A veces se me olvida que tengo un blog donde escribo y que
la gente me lee a diario aunque no escriba.
Se me disipa la soberbia.
Es soberbia puritita la que me motiva a escribir y explico
el porqué.
Si yo me callara mejor me iría. Si yo no escribiera, muchas
cosas no sabrían. Si yo fuera una mujer sencilla, seguro me como más de una
colín, seguro porque fea no soy, pero asusto por dentro.
Hoy me apetece hablar de la última vez que me comieron el
coño.
No puedo.
Sería dar mucha información y despertar envidias. Todas harían
cuentas de cuando fue la última vez que le comieron el coño y como.
Si encima cuento como fue, que ni arrancándolo a golpes en
la cabeza soltaba su pieza el tiburón.
Algunas de las mujeres que conocí son tiburones toro.
Yo soy solo toro, sin tiburón. Embisto y corro.
Ya soy más lista, ahora el coño solo me lo comerán a mí. Ya sé
que no debo rodearme de tiburonas que al olor de la sangre nadan por el pescado
que yo ya tengo cansado.
Yo no tengo ganas de comer, pescado, me comen directamente.
Soy un cebo bueno y a mi anzuelo le pongo mucho movimiento.
LVM
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