Y poder decir por fin aquello de: “pero ya están grandes”. Poder decir: “fíjate, con lo pequeña que nació”.
Aquello de: “pues no te imaginas, hasta quinto lo suspendía todo”.
Tengo mucha suerte, mis hijos son buena gente, pero son
muchos. Un solo cerebro tiene que pensar en el bienestar de tantos, que a veces
cae rendido.
A veces, cae rendido.
A veces, cae rendido.
Educar no es fácil, lo intento. Solo lo intento, siembro,
esperando que aten cabos y que sepan perdonarme los palos. Si, yo de vez en
cuando, les meto algún calmante con la zapatilla. Luego me siento fatal, pero,
nadie imagina lo repetitivos que son en las peleas.
El que pega cobra, yo me encargo. Con la zapatilla y en el
culo, pero pica mucho seguro. Espero que me perdonen y que sepan hacerlo mejor
que yo.
No se razonar, a veces.
A veces, mi cerebro cae rendido. Solo actúo por instinto. Como
muerde la loba a sus lobatos, como una animala que soy, en la mayoría de los
casos. En otros, a veces, razono y sermoneo. Pero hoy, estoy rendida, hoy me
gustaría poder dimitir de madre.
Pero son tan altos los objetivos que persigo, que no podré
hacerlo, hasta que ellos me diplomen a mí definitivamente.
No suelo dejar nada a medias, pero a veces, caen rendidas
mis fuerzas.
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