¿Qué porqué a mí los niños me quieren tanto? Si, a mí los
niños me adoran y mis hijos ya ni te cuento. Al que no le guste, se pea detrás
de un árbol o se coma su tufo debajo de una manta. Seguro que siempre lleva cara de huelemierdas.
¿Porqué me adoran? Por que los trato como iguales y los
admiro tanto que los imito sin querer. ¿Qué pasa? que su reflejo en un mayor
les da confianza y por eso nos lo pasamos en grande juntos.
Además tengo carnet
de conducir y podemos ir a muchos sitios.
Siempre que hago algo lo disfruto como una niña chica. Ayer,
¡fue locura! ¡Una hormigonera!
Al principio no podía ni volcarla, casi le meto siete patás.
Luego me ayudé con un palo y finalmente me di cuenta de que no cabía todo en
el carro, de que la hormigonera nunca puede dejar de moverse, que si no la masa
se pega.
¿Conclusión? Hormigoneras medias y al carro. Y otra, y otra,
y otra y así sucesivamente como dice mi Lolo.
Tengo necesidad de construir como los niños tienen necesidad
de jugar.
Suma y sigue.
Cuando termine mi granja, las actividades para los niños no
serán talleres de marionetas que son calcetines con ojos pegados de cartulina,
con perdón de la chica que organizó el taller pero mi Alonso llevaba razón.
-
¡Eso no es una marioneta, es un calcetín con
ojos pegaos! – decía cabreao to bizco.
Mis actividades con los niños serán las mismas que sin
ellos. Si yo ayer hubiera tenido quince chiquillos de entre 4 y 20 años, con
herramientas a la medida de su edad. Una hormigonera pequeñita, con palas de
playa pero buenas no de esas que no valen un duro, con cubos de obra pero
pequeñitos, con sus guantes, su casco, su ropa de trabajo…
¿Y en la huerta?¡Qué me dices! ¿Y con los animales? ¿Qué que no? Cocinar con los huevos de las gallinas que han recogido por la mañana, hacer fuego en la chimenea, subir a buscar leña por la montaña, traer bellotas para la cerda, coger setas y cocinarlas...
Para cocinar me llevo a la abuela Rafaela, que es la que sabe, que no quiero que salgan futuros cocineros como la que habla.
Jugar a piratas, dormir en ¡un barco!
Jugar a piratas, dormir en ¡un barco!
Cuando a un niño se le enseña que todo es posible, que él
puede, que él sabe porque le enseñaron, se le inyecta de por vida una tenacidad
que nadie podrá frenar.
ATENCIÓN: un trozo de campo, una hormigonera bebé, sus
herramientas, su botiquín porque seguro que alguno se hace daño, y sus padres
allí, jugando con ellos.
¡Ah! ¿No lo dije? Los padres también participan, que si no a
ver como controlo yo a quince chiquillos de cuatro años con herramientas y
palas, si se enfadan y se lían a golpes con los cubos y la arena.
Fundamental, que los padres y madres jueguen a ser niños con
sus hijos, si no, no vengas.
LVM
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