viernes, 25 de marzo de 2011

MARE MIA


Tu sacrificio no fue en vano. Estamos aquí. Tus nietos y nietas están aquí. Seguirán hablando de ti, como yo lo hago a diario de mi abuela.

Tomé una decisión, yo no hice como tú. No podría darte ese doble dolor.

Aclaremos… Un hombre bueno vivió a mi lado, pero en el día del despertar, decidí por dos, por las dos.

Yo no haría lo mismo, no seré tu reflejo en esta ocasión. Quiero que te mires en mí, me veas feliz y transmitirte un poco de mi felicidad.

No tengas miedo, pronto terminará todo. Yo no tengo miedo… bueno, ¿la verdad? tengo un miedo terrible.

No a la muerte, él no es así mamá. Tengo miedo a la vida.

A enamorarme, a que se enamoren de mí, a besar otros labios, a cocinar huevos fritos, a conducir coches, a que mis hijos no me escuchen, a que la gente no me entienda.

Pero como siempre, el miedo y el dolor, lo escondo en mi capa mágica de la risa.

Yo en mi papel de mujer segura, dura, fuerte… como tú.

Tenías mucho más que disimular, mucho más que guardar, y ahí estabas. Siempre. Cosiendo para todos, corriendo siempre. Contando chistes, y explicándolos.

Mamá, ya conocía ese chiste, pero tu explicación  siempre es distinta, y es lo mejor de todo.

Te quiero, mare, te quiero. Todo el que te conoce, te quiere. Te quieren tus hijos… todos tus hijos y tus nietos te adoran más que a sus madres.

¿Recuerdas las niñas el otro día, como te pedían que te quedaras a cuidarlas? que te harían coletas, te maquillarían, labios rojo intenso, mal pintaos, como siempre mare.

Te ofrecieron incluso, masajes en las piernas y en los pies ¿sabes? Lo que sea.

¿Recuerdas a tu madre? Idem de idem. No daba a basto. ¡qué trasiego de gente siempre!  nunca podía descansar tranquila.

Cómo me gustaba escucharla hablar de la guerra, de la posguerra, de cómo le salvaste la vida cuando se desangraba después de un parto, siendo tu una niña. Mare, como yo, guiando a tu madre ella era tu guía, mi guía.

No moriréis nunca, mira si hace años que murió mi abuela, y mis hijos la conocen como si aún siguiera viva en Barcelona.

Alguien que nació con un kilo ochocientos gramos y  en la posguerra, tiene fuerza vital para cuidar de todos nosotros hasta el final de sus días, pero si algún día te fallan...

No lo dudes, tenemos reservas de amor, el que tú nos diste día a día.
Como el que mete monedas en una hucha, como el que siembra en el campo libre.

Te devolveremos desde lo más profundo de nuestra alma, todo lo que nos diste.

Muerta tendría que estar yo, para no estar….


http://www.youtube.com/watch?v=H9LKfLdo4cc&feature=artistob&playnext=1&list=TLms3-ACoDvv4

4 comentarios:

  1. Especiales todas, madre, hija y abuela.
    Generación que creció aprendiendo de la crueldad de una guerra a amar y dar hasta quedar sin aliento.
    Dichosa tú por disfrutarlas y afortunadas ellas por ver en tus ojos el reflejo de su bondad.

    ResponderEliminar
  2. Que suerte la nuestra por haber conocido a mujeres tan excepcionales y más aún que nos hayan tocado como madres.
    Que suerte la mía de poder compartir complicidades con otra persona tan estupenda como tú.

    ResponderEliminar
  3. Querido anónimo, que suerte la nuestra, que pena los que conocieron madres con poder y riqueza... no todas, pero si muchas, madres no, madrecitas. gracias por seguir a lenguaviva,¡la gente no lee!

    ResponderEliminar
  4. Pino, yo no seré como ellas, yo no soy bondadosa. soy mala, y más que voy a ser.

    ResponderEliminar