrutó de la vida así.

    Con esto quiero decir, que no me importa que me salgan arrugas del sol en la cara y que se me ponga el pelo estropajo, aunque me ponga tonta cuando me veo la cara de tortuga y los pelos esarbolaos en las fotos. Me pondré protección cincuenta y una gorra con una buena visera, pero, yo voy a seguir en el tajo, hasta el día que me muera.
    Espero que sea como lo hizo un vecino de donde teníamos el campo cuando mis hijos eran pequeños, que el día de antes nos había traído melocotones recién cogidos de sus árboles, que no daba a bastos comiendo. Se volvió en la cama por la mañana después de un café y murió.

    Noventitantos.
    Cuando veo documentales de la dos, que es la única cadena que soporto de momento, veo como los animales cumplen su ciclos, emigran buscando agua, se alejan del frio y del calor, ninguno de ellos sería feliz si no tuviera que luchar por sobrevivir. Ninguno sería feliz si todo el tiempo estuviera disfrutando de la vida, en un zoológico por ejemplo.

    Yo no sabría vivir en suelo urbano todo el tiempo. No sé qué sería de mí si solo hiciera cosas improductivas. Tiene que haber noche y día, verano e invierno, descanso y trabajo.
    Todo sucede a su tiempo, ya mismo termino mi trabajo en esta casa, mis hijos han crecido bastante, la mitad estudia y vive ya su vida, la otra mitad en breve. Veo como el ciclo de esta parte de mi vida va llegando a su fin, ya mismo los puedo abandonar, ya tengo casa donde caerme muerta.
    Yo sigo trabajando, por fin terminó el verano, después del remate final, volveré a la lucha, armada con mis herramientas, por cierto, que tengo una hoz antigua, pero prefiero una máquina que tiene mi padre con unos alambres que dan vueltas y se cargan toda la mala hierba.

    NOTA: Esta navidad me pido la bañera de zinc para bañarme frente a la chimenea.

    sábado, 10 de septiembre de 2016

    MI NIÑA: UNO


    Lengüetazo uno

    Dicen que los bebés no recuerdan, piensan que no se dan cuenta, pero es falso. No puedo describir fielmente las cosas, pero sí, sé que sucedieron. No recuerdo con qué edad escondía mis excrementos bajo las mantas de mi cuna, pero recuerdo perfectamente como lo hacía, puedo verlo en imágenes.

    Si  ella venía mal y yo me había cagado, me pegaba una paliza de muerte. Decía que era una guarra, que eso no se hacía, que tenía que esperar a que ella me llevara a hacerlo, que tenía que cagar en mi escupidera. 

    Tengamos en cuenta que a veces, se olvidaba de mí durante todo el día, no me daba de comer, ni de cenar ni nada. Si tenía  visita del amante se iba de casa y me dejaba sola hasta poco antes de que mi padre llegara del trabajo. 

    Mi padre trabajaba doce horas en la fábrica y no venía a casa ni para comer.

    Aquellas escapadas me encantaban, tenía hambre pero mi madre no estaba en casa, no había peligro, estaba a salvo. Venía contenta y no me pegaba.  Estaba sola todo el día en mi cuna, no me atrevía a bajar, imposible, podía volver en cualquier momento además no sabía ni cómo hacerlo. No tenía destreza, era un bebé muy tranquilo. Normal.

    Nunca comprendí a mi madre, no sabía bien que es lo que quería, solo que venía me gritaba, me pegaba y tenía que esperar a que terminara, hasta la próxima vez. Supongo que ella tenía un objetivo con aquellas palizas, que pretendía educarme, como se educa a un perro a hacer sus necesidades fuera de casa, pero yo no era capaz de comprender.

    Con el paso de los años entendí sus palabras, sus palizas no. 

    Tampoco me libraba si hacía las cosas bien, como ella quería. Si había discutido con mi padre o con cualquiera de sus amantes, también me pegaba. A  veces me miraba, me gritaba y se dirigía a ellos, pero era yo la que recibía su violencia, con ellos no podía.

    Estaba harta de mí, me debía haber muerto al nacer, me iba a matar, no tenía que haber nacido. En eso estábamos de acuerdo. 

    Me agarraba por el pelo, me zarandeaba como un guiñapo, me arañaba la espalda, las piernas, todo lo que no podía esconder. De rodillas en mi cuna solo podía intentar protegerme haciéndome un ovillo, pero el dolor se apoderaba de mí y al final era un muñeco de trapo, aún recuerdo el enorme dolor. Mordía sus labios a la vez que apretaba mis brazos con sus manos  clavándome sus uñas.

    ¡Qué uñas tenía mi madre, qué bonitas, qué bien cuidadas!

    Recuerdo el olor, el silencio de mi habitación, era algo más que abandono, era el sonido de la espera.

    Estaba todo muy denso de muebles. Con una decoración muy recargada. Muchas figuritas de porcelana con filos dorados, espejos y peines en una cómoda oscura con mármol blanco.

    ¡Había tantas cosas bonitas que yo podía ver desde allí!

    Un armario marrón muy oscuro me impedía ver por ese lado de la habitación. La ropa se amontonaba en su interior hecho una gran bola de tela. Mi madre era muy presumida, pasaba horas probándose ropa. Para ella su imagen era lo más importante, su maquillaje, su esmalte de uñas, su pelo, todo estaba por encima de cualquier necesidad de la casa.

