jueves, 14 de septiembre de 2017

MAESTRO


¡YA TENGO MAESTRO YODA DE LECTURA DE LIBROS INTERESANTES! 
¡MI PACO, EL MEJOR!

En este país el acceso a un puesto de trabajo como maestro es libre, por lo que ser maestro no te hace buena persona, hay malas personas que aprueban las oposiciones aunque en su mayoría cumplen un perfil de gente bonachona que le gustan los niños y que disfrutan con ellos por lo que en el futuro serán buenísimos maestros. 

Pasa que algunas veces cuando escuchamos a nuestros hijos decirnos que el maestro está loco y que es muy malo con ellos, nos activamos el automático que escuchamos de nuestros padres y le quitamos hierro a la cosa diciendo que siempre es igual, que todos los profesores te tienen manía. Pero no es verdad, observad en la vida de vuestros hijos. Y si tenéis varios, observad en la vida de los demás. 

Muchas son las veces que vienen a casa contentos, riéndose, contándote cosas de maestros y maestras que están como cabras y que los hacen felices a la vez que aprenden. 

Muchas las ocasiones en que te tienes que poner el automático porque te hablan de su día de p a pa, con pelos y señales hasta llevarte al aburrimiento más absoluto, con lo que te pones en automático la cara de:¡qué feliz soy si eres feliz! 

Por eso aunque nuestro hijo sea un bicho que no quiere ir al colegio desde los tres años, debemos escucharlo e investigar cuando algo va mal. Tira del hilo, busca otros afectados. 

A veces, en nuestros colegios, se nos cuelan malas personas que no fueron capaces de estudiar la carrera que les gustaba y no les quedó más remedio que hacer magisterio, que es más fácil. 

Eso sería lo primero que deberíamos cambiar, el acceso a magisterio. Que previamente se estudiara el perfil de la persona, como se hace en los bomberos, o en los cuerpos de seguridad del estado. Que sean personas fuertes de mente porque bregar con chiquillos es durísimo psicológicamente.

Que pasen  pruebas psicotécnicas, de resistencia física y mental... Necesitamos una academia como la loca academia de policía pero para maestros, de donde la mitad de los aspirantes dimita y se dedique a otra cosa. Una academia donde se les ponga en situaciones límite:

Una clase llena de “niños robores” diciendo las frases típicas que interrumpen la clase, en el momento justo en que el docente se ha lanzado y se están enterando todos los demás. Esa frase impertinente que responderías con una mano abierta en to su cara, lanzada desde la espalda y dejada muertecica unos segundos antes de impactar a modo de látigo: 

-          Maestro, ¿puedo ir al servicio?


Pruebas de atar cordones, de limpiar mocos verdes, de primeros auxilios, de manejo de la situación ante padres y madres robores que se las saben todas... 

Una vez superada la academia que comiencen a ejercer sin oposición, por notas en la academia, en periodo de prueba y sometidos a controles psicológicos de por vida. Que su psicólogo sea su amigo,  que puedan contarles sus problemas, que les ayude a llevar este trabajo tan duro.  

Cursillos de baile y cante, que se actualicen con las canciones infantiles, unas vacaciones pagadas de vez en cuando y sobre todo, un masajista profesional a su servicio.

¡Ah! y un logopeda. 

Todo para ellos, que todo el mundo quiera ser maestro, pero que el acceso sea durísimo. Que estén bien cuidados, mimados, que sea una profesión tan prestigiosa como la de médico o juez.

Ahora bien, si se detecta uno de esos, de los malos maestros,  que el resto lo repudie y la administración lo despida. Que no hagan la vista gorda, que no colaboren y se protejan, que el hoy por ti, mañana por mí, no vuelva a ocurrir.

¡Se me olvidaba! Y que los inspectores de educación, que son la policía en este caso, no miren para otro lado y luego se rasguen las vestiduras cuando ocurren caso que salen en los periódicos. 

Que acudan a los centros, que conozcan a los maestros de primera persona, que los vigilen incluso cuando no tengan puesta ninguna denuncia, que cuando reciban una queja no rehagan el escrito enviado al padre anterior donde simplemente se exime de toda responsabilidad al profesor y se les dice a los papás y mamás,  que no mimen tanto a sus hijos, que es muy malo tener hijos únicos, que los padres de hoy en día tenemos muchas leyes.

Me encanta cuando hablo para defender a mis hijos y mis hijas y me dejan meter esa cuña tan impactante que no todo el mundo puede utilizar, ese momento en que el que se insinúa que estoy muy pendiente o que lo mimo mucho y puedo decir:


-          ¡TENGO CUATRO!

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