miércoles, 20 de abril de 2011

BUEN PROVECHO

EL PRINCIPIO DE TODO ESTÁ EN ... EXHAUSTOS

Aliviados sonríen y todo son palabras de aliento. Cógete esto, que no se te olvide lo otro, venga, os esperaremos aquí. Os queremos mucho, todo saldrá bien. Mil palabras en pocos segundos, sin perder tiempo, sin tiempo para arrepentimientos.

Aterrorizados caminan. Avanzan varios pasos fuera de la cabaña. Miran a los lados, asustados y comienzan a coger confianza. No hay nada. Desde la puerta sus compañeros los miran. Ninguno quisiera estar fuera, pero todos también lo quisieran, porque al menos, ellos puede que consigan volver a casa.

Caminan, de espaldas ya. Terminaron las despedidas. Mientras sus compañeros los miran alejarse. El guía voltea la cabeza una vez más, un último vistazo. Levanta la mano y saluda. Les quiere dar un último adiós. Ha dividido el grupo y tiene miedo de que solos no sepan organizarse sin autoridad. Voltea, abre los cinco dedos, su compañero camina delante, levanta la mano ... y siente un fuerte dolor en la misma. Fuerte, seco, un gran dolor. Al mismo tiempo un grito horrorizado y múltiple de sus compañeros. Mira su mano y una flecha gruesa y corta, atraviesa todos sus huesos y tendones. La sangre chorrea brazo abajo y no sabe ni si quiera como corre de nuevo hacia la cabaña. Antes alcanza a ver a su compañero que se vuelve a los gritos… mira atónito la escena, solo lo vio unas décimas de segundo.

De pronto un terrible sonido de hojas pisadas, muy rápido y unos brazos que abrazan por detrás al chaval. No le dio tiempo ni a gritar. Sus ojos abiertos como platos, blanco por todas partes en esos ojos y una cara de incredulidad que se alejaba en el bosque.

Corrió con todas sus fuerzas, ya no le dolía la mano para nada. No sentía dolor, el apego a la vida y la fuerza de la situación lo obligaba a correr, a correeerrr hacia su salvación: la cabaña no estaba lejos, pero parecían kilómetros. Escuchaba pasos detrás, fuertes, contundentes, corrían hacia él...

Mas rápido, mas rápido, sus compañeros saltaban gritaban, diosss, vienee,  que vieneee, decían, correeeee,  corrreeeee ¿que es eso? Correeee ...

Lo abrazaron muchos, todos… y cerraron la puerta, apuntalándola con todos los cuerpos. Corre, muebles, corre ... todos trabajaban en equipo, apuntalando puertas y ventanas, sin pensar. Y afuera…el silencio… Esperaban golpes, gritos, esperaban intentonas de acceso, esperaban tantas cosas… Pero no. No fue así.

No gritaba. Era el guía. Tenía que ser duro ante los ojos de los demás. Pero el dolor, volvió de pronto y golpeó su garganta. Tenía que gritar, pero no quería asustar. Gritos con boca cerrada descargaban su garganta. Como gritos de un parto, con dolor al límite.

Todos lloraban, gritaban desesperados, pensaban en su compañero, vieron como se lo llevaban las criaturas. Eran seres altos, blancos y desnudos. Su piel recubierta de un polvo. Piel blanca con niebla. Eso es…solo vieron eso.

Al finalizar un alarido cerrado, consiguió sacar su voz fuera con un grito: ¡¡ya estáaaaaa!!

“Si, ha pasado lo que ha pasado y hemos visto lo que hemos visto. Si, pero ahora hay que intentar salir de aquí y tenemos que mantener la calma. Lo primero, esta flecha. Necesito que me ayudéis. Una ampolla, vamos.... todos están paralizados. .... ¡¡vamoooos yaaaa!! Una ampolla. Tú, eres el siguiente, si me pasa algo, tú tendrás que coger el mando. Tienes que ayudarme a quitarme esto”.

¡Qué lástima!. Un adolescente tan joven y de pronto asumir el cargo de presidente.

Le dieron la ampolla, algo que morder pero él no estaba tan débil como kike, él no se durmió y se dejó hacer. Solo el dolor se mitigó con la ampolla y una pequeña borrachera le invadió.

