En una conversación telefónica de chicas, de esas que duran tanto que tu madre te llama al móvil para decirte que tienes mal colgado el teléfono, decía yo esta mañana:
Nena, no hay nadie a salvo de la Lengua, ni mi anónimo,
siempre que no sea gilipollas.
Ni altos ni bajos, ni gordos ni flacos, ni siquiera los
tuertos están a salvo.
Admito alguno de estos defectos: egocéntrico, egoísta,
guaperas, llorica, lumbreras, perezoso, marrano, cobarde… pero no admito más de dos.
No admito pocosesos. No concibo el silencio. No soporto la
falta de ansias por mí.
Necesito que tenga fuerza, que sea independiente, que viva
feliz, que no llore, que sea un follador-vividor, que su vida esté llena de
cosas, que no se estrese con las mías, que no me pida exclusividad, que me
comparta con amigos y amigas. Que no sea celoso, que sepa subirse a los árboles__
un ser infatigable.
Me encantan los guarros,
los que no tienen pelos en la lengua,
los que son capaces de decir
lo que otros solo piensan.
Y si te falta algo de esto, te entrenas.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarseeeee
ResponderEliminar