Estoy deseando de que termine: la obra, pintar, organizar mis
lanas... Que llegue el invierno, poner mis mantas, hacer croché y un poquito de
escribir.
El verano es para los ricos, los pobres nos preparamos para
el invierno: hacemos limpieza y tiramos miles de objetos que guardamos durante
todo el curso para por si acaso.
El año pasado viaje mucho en furgoneta-vivienda y fui muy feliz.
Este año, mi nuevo novio no ha tenido vacaciones, como
estamos muy enamorados, nos acompañamos bajo el cielo abrasador de Jaén. Solo
nos quedan los bares y hacer el amor.
Es artista aunque come del mundo de la hostelería y digo
mundo porque es un pueblo aparte. Sus habitantes se entienden solo con mirada,
tienen su propio lenguaje y se quieren. Si no que se lo digan a Pato, ¡Lo quiere pa reventar! Cuando están juntos no
tienen ojos para nadie más, su complicidad es incomparable. Yo siempre digo que
no se ven más porque no se puede, que no tengo la culpa, que la tiene su jefe.
La hostelería: ¡qué sería de nosotros sin ella!
Los bares son
una cosa a la que los pobres no podemos renunciar, porque sin vacaciones, imaginando que estamos en otra ciudad que no es la nuestra podemos sobrevivir gracias a ellos.
Si pillamos algo, es como mucho una semana que finalmente se queda en cinco noches y seis
días y con la suegra que paga el apartamento.
Me han puesto gafas, definitivas y progresivas, esto me hace
pensar que de verdad los años están haciendo mella en mi cuerpo, menos mal que
ahora que me falla un poco la rodilla derecha, el tobillo que me machaqué con
la moto en 2013 no dice ni pío, la vida aprieta pero no ahoga.
Así me voy haciendo vieja aunque hago croché desde muy
joven. También escribo ni me acuerdo desde cuándo. Es lo mismo, al
menos así lo siento, voy juntando letras
seguidas, una detrás de otra y cuando no tengo más ganas cierro y lo cuelgo. Habrá gente que le guste, otros que digan, que cosa más
hortera se ha currado esta mujer. Todo son lanas recicladas y letras por lo que como no
cuesta dinero eso que te llevas.
Estoy deseando encender mi chimenea, estoy muy contenta
porque hablo de nuevo con mis amigos del Facebook. Estoy borrando a muchos,
claro, no puedo hablar con todos.
Seguramente pensarán que soy gilipollas avisando que a
ellos que le importa que les borre. Llevan razón la verdad, gilipollas puede
ser una palabra que me defina. No estoy muy equilibrada “subnormal no se dice”
que ofende y confunden a estas personas con las que tienen síndrome Down.
El caso es que me define, lo mismo
subo que bajo, lo mismo cierro el blog que lo abro. No prometo nada,
seguramente lo volveré a cerrar, la verdad es que es para muchos de vosotros un
alivio, porque al menos descansáis de mí una temporada.
He terminado el libro
de POR SI ME MATO, pero no paro de corregirlo así que iré poniendo de vez en
cuando lengüetazos a ver que opináis. La portada me la ha hecho un artista de
mi tierra, “El chatarrero”, no puedo desvelar nada de este secreto porque no es
mío, solo él podrá mostrarla el día de la presentación.
No esperéis leer el final, porque simplemente esto no se
termina ni cuando me muera. Tengo pensado para después que ocurran
muchas más cosas que pude provocar en vida.
Tengo cuatro hijos más una, lo siento, seguramente ellos
darán que hablar en mi nombre.
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