Las ganas son efímeras. Las ganas o se alimentan o se pasan.
Son un impulso que nace espontaneo, pero si las dejas morir se apagan. Son como
un pez fuera el agua.
No se sabe hasta cuando se pude lanzar al agua de nuevo para
que siga nadando o si flotará rio abajo. Si las dejas fuera del agua mucho tiempo, si
se sabe, luego no intentes hacer que nade un pez muerto, porque es patético de
ver.
No le hables a un pez muerto. No busques a alguien que
perdió las ganas por ti. Es imposible que remonte a no ser que pase mucho
tiempo y las ganas sean otras y nazcan nuevas.
Es una pena ver a alguien que tuvo y dejó morir y que luego,
cuando sus opciones de futuro son peores a aquella, intentan hacer el boca a
boca a un pez muerto, que solo conseguirá flotar y dejarse llevar por la
corriente.
Las ganas, amigos, se tienen o se pierden. Las ganas no
vuelven, si no es con otros.
Lo único bueno de esta vida, es que cada día que pasa aprendes
y sabes que las oportunidades que te ofrece pueden ser peores que las que
tuviste y dejaste morir. Resígnate o espera que venga otra que se acerque a la
mejor opción, a aquella donde las ganas eran muchas y se dejaron morir.
Esto es como el un, dos, tres. Al final, el último regalo es
el que te quedas.
LVM
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