miércoles, 24 de junio de 2015

YO SIGO

¡Qué mentiras más grandes! ¡Madre mía que ilusa!

¿Cómo pude imaginar que podría hacer tantas cosas para salir adelante?

Ya me decía un amigo que dispersaba, claro que dispersaba. Yo quería ser de todo, escritora, constructora, estudiar ingles para trabajar de informática, actuar con mis monólogos, hacer una granja…

Con el paso de los días, abro los ojos y veo, que todo podría ser, pero que nada es posible.

Con dinero, todo esto es muy fácil.

El tiempo es limitado y las fuerzas de un ser humano, aunque sea nuclear como yo, llegan hasta donde llegan.

Tuve la suerte de volver a mi trabajo donde me miman a diario. Tengo la suerte de hacer cosas porque me dejan, que me hacen sentir que me gano el pan.

Algunos de mis sueños siguen latentes. Ahora sé lo complicado que es montar una granja legalmente, los permisos, las historias imposibles que te piden. Pero sigo trabajando en mi pequeño proyecto ilegal porque sencillamente me gusta ver las caras de los niños cuando ven y hacen cosas que siempre quisieron hacer y los adultos no los dejan o no existen en el mundo real.

Ejemplo: Apedrear perros(ojo, perros muertos en nuestro caso, ya veré como me apaño para que no me maten los del maltrato animal), recoger los huevos de una gallina y hacer lo que sea que se cocine con eso, regar una tomatera, pasear con una cerda… Buag, buag, buag… no sigo.

Ayer conocí a dos niños preciosos, hijos de una amiga. Fantásticos. ¡Cómo puede un ser humano ser tan auténtico! Uno de ellos no paraba de darme besos. Continuamente. La cría tenía algo que la hacía especial. Tiene un nombre de esos complicados que empiezan por Síndrome, pero yo solo vi a una niña preciosa con los ojos muy grande y azules que daba muchos besos y abrazos. Me cogía la nariz con la mano y la estiraba para apartarla y darme más besos.

Nadie le reganó y su madre pudo tener una conversación fluida, porque sencillamente, a mi me gustan los besos y la paciencia con los niños es algo que me nace de la sesera y sin medida.

Porque son los adultos los que se espantan porque un niño haga algo repetitivo y divertido.

¡YO QUIERO SEGUIR CON MI GRANJA!

¡Y QUIERO SEGUIR VIENDO A ESTA NIÑA TAN FANTÁSTICA!


Sé que seré muy viejecita el día que la termine, pero creo que quedará para ellos porque la voy a hacer muy bien. Fuerte y duradera, nada de madera. 

LVM

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