Tengo amigas solteras fantásticas que no encuentran su hombre, también he conocido hombres maravillosos que no terminan de encajar con sus hembras. Mi caso es contrario, he encajado varias veces. Puede parecer un fracaso cambiar de pareja cada navidad, yo lo considero un éxito.
Permanecer a pesar de no encajar sí que es una barbaridad,
vas renunciando a cosas que te gustan en pro de la pareja hasta que finalmente
tienes a tu lado a alguien al que ni besas y con el que continúas solo por el
hecho de no estar sola, compromiso, economía, lástima… qué sé yo, veintitrés años con la misma persona, hoy no estoy dispuesta a perder ni un año de mi vida.
Nunca llego al año aunque encaje y si lo hago algún día, puedes estar seguro de que es porque me hace inmensamente feliz, porque me llena de mimos diariamente y es capaz de hacer cosas que no haría jamás si no es por mí. Y viceversa.
Nunca llego al año aunque encaje y si lo hago algún día, puedes estar seguro de que es porque me hace inmensamente feliz, porque me llena de mimos diariamente y es capaz de hacer cosas que no haría jamás si no es por mí. Y viceversa.
Muchas parejas se pasan la vida maldiciendo el día en que se conocieron y adorándose al día siguiente. No son valientes
para afrontar la soledad y las tardes tontas de aburrimiento, o no tener con
quien ir de viaje, o simplemente, no poder presentar a nadie en sociedad y si
lo haces que sea un nuevo novio cada año.
Hoy, nadie encaja, ni
los más jóvenes. Todos hemos tenido tantas experiencias que las comparaciones
son odiosas. Las discusiones nos parecen “deja vu”, nos enamoramos de imposibles, de personas que
solo existen en la distancia, que te condenan a la soledad y a vivir de la
esperanza de que en un futuro todo mejorará.
Por eso una vez que
encajas es necesario seguir negociando, no renunciar a nada, no dejarse
escapar, hablar y acordar continuamente, amenazar con la muerte por chocolate y
conseguir cada día un día más, el siguiente.
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