miércoles, 20 de septiembre de 2017

MI MEMORIA

Ya se lo que me está pasando.

No sé si os he contado que tengo problemas severos con mi memoria. A veces me cuentan cosas que hice que no recuerdo ni en lo más mínimo. Mi madre dice que le presté un millón de pesetas y yo no lo recuerdo de verdad. Si pasa una semana y no te veo, me verás observar tu cara mientras me habitúo a reconocerte de nuevo. 

Lo de las gafas que lo llevo fatal, desde los quince con ellas en privado quitándomelas para salir a la calle o en las fotos, el caso es que no puedo, me veo más vieja. 

Por otro lado mi chico tiene la culpa, en estos días me está pasando las cintas de cuando mis hijos eran pequeños, es mi regalo de cumpleaños, nunca dije que fuera una chica fácil. 

Ver esas imágenes es como si fuera una de esas escenas de película donde el personaje mira por una ventana y está él mismo allí en su casa con sus hijos pero no es él, es un clon. Para mí es como vivir por primera vez estos recuerdos. Estoy yo, me reconozco, pero no soy la misma que veo en el espejo. 

Es como si un virus me hubiera provocado en unas horas los daños de años, como si hubiera estado en coma dos décadas. Es mi memoria caprichosa que recuerda perfectamente las tardes en la terraza de mi amiga Miki, a donde íbamos con mi moto pintada a brocha y mi amiga Encarni, que por cierto, estaba enamoradísima del hijo de aquella familia y por eso dábamos tanto el coñazo. 


Tengo imágenes nítidas estudiando informática con Magda, su pelo negro cortado en melena redondeada, el frío en la moto y de eso hace ya mismo treinta años. 

Para mí fue ayer cuando mi moto escupió otra vez el carburador en un peo de la bujía en el semáforo de la Seguridad Social, donde siempre hay mucha cola de coches. 

Hace unas horas que me divorcié, gracias a Dios y mis cuernos que los vi un fantástico 9 de junio.Mi cerda, mis gatos, mi perra Kena, mis hermanos que no quieren hacer sus camas, mi seño Julia, incluso Barcelona, y mira si hace años que nos volvimos. Todo se mezcla en mi cabeza, pero como soy yo la que llevo los ojos, no me veo, no me recuerdo.

Que sí, que estamos todas estupendas. Me parece fantástico que nos consolemos unos a otros, pero es cierto que el paso del tiempo nos oxida y que se nota en la piel. 

Simplemente me acepto. Repaso mi vida y me siento satisfecha. Las imágenes que veo de cosas que hice con mis hijos son fantásticas, tengo en todas un pelao que me hacía yo misma, que parece que tengo una peluca hecha con dacha, pero me reconozco, soy yo. Para que diga la gente que estoy como una cabra ahora, no me conocieron hace veinte años.


Soy feliz haciéndome vieja porque he pasado por la puerta de San Pedro muchas veces y aun sigo aquí, como dijo mi abuela Dolores horas antes de morir.

Aprovecho mi tiempo, hago crecer a mis hijos y casi tengo mi casa pagada. Me gusta mi trabajo de oficinista, me miman mucho porque soy la que más sabe, no por diablo sino por vieja. 

No me respetan como albañila, que le voy a hacer, eso es más difícil por ser mujer, tampoco es que sea la mejor en eso. Ya llevo seis casas, voy a por las siguientes, ya está previsto hacer otras tres. 

Y mi cerdi, ahí sigue, yo sigo aunque es una rueda de molino muy pesada. 

De momento estoy viva y tengo que ser rápida porque seguro no será por mucho tiempo, si todos tuviéramos eso en la cabeza no lo perderíamos en tonterías.

No hay comentarios:

Publicar un comentario