sábado, 13 de diciembre de 2014

¿Quieres casarte conmigo?

Yo si no se quiere casar conmigo, pues que no, que ni lo intento.

-          Hola ¿Cómo te llamas? ¿Te quieres casar conmigo?

Así, en ese orden, sin dudar, con toda la naturalidad del mundo.

Si empieza a contarme problemas de su vida, o me habla de su ex, o me pregunta cuales son mis gustos y aficiones… ya hemos terminado de hablar, seguro que me está buscando peguillas.

Porque cada pregunta, es una pregunta trampa. Yo no respondo porque sé que todo lo que diga será utilizado en mi contra.

Hay que tomar ejemplo de los jóvenes solteros. No se paran en tantas tonterías, seguro que han tenido más relaciones amorosas que nosotros, pero no le dan tantas vueltas a la vida. Se gustan y viven. No necesitan que la otra persona cumpla una serie de requisitos, que además con el paso de los años es una lista cada vez más larga.

Así, los interrogatorios a los que nos sometemos los solteros cuarentones en la primera cita, hace que esto sea aburridísimo.

No quiero citas, ni conocer a nadie, ni interrogatorios, ni más candidaturas olímpicas.

Con lo fácil que es vigilar a la vecina que te gusta, sacar el perro cuando ella lo saca y que le digas cuatro patochadas y acabes casándote con ella. No plantearse  si buscabas amor o sexo, si relaciones estables y duraderas, nada. Las preguntas que no pasen más allá de:


-          ¿Qué edad tiene tu perro?

No hay comentarios:

Publicar un comentario