Y les temes más que una vara verde. Te obligan a quitarte el
chándal y a salir de casa sin penas y si de pronto estás mustio te dicen ¡eh! ¡eh!
¿ya ta dao el bajón? ¡eeeeeeh!
Los amigos, no atienden a razones. Te cuentan tonterías que
apenas escuchas y otras que te hacen comprender lo bonita que es la vida. No tienen protocolo de actuación ni orgullo. Te
llaman, te sacan de la casa y te obligan a no pensar en tonterías. Tu melancolía
le suda los cojones, solo quieren verte bien y que superes esa tarde con éxito
emocional. Mañana, ya estarás tú solo para que te den por culo.
La familia a veces no está cuando la necesitas, o incluso a
veces no quieres que esté aunque la necesites. Valoramos a la pareja, amante o
amigo especial, por encima de la amistad.
No es cierto, los amigos son muchos y están organizados. Están si o si. Si no
uno, otro.
No digo que sean cientos de amigos los que llaman a mi puerta cuando
intuyen que estás pasándolo mal, pero aunque solo sean dos o tres, merecen ser
correspondidos, quizás más que las personas que pasan por tu vida para un
tiempo y luego si te he visto no me acuerdo.
Ellos están ahí para cuando caes una y otra vez.
Gracias a todos por vuestros cariños, ya me pusisteis
melancólica ¡so gilipollas! quizás será porque como me obligasteis a tomarte
una última caña y ya estaba en mi límite, ahora tengo la fase borracha llorona.
- ¿Dónde estáis ahora?
Claro, cada uno en su casica durmiendo la mona. Y la Mona,
durmiendo sola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario