jueves, 28 de septiembre de 2017

LUGARES COMUNES

Estoy leyendo un libro que me ha mandado mi Paco. Me pregunto por qué me hace esto, con lo que a mí me duele perder el tiempo, él lo sabe. No sé si ha escogido esta historia porque la escribió una escritora novata y para que vea como se puede hacer de mal una cosa. Describe su tristeza con unos simples brazos caídos, un viento que sopla su cara y un caminar de forma autómata. Me pregunto cómo describiría yo mi tristeza, supongo que haciendo que imagines los cuadros que mi rodillo ha dejado marcados en mi techo por culpa del escurridor de pintura. Nunca diría que estoy sobre la cama panza arriba con los ojos, ¿Cómo ha dicho? Abiertos como platos, no se me ha ocurrido volver a elementos tan comunes como el viento que despeina mi melena, nunca quitaría el trapo de mi espejo, no es necesario, no me miro al espejo porque ya sé que llevo los mismos pelos de estos días, no pienso quitarme las gafas para que no se me vea la piel de mi cara desnutrida llena de arrugas por culpa de mi falta de hidratante de baja calidad que se me terminó la semana pasada.

El caso es que cuando yo cuento una historia no pienso en cómo hacerlo, lo hago. Cuando escribo una poesía, no mido ni rimo, sale. 

Supongo que alguien dirá que lo hago mal para eso está mi Paco, para compensar. Si sigo escribiendo es por su culpa y si ahora leo también. 

Me reconozco distinta. Mis historias son solo trozos del comienzo de una gran historia donde yo seré la señora de la limpieza, la bisabuela o la nani de aquel protagonista.

Observo mi vida y veo, que he sido muy importante, pero que en realidad solo soy el preámbulo, la introducción para alguien que de verdad hará historia, que puede ser uno de mis hijos o cualquiera de las personas que me rodean, pero que no soy yo, evidentemente, ya tengo una edad  y no he conseguido nada, no tengo suficiente valentía para dar la cara, me abruma estar rodeada de gente, me enloquece pensar que tengo que ser uno de los que veo a vista de pájaro, postureando y haciendo historia. 


A vista de pájaro, eso sí que es un lugar común como Dios manda. 

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