“Venga, vamos, tienes que romperla”- decía, mientras su boca dormida no  retenía las babas. Babas mezcladas con lágrimas y sudor – “A la de tres ... Una, dos, .... “

“ Espera, espera,”decía el chaval.

“Noooo, vamos sin pensarlo”. Lo mira a los ojos para que coja confianza. El chaval asiste con la cabeza. Unaaa, dosss y tres…

Crackk, casi al mismo tiempo el sonido de la flecha y un gran alarido de dolor. No pudo evitarlo… no esta vez. Todos lloraban y se abrazaban, mirando hacia las ventanas y las puertas.”Ahora sácala....  aaaahhH”  un alarido de nuevo, pero algo más controlado.


El botiquín, su gran aliado. ¿Quien prepararía ese botiquín? ¿Quien viviría en esa casa?. ¿Lo habrían matado las criaturas? Seguro que si. Todo estaba como si el habitante de la casa acabara de ser cazado. Sería eso… Era imposible que siguiera vivo.

Todos durmieron esa noche juntos, muy juntos. Nadie salía del grupo. Ni para ir al baño. Al baño… juntos también. Es curioso pero pasas totalmente del derecho a la intimidad en esos momentos y te da igual oler la mierda de otro, mientras cuando te toque no le importe oler la tuya. No se separaban para nada.

Habían visto muchas películas de terror donde siempre había un tonto del grupo que salía a fumar o a la cocina por algo o al baño.... no, no, no… eso no les pasaría. Juntos todos… a todos sitios.

O todos a la vez, o todos o ninguno.

Así pasaron los días. Agotando toda el agua y comida que les quedaba. El guía pasó fiebre, sudaba, temblaba. A pesar de los antibióticos esa flecha tenía algo más que le hizo rozar la muerte con los dedos. Todos pendientes de él. Era su fuerza. Era el único que podría sacarlos de allí. Si él moría estaban perdidos. No tendrían fortaleza para intentarlo siquiera.

Caminaban por un camino empedrado de horas, minutos y segundos. Los segundos transcurrían lentos, muy lentos y formaban horas, cada día y medio. Y las horas días, que duraban meses y así pasaba el tiempo allí…. Sin ver la luz del sol.

Un día, el Guía, cuando el hambre ya no le dejaba ver, decidió abrir aquella puerta e intentar algo, esperanzado en que las criaturas no estuviesen, no habían dado señales de vida en todo este tiempo.

Todos discuten ¿salir? ¿Quedarse y morir de hambre? ¿De sed? Sus fuerzas se merman y el pánico a la muerte comienza a ser su amigo. Ya no es tan duro morir mientras sea de forma rápida. Si en ese botiquín hubieran podido encontrar algo para ayudarles en ese trance… lo hubieran utilizado juntos.

Venga, hay que intentarlo. Voy a salir. Buscaron entre todos algo con lo que defenderse, una barra de hierro de una cortina, una punta para ponerla de lanza, amarres, escudos, todo de forma casera para vestir a su guerrero. ¿Quien? quién iba a ser… no admitía ninguna otra propuesta.

Preparado frente a la puerta todos lo tocan por última vez. El hombro, la espalda, no hay mas abrazos… ya los hubo pero además es como tocar a un muerto. Pensaban.

Abre la puerta despacio, mira desde dentro por una pequeña raja, a los lados, al frente, hacia abajo. Y al mirar al suelo, no consigue comprender lo que ve.

¿Que es eso? –dice-, todos le preguntan, cada uno con palabras distintas. ¿el que? ¿que ves, que es?

Es... no puedo creerlo ... es ... comida.

No la toques, no la toques, seguro está envenenada, seguro que es una trampa para que salgamos, no... cierra, no la toques…

Así fue, cerraron en seco. Y volvió a pasar el tiempo. Mil quinientas conjeturas de nuevo, por siete, siete, los que quedaban vivos. Pasaron varias horas más, hasta que el hambre volvió a cegarles y abrieron la puerta. Todos avisados y rápidamente acapararon toda la comida y agua que pudieron y cerraron de nuevo. Así varias veces, hasta tener todos los víveres con ellos.

