domingo, 10 de abril de 2016

LA VIDA TRANQUILA

 

La vida tranquila del enamorado, cansa.

Está muy bien besar un sapo y que se convierta en príncipe a tus ojos, claro, los demás siguen viendo al sapo.  

Yo verdaderamente, echo de menos besar sapos y culebras, pero no tener de esta droga del amor me hace estar más activa y productiva.

Todos dirán, que pena, ya me gustaría que encontrara a alguien que encajara con ella y la tranquilizara.

Imposible. Nadie puede tranquilizarme y mucho menos encajar. 

¡Es muy difícil! 

¡Si es que hay mucha gente en el mundo y todos tan diferentes!

Solo puede hacer que aparente estar más tranquila. Justificara mis locuras e intentará frenarlas.

No puedo consentirlo otra vez. 

Si me enamoro será de mentirijilla.

En el fondo me aburro. Necesito mi actividad natural.

Ahora estoy haciendo una granja, ya le he sacado utilidad porque mi hija pequeña quiere estudiar para ayudar a niños con problemas. Para cuando termine ya tiene centro de trabajo.

Además escribo un libro y quiero seguir escribiendo vidas interesante.

Dibujo.

Estoy haciendo una manta de croché para regalar a una amiga, siempre con retraso, ya le di un cuadradito para consolarla.

Estudio Contrabajo en el conservatorio.

A lo mejor montamos el audiolibro que gravé en Valencia en 2012.

Más las obligaciones.


Y de vez en cuando, también doy besos si me deja, con mucho amor, a un sapo muy grande que me gusta a mí que me llene los labios de sustancias alucinógenas. Y no me desactiva, sino todo lo contrario. 

¿Qué más se puede pedir?

No hay comentarios:

Publicar un comentario