No me gusta para nada, este no, este es un sososo, este
hacía lo que hacía el otro. Este no sabe. Este no quiere aprender. Y a todos
los demás, soy yo la que no les cuadra. Yo sigo haciendo de las mías para
continuar vacunada o en cuarentena.
Antes todos eran interesantes, no había inconvenientes ni
distancias. Me he vuelto cómoda. Es como si supieras el final de todas las
películas. Las empiezas, las sigues mirando pero al final, vas viendo el final, antes de que llegue el final...
¿Qué gracia tiene?
Este está enamorado de él. Su amor es tan profundo que no
tiene ojos para nadie más, ni que le pongan el coño en la boca se da por
aludido. Si así fuera y reaccionara, siempre tendría que estarle eternamente
agradecida por su presencia y dedicación.
La gente se aburre. Me aburro, ya no más.
Que vea moverse mi culo y que busque por otro lado. Otra vendrá
que no sepa y le acerque la miel a los labios, por lo que deberá estar
eternamente agradecida.
Y al final, solo quedan los amigos. Y menos mal que quedan
los amigos, miedo me da el día que pierda a todos mis amigos. Eso si es la
verdadera soledad.
De los hijos no te fíes, que esos se largan. Al final tú
eres su madre coñazo. Normal. Te quieren mucho, pero lejos.
¿Qué no te gustan las etiquetas? Pues yo soy banderillera.
Más vale que no abras la boca. La caga seguro conmigo.
Y así voy por la vida, que me perdonen los que se den por
aludidos, con banderillas a dos manos y no doy a bastos. Giros de cadera para
que no se me escape ese último, y si hay que lanzarlas antes de que salgas por
la puerta, seguro que alguien verá tu banderilla y dirá:
Cuando el rio suena…
Llamadme prepotente, me suda el coño. Nada tengo que ganar
ni que perder. Llamadme frígida, no necesito hombre según estas palabras. Cierto
es, no lo necesito porque no me falta.
Voy de sobrada, no estoy necesitada y sobre todo, que estoy
igual de a gusto contigo que sin ti.
LVM
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