    Se maquillaba como las actrices de cine de la época, decoloraba su pelo al máximo eligiendo el tono de tinte más rubio que había en el mercado, esto contrastaba con el maquillaje tan marcado, los ojos muy oscuros, los labios excesivamente rojos y los pómulos completamente señalados. No olvidaba cremas y los maquillajes para quitar las ojeras, todo lo que podía comprar ajustado a sus gustos, lo tenía ella.

    Al otro lado  del armario tenía paredes blancas y peladas. Solo me quedaba un espacio desde el que podía ver el resto de la habitación. Mis padres dormían allí, compartíamos espacio hasta  que llegó mi hermanito.

    No había secretos para mí, no existía. No hablaba, no había peligro de que contara. Por eso, mi madre no se cortaba ni tan siquiera con sus amantes. Mientras las visitas estaban abajo, concretamente una tía mía, mi madre se follaba a su marido detrás de la puerta.

    No sentían temor ni pudor, nadie podía delatarlos, los miraba, parece que los estoy viendo desde mi cuna, follando contra la pared.

    Ya era muy mayor, con edad para ir al cole y nunca bajé de esa cuna, o así recuerdo.

    No puedo asegurar las cosas, no sé con certeza la edad que tenía, sí que los barrotes presionaban mi cabeza si quería estirar las piernas, y que aquél día mi madre hacía cosas con uno de sus amantes, el marido de su hermana.  Cuando fui creciendo fui comprendiendo que era lo que hacían y que estaba mal.
     
    Además de este, tenía otros, nos gustaba la visita del panadero porque nos traía dulces duros del día anterior, a mi hermanito y a mí.

    Siempre tenía miedo. Y hambre. Solo podía respirar tranquila cuando venían visitas. Nos visitaba diariamente un tío de mi madre, que le regañaba mucho y le gritaba por lo mal que me tenía. Recuerdo sus brazos fuertes, como me daba besos y abrazos, solo él lo hacía, sentía mucha paz en esos momentos, nadie me podía hacer nada malo con él, me ponía muy contenta cuando venía.

    Murió, supongo que de viejo porque el títo era mayor. Recuerdo a mi madre llorando mucho y de negro, también recuerdo que me pegó por aquello.

    No tenía pañal, nunca lo tuve y si fue así no me alcanza hasta esa edad los recuerdos. Con el tiempo ella quiso enseñarme a hacer mis necesidades donde debía. Supongo que cuando lo hacía en mi cuna debía limpiarlo porque dormíamos en el mismo dormitorio y no creo que le gustara compartir ese peste.

    Me sentaba en la escupidera en el patio durante horas, recuerdo que hacía mucho frio. No se me ocurría jamás moverme de allí, ni llorar, ni protestar, nada. A veces se le olvidaba y otras todo lo contrario, me sentaba allí y me obligaba a comer y a cagar rápido. Todo podía durar quince minutos. Ya estaba entrenada, era capaz de comer y cagar al mismo tiempo, para que no se enfadara. Mientras ella me gritaba:

    -        ¡Vamos, bruja, vamos!

    Me daba algún golpe o me amenazaba con dármelo y yo rápidamente obedecía. Al terminar, nuevamente me soltaba en mi cuna y así pasaba mis días allí sola.

    Procuraba dormir mucho.

    No sabía caminar, nadie nunca me había puesto. No sabía hablar, nadie me hablaba. Pero sí que sabía dar la vuelta a mi colchón sin bajarme de la cuna para que mi madre no se diera cuenta de que me había meado. 

    No se me ocurriría bajar, no me sostenía en pie y no sabía si sería capaz de volver antes de que ella me pillara.

    ¡Qué miedo!

    Desde aquel colchón la escuchaba moverse por la casa. Cuando subía las escaleras temblaba de miedo, más si me había hecho caca o había vomitado, sacaba las sábanas por el hueco de los barrotes de mi cuna para intentar librarme de los golpes cuando las viera. Dormía, comía, cagaba... todo aquella cuna.

    Pan duro mojado en agua era mi dieta y algunas vece sobras. Me ponía el plato sin cubiertos ni nada para que comiera, mientras me decía con mucho nerviosismo y desprecio:

    -        ¡Venga, Bruja, come!

    Así es como me llamaba mi madre, más adelante cuando fui creciendo y me hice mujer, cambiaría este apodo por el de Puta.


    viernes, 9 de septiembre de 2016

    MUCHAS FELICIDADES Y UNA PENA


    En su visión de la realidad, yo soy mala. Tengo que admitir que soy drástica cuando tomo una decisión, que posiblemente me odie medio mundo por ello, sencillamente soy fría y calculadora cuando se trata de extirpar problemas. Trato de hacer todo lo posible para que no ocurra la ruptura, pero cuando sumo muchas infelicidades, atiendo a mi llamada, pienso en mí y elimino.

    Juro por Dios, que aunque sea poco, sufro, pero una vez que mi corta y escasa memoria rellena el hueco, mi corazón, la verdad es que cada día es más músculo, cada día se pone menos ansioso, seguramente cada día soy más malvada, seguramente el instinto de supervivencia que dan los años me hace protegerlo así, conservándolo en hielo.

    ¿Cómo puedes saber si tu verdad es más o menos fiable?

    Observando a tu alrededor. Vigilando la reacción de la gente cuando te ve. Contando el número de personas que te rechazaron y las que no. Si son muchos los que te dicen que no vas por el buen camino, piensa un poco. No importa las veces que les cuentes la verdad a los que aún continúan a tu lado, es tu verdad, te darán la razón.

    Elévate, mira a tu alrededor y no preguntes a nadie, nada más que a ti.