Eran manjares extraños. Frutas que nunca vieron. Carne, verduras, agua, pan, de todo.

Era como un sueño dentro de una pesadilla. Pensaron… si tiene veneno, pues mejor, terminará esto. Y comenzaron a comer con ansia.

Pasaron de nuevo los días, largos y lentos. Y de nuevo rondó la idea de intentarlo. Esta vez saldrían todos, equipados para la batalla. Se prepararon, se entrenaron, hicieron todo tipo de armas con los muebles y los utensilios que pudieron encontrar. Siete adolescentes que habían visto muchas películas de acción se envalentonaron y se animaron los unos a los otros. Todos menos uno… No podía caminar. Debía permanecer allí hasta su regreso. Con él, una chica, la que lo cuidaba con esmero desde siempre. Pequeña, delgada, al contrario que él. No les unía una relación de amor, si no reconocer en el otro a un igual, igual en debilidad respecto a los demás. Temía a la oscuridad, temía a los ruidos, tanto miedo no se puede llevar en el camino. No puedes conducir un coche si tienes miedo a estrellarte a cada momento.


Llego el día de la partida. Todos acojonaos, para que mentir. Vigilantes caminan y caminan, no les queda más remedio. Y sorprendentemente, los dejan caminar…
Pasan días caminando. El mapa señala la salida, claramente. Todos están eufóricos, van a conseguir salir del bosque, según el mapa. De pronto, a la vuelta de un recodo en la montaña, escondido como mísera alimaña, un muchacho de su edad. Ensangrentado, con los ojos vacíos, mirando a ninguna parte., con la mente muerta y el cuerpo paralizado.

¿Quién es? ¿Será el morador de su cabaña? Lentamente se acercan. Se encaja más aún en su refugio, con los ojos abiertos como platos, pero sin ver nada. Muerto de miedo.

Una muchacha valiente, la única del grupo. Se acerca “ssss, no te haremos daño, sss”

Su cara desencajada, refleja el terror vivido pero ante la imagen de ella se relaja y las lágrimas brotan de sus ojos, sin gesto alguno de dolor. Solas escurren por su mejilla, hablando de todo lo que le pasó. No dijo palabra.

Ella limpió su cara con un pañuelo. Sangre y lágrimas. Y le ofrece agua.

No comprendía su ofrecimiento y el agua brotaba por su boca, sin tragar ni gota. Solo húmedos sus labios, al quitar la botella saboreó.

¿Quien eres? ¿Que haces aquí? ¿Que te pasó? ¿Estas solo? ¿Vives en la cabaña? ¿Donde están los demás? ... esa fue la pregunta que le hizo reaccionar. Giró la cabeza, miró uno a uno a la cara, a los ojos, y volvió a la cara de la chica. Muy lentamente dijo: “muertos”

Esa palabra golpeó uno a uno todos los corazones. Lo sacaron de su agujero y le dijeron que estaba cerca la salida, que estaba todo controlado, que viniera con ellos. Casi sin fuerzas, accedió. No le quedaba otra. Y caminaron juntos los seis.

Se hizo la noche y pronto el frío se apoderó de ellos. Juntos, muy juntos, acomodaron sus cuerpos en un lugar más o menos seguro. Un ripio les protegía la espalda y ella hace la primera guardia. Con su lanza alzada, esperando avisar si algo se movía en la noche.

Duermen todos, menos él. El nuevo no confía en la destreza de estos supervivientes y comienza su huída. Ella se percata y  le sigue de cerca. Lo llama intentando que entre en razón. Pronto se alejan del grupo. No se acuerda de avisar a los demás. Todos duermen indefensos..

Caminan por el bosque totalmente a oscuras, no hay luna ¿bueno? ¿Malo? Nunca se sabe. Bueno para no ser vistos. Malo por no poder ver que se les avecina. Malo para no ver donde ponen los pies, incluso casi imposible de encontrarse entre ellos. De pronto un grito de los dos… casi al mismo tiempo. Una gran caída entre matorrales. ¿Donde están? están en un gran agujero escavado en la tierra. Magullados, exhaustos, golpeados y aturdidos por la caída, se miran a los ojos y se abrazan, con miedo a su alrededor
¿Que es eso? ¿Donde están?

