sábado, 18 de febrero de 2012

TÚ NUNCA SERÁS FELIZ

Hace tiempo me dijeron, “… tú nunca. Siempre estás pensando en esto o en lo otro, metiéndote en lo que no te importa”.

Ese es el problema, que me importa y llevan razón todos los que decían eso. Yo nunca seré feliz. Nunca tendré el kilo. Me metieron en el alma tantas cosas que nunca estará todo en su lugar, nunca tendré suficiente.

Yo podría ser feliz, no tengo motivos para no serlo, bueno, quizás la soledad si sea un motivo. No me gusta estar sola en esta guerra, pero, prefiero estar aquí sola a estar tumbada en mi butaca junto al fuego, olvidando que hay guerra en el país.

Porque estamos en situación de postguerra, o postcrisis, o crisis a palo seco.

No puedo ser feliz, porque soy testigo de la más absoluta de las miserias humanas.

Yo tengo casa, al banco puedo pagarla. La hicimos con nuestras manos y eso la abarató.

¿Por eso soy más feliz? Si podría, pero no puedo.

Cuando la gente ya no tiene nada que perder, cuando la desesperanza se apodera de la mayoría, ni las fuerzas de seguridad pueden contenerlos.

Asaltaremos supermercados, como si de una crisis nuclear se tratara y el desabastecimiento se establecerá en todas las ciudades. ¡Qué cunda el pánico coño!, que todos, desahuciados y trabajadores se tiren a la calle.

Que comience el estraperlo, las cartillas de racionamiento, el control del estado y del ejército. Que el mundo se convierta en un gran campo de refugiados.

Estamos viviendo la peor de las crisis mundiales, peor que la de 1929. La rabia hacía perder el miedo a la muerte, la dulzura del suicidio, la liberación.

Vamos todos a la calle, los que tengan trabajo, porque pronto no lo tendrán, los que tengan dinero, porque pronto será papel mojado.

Hay gente pasando hambre en nuestro país. Hay gente bajo cero con radiadores repartidos por toda la casa, apagados por no poder pagar el gas.

La escasez de trabajo hará que volvamos a pedir alimentos. Volverán a tener el poder de la caridad. Alimentando al pueblo con migajas, que pagaremos correspondiendo.

Volveremos a ir a misa los domingos, para que no nos regañe el cura cuando estemos en la cola para pedir.

Yo sigo aquí, cuidando de mis hijos que seguirán aquí por muchos años.

Rezaremos a nuestro Dios, para que no se les acabe el trabajo.

Hemos aprendido a llorar como antes, a quitarnos la gorra al entrar a ver al patrón, a guardar las ideas en un cajón. Porque… con las ideas no se come.

Yo al menos tengo leña para mi chimenea, los olivos seguirán estando ahí y con ellos las varetas. Nos cortarán la luz, nos acostumbraremos, no tendremos para coches ni transportes… caminaremos.

1 comentario:

  1. pero ese día le conteste, yo soy feliz así, si no hicera lo que hago no podría disfrutar de lo mío, de mi felicidad.

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