CANTINELA

Todos los días la misma cantinela. Estoy hasta los cojones de la misma cantinela, la misma amenaza de siempre.

Estoy muy cansada de escuchar lo de que Jaén es una mierda.

Rallada o rayada  no sé exactamente si viene de ralladura mi estado que estoy hecha tirillas o de que me ha partido un rayo.

Todo el día viéndolos caminar hacia el paro o la emigración. Todos absolutamente los que quieren tener un futuro han de salir de esta ciudad.

La ruina que se ve en sus aceras, en su falta de limpieza en los baches de las carreteras, en las bandas sonoras pueblerinas… una ciudad sin remedio. No tiene industria, no tiene campo, el que hay es de unos pocos, no tiene absolutamente nada que haga albergar un poco de esperanza para ellos.

¡Todos nuestros hijos quieren huir!

¿O son solo los míos?

Yo lo acepto y me acostumbro a perderlos uno a uno, pero joder, ¿qué puedo hacer? ¿Y si se quedan atrapados? ¿Y si no pueden salir de esta ciudad?

Me ahoga la situación. Es como si estuviera en un tsunami y no pudiera protegerlos a todos.

Gasean todos los días mi ciudad, estamos envenenaos.

Si se quedan, los ves deambular y si se van no sabes cómo estarán.

¡Pun, pun, pun… golpea una y otra vez mi cabeza contra paredes acolchadas imaginarias!

Como una puta cabra estaba cuando pensaba que se podía salir de esta situación, que se podía montar una empresa, ganar dinero honrada y dignamente.

¡Qué pena todos los compañeros que lo intentaron, cuántos están en la ruina!

Encima con deudas. Es la única solución de nuestros políticos, el autoempleo, el búscate la vida como antes cuando no había estado, cuando el país estaba dirigido por un solo jefe de estado, que es como llaman los libros de historia que estudian nuestros hijos al dictador. 

Así, es como ahora quieren que nos veamos, como entonces, cuando nada absolutamente nos protegía. Así nos vemos.

¿Y nuestros políticos?

Piensan solamente en sobrevivir ellos.

¿Y yo?

Debería hacer lo mismo y pasar por la peluquería todas las semanas como hacen tantas otras que tienen el cerebro vacío y muy poco corazón en el pecho.

Y por supuesto, ni aura, ni alma, ni chacras… nada de nada, que felices viven, cuánta paz. 

LVM