Mientras tanto, todos duermen indefensos, confiando en su guardiana. Espalda con espalda, alineados de espaldas al ripio. El primero, tranquilo, acomoda su postura y voltea hacia su compañero. Cara con cara, sus respiraciones se juntan. De pronto un sonido los alerta. El grito de sus compañeros. Abren los ojos de golpe, se miran, y un tirón en seco del primero hace que su cara desaparezca en segundos. Arrastrado de los pies, golpeado como a un animal muerto, desaparece entre los pinos. Golpe a golpe. Ante la atónita mirada de sus compañeros que se ponen en guardia para la defensa.

¿Que defensa? están como peces en una pecera. No debían haber salido de la casa, nunca lo conseguirán.

A la mañana siguiente, otra vez dos mil conjeturas, por tres que quedaban. Debemos volver, no tenemos ninguna posibilidad. A lo mejor no han muerto, a lo mejor alguien los tiene solo secuestrados.

Mientras tanto en el agujero, consigue balbucear alguna palabra con ella. “No podíamos salir de nuestra cabaña, pero tampoco quedarnos. Uno a uno fueron matando a todos, a todos. Yo me escondí, pero también nos mataran. Estamos aquí para eso, para ser su alimento. He visto como entre varios, devoraban a un compañero, como si de un pollo asado se tratara. Peleando por las mejores partes de su cuerpo. Delante de los demás, sin ni tan siquiera intentar pararnos. Se toman su tiempo. Conocen el bosque y somos un juego de niños para ellos...” un llanto impotente se apodera de él. Se rinde.

Un ruido afuera, se abrazan, esperan. Están aquí. Ya van por ellos, ha llegado su momento....

Amanece. Deciden volver a la cabaña. Esperan encontrar alimento o al menos agua y refugio allí. Vuelven caminando. Ya no se esconden. Saben que si quieren los atraparán… para qué guardar silencio. Están convencidos de su presencia. Los escuchan seguir sus pasos, en los árboles, en el suelo, por el aire. Han escuchado alas planear, como las de un búho, una vez vieron a uno en el bosque y conocen ese sonido.

¿quien será el siguiente? pregunta. “¡Cállate! no digas eso, llegaremos. Sigue caminando”

En todas las películas de aliems y fantasmas habían visto como siempre atrapaban al último de la fila, cuando de pronto, ante sus propias narices y sin mediar un segundo, algo se descuelga de un árbol, delante de sus narices abraza al primero tapando su boca, y desaparecen los dos. Segundos de silencio. Petrificados quedaron. Tragando saliva y cerrando los ojos rezaban, no les quedaba más remedio que creer en Dios en esos momentos. Unos segundos más. Otro momento y .... el esperado grito atronador de su compañero.... silencio de nuevo.

En ese gran nicho circular, la noche da para mucha conversación. Conectan. Se encuentran. El miedo les une. Saben que no les queda mucho tiempo. Han de hablar de lo que hicieron y lo que no harán jamás. Están muertos en vida. Lo saben. Están en su nevera. Hace mucho frío allí. Se abrazan. Se acercan. Se miran con lágrimas en los ojos y sus labios se funden en un beso definitivo. El último que darán en su vida. Lo saben, son conscientes de que la muerte está cerca y la reciben con dignidad y valentía. Ni tan siquiera intentaron salir, era imposible. Para que perder el poco tiempo que les quedaba.

Abrazados escuchan sus pasos, se miran a los ojos, se abrazan y esperan. Ya está. Han llegado. Muchos además. Son muchos. En la boca del agujero pelean por el festín. Ellos son la cena. No miran hacia arriba. Solo se miran, se besan y se rinden.

En el otro escenario de la tragedia, consiguen llegar a la casa. La puerta está abierta… mala señal. Al entrar en la cabaña,  horror, horror, horroroso. No hay rastro de sus amigos, al menos de sus cuerpos, pero su sangre y algunas vísceras están por todas partes. Por todos sitios. Que horror. Están muertos…

Entran en pánico. Cierran todas las puertas y ventanas. Apuntalan. Lloran. Risa nerviosa también. Locura. Inmóviles escuchan los sonidos de afuera. Pasos, respiración, rastreo de un animal buscando a sus presas. Piensan… entrarán en cuanto quieran.

