jueves, 28 de abril de 2016

PERDÓN

Me siento culpable de ser tan feliz, de reír tanto, me siento mal, no debería.

No debería porque no hace tanto fui desgraciada, un par de días o tres. No recuerdo penas que me duren más, puede que alguna de amores, pero entre esos dos o tres había un día feliz.

Hoy me he sentido quinceañera, he vuelto a hacer una de las cosas que me encantaba hacer cuando con veinte años y conducía una Yamaha Special de 250. Cuando aún no se llevaba ni casco, ni sujetadores con relleno, cuando los pezones se empitonaban con el frío en las noches de verano con la camiseta blanca y los baches de Jaén, seguían siendo los mismos de hoy, pero nuestros pechos, queridas, no sufrían tales embestidas porque estaban prietos y en su sitio.

Pues hoy he hecho lo mismo que hacía entonces y me he reído igualitico.

Cuatro motos de matrícula amarilla me rodeaban acelerando y frenando, con golpes en seco  cual moscardones en un cristal, nerviosos por salir, corriendo entre los adoquines del tranvía de Jaén, si, ese que nunca llegó a funcionar.

Tengo por costumbre ir despacito por una línea de piedra que está lisita y evitar los golpes en mis riñones, más que nada porque ya mismo cumplo cincuenta, antes de que me dé cuenta, y seré más feliz todavía de lo que soy hoy porque habré podido abandonar a mis hijos por fin.

Bueno, yo por esa acerita estrechita he llegado la primera despacito hasta el semáforo, detrás de mí las cuatro motos cargadas de adolescentes, ocho he contado.

Al dar vía libre el semáforo luciendo el verde esperanza, he iniciado la marcha a unos tres kilómetros por hora, y han comenzado las risas, hasta un caballito me han hecho, no podía parar de reír, que felices me han hecho estos chavales hoy. Me han adelantado mirándome, y al verme reír a carcajadas se les ha contagiado la risa y se meaban conmigo o de mí, no sé muy bien.  Uno de ellos me ha gritado de propina:

-          ¡GUAPA!

¡Ole ahí! Lo que hace un casco integral, que no permite que se vean bien las  patas de gallo, perdón, las arrugas de expresión.

¡La de risas que guarda mi cara que han hecho ricias con ella!

Espero que sigan haciendo surcos en mí y naciendo nuevas arrugas, que yo de vieja voy a ser muy bonita, que lo sé.

Que no se terminen las risas, que siempre estuvieron ahí, que es lo único que si se comparte, se multiplica.

Me voy a cenar con mi chico, que me está enseñando a cocinar, no sé si le costará más o menos que enseñarme música, paciencia tiene, yo me callo, me rio y pido perdón.

LVM

   

1 comentario:

  1. aaaayyyyyyy musico y con Paz no hay uno para mi en ese conservatorio , lengua rie que te pones muy guapa , aunque de los niños no te libras nuncaaaaaaaaaaaaaaaa

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