viernes, 24 de febrero de 2012

SUPEREX

Hablan y hablan, beben y ríen,
mi sexo se humedece, el suyo se endurece,
pero saben que no seguirán adelante, hoy no, ya no.

Ya encontramos nuestros futuros en otra parte.

Ya tenían relaciones más razonables,
la vida hecha, las cosas normalizadas.

Los años habían pasado, llenos de experiencias para ambos.

Encontraron algo parecido a lo que tenían,
pero con las personas adecuadas,
con el beneplácito del mundo,
sin tener que dar explicaciones del porqué de lo suyo.

Pero aquel día, se volvieron a cruzar.
En sus vidas siempre el peligro de su deseo mutuo.

Una sola noticia del otro,
les hacía despertar a los instintos más ocultos.

Pero a su lado estaban,
estaban acompañados y sus fantasías ejecutaban con ellos,
engañando solo en pensamiento.

Con la moral tan recta, no podían permitirse ningún desliz.

Esa tarde, todo transcurrió ente dos amigos inseparables,
que conectaban y se contaban las cosas que no le contarían a nadie.

- Cuenta, cuenta.
- ¡Cotilla!

Y sin darse cuenta, cada vez están más cerca.
Y sin darse cuenta cada vez la cosa más caliente.
Y sin querer, sin poder, ella le toca el pelo de nuevo.

- Sigues necesitando un buen peluquero, no me gusta este corte.
- Pélame tú.
- No puedo, ya sabes que no puedo, tocar tu pelo.
- Y yo, ¿puedo?
- ¿El qué?
- Tocar tu pelo.
- No puedes no, no, no, no, no me toques el pelo
- ya está hecho.

Se rinde y le besa el cuello,
se rien y se rinden y comienza el juego.
De tiras y aflojas y arrepentimientos.

- Suéltame.
- No quiero.
- Déjame tranquila, suelta mi pelo.
- Tú te callas.
- Si no puedo decir nada
- Por si acaso.
- ¡Ay!, suéltame que no puedo más.
- Si tiro flojito, apenas un tironcito.

Ella lo mira con el miedo de la que traiciona sus valores.
Él la mira sabedor de que esa noche, meterá la pata y algo más.
Y se besan y se abrazan y sus respiraciones aceleran.
¿Qué tiene él? ¿Qué tiene ella?
Que veneno tan fuerte, que droga más duradera.
Pasaron los años sin tomarla y siguen las ansias.
Se dan cuenta de que comieron porque hay que comer y ya está.
Y en un momento todo arde, la chimenea y sus cuerpos
y se desnudan frente al fuego se preguntan ¿Porqué lo hacemos?

- ¡Para, para! No sigas, vete ahora mismo de mi casa.
- ¿Me voy? Si me lo pides me voy.
- Te lo pido.
- Me voy.

Y al separarse solo un metro,
los cuerpos se lanzan de nuevo,
y se desnudan deprisa, para evitar arrepentimientos,
no necesitan estimularse, llevan soñándolo mucho tiempo.

Y se insultan por el tiempo transcurrido,
comiendo de otros cuerpos, bebiendo de otros senos,
de todo buscaron sin encontrar eso,
eso que tenían desde el principio sin saberlo.

Y se aman y se aprietan y se arrancan el alma a mordiscos
y se quedan rendidos, dormidos.

Todo terminó por fin, que no vuelva a ocurrir.

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