Estaban equivocados... ya estaban dentro.

No hubo tiempo de despedidas, devoraron al último de sus chavales, no quedó nadie, nadie. No tendría que dar explicaciones a los padres, sabía que él estaría muerto también.

Sale corriendo de la cabaña y desde el cielo una criatura, cual halcón lo divisa y cae en picado. Imposible huir. Se voltea, abre los brazos en cruz, cierra los ojos y piensa: “será mi último vuelo. El vuelo final. El vuelo de la muerte”. Siempre quise hacerlo, volar desde un peñasco,desde lo más alto de aquella colina que culminaron todos con cansancio, risas, sudor y satisfacción. Imaginó que ese momento había llegado y mientras, la criatura hacía realidad ese sueño. Divisó desde lo alto el bosque. ¡Que bosque tan extraño¡.  

En el centro, un gran palacio. Con caminos que conducían desde todos los puntos del bosque, como ríos desde su nacimiento. Muchas criaturas, recorriendo la muralla, vigilantes, expectantes, viene algo de comida. Hay que ser avispados para no perder un buen bocado de carne fresca. La mía.

Ahora lo comprendía todo, ataba todos los cabos. Las botas, aquella mañana, para que no salieran unos días más. Las cosas meticulosamente ordenadas, como el que ordena una casa de muñecas. Ajenos a esos utensilios. Solo era un escenario para su comida. Comida viva. Una jaula para sus conejos. Nosotros.

¿Donde estará este bosque? ¿Donde?... caminamos mucho hasta llegar. Ya les dije que ese no era el mapa que teníamos al principio. Que no coincidían las coordenadas ni las escalas con el que me dieron con el material de acampada. Todos se rieron de mí cuando dije que no era mi mapa… varias veces lo dije. Ahora lo comprendo todo.

A lo lejos alcanza a ver una excursión de niños perdidos, que se acercan a una cabaña ¡noooo es una trampa, es una trampa!,  les dice ¡Noooo!, son simplemente tramperos.

Revolotea vigilante una criatura a lo alto, ellos no la ven. Ahora comprendo todo, se nos perdió la brújula... desaparecía nuestra comida, nos echábamos la culpa unos a los otros.  Ahora comprendo. Ahora comprendo…

Cazadores, tramperos. Somos su comida. No es la única cabaña, tienen trampas por todo el bosque y las chimeneas humean y ....están bien alimentados, por eso aquella comida cuando estábamos tan hambrientos. Durante todo el invierno, las criaturas, duermen y al llegar la primavera, sus alacenas están llenas.

Ellos se encargan de que se llenen. Somos solo..... comida. Caza. Buen provecho compañeros ¡¡ Vamos!! ¡¡ A comer!!.

CONTINUARÁ EN ... ANTES DE MORIR

9 comentarios:

  1. Madre mia, que cague... menos mal que no duelmo sola esta noche jajajajajjaa

    Es que me pasa eso y nose lo k hago!

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  2. Aliciaaa, menos mal que te tengo para comentar, si no pensaría que no hay nadie al otro lado. gracias. Imagina que esta noche duermes en un bosque y al raso. jajaja,como mis chicos, a los que les contaba estas historias. Un beso grande, y de nuevo, gracias.

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  3. Q TRIPI MAS BUENOOOOOOOOO JJAJAJ

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  4. Da para una peli, muy chulo!

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  6. Realmente bueno... pero ahora no cojo el sueño

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  7. Muy bueno. Menos mal que llueve y no duermo en el bosque hoy. Oh, no! Mi piso está lleno de comida, la chimenea humeante... ya decía yo que estos del pueblo son rarejos... nooooooooo!!!!!!

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  8. No ha terminado, esto no se queda asíiii, ¿ qué pasó con la pareja del agujero? ¿mueren? ¿escapan? ... mañana lo sabréis. ¿Terror? error mejor amor. Lo que más os gusta marranos y marranísismas.

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