sábado, 9 de abril de 2011

DALES EL DESCANSO ETERNO, SEÑOR

Como han crecido… en número, en edad y en madurez musical.

Ella escucha atentamente con dolor el  réquiem de su amor, lo peor lo toca su hijo, el que creció.

Siempre sonreía y ahora, su cara está relajada, seria.

Refleja el cansancio de su agonía. Si, no quiere que se largue después del Réquiem, pero lo desea por él, para que no sufra.

Al escuchar la música y conocer la letra, me percato de que es un joven músico que se está muriendo, como murieron tantos… tan jóvenes. Es un valor añadido a una carrera musical, el morir joven. Hoy y hace más de doscientos años, lo mismo.


Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart (1756–1791)

Fragmentos de la letra de la Misa de Réquiem en re menor de
Dales el descanso eterno, Señor, y que la luz perpetua los ilumine.
Atiende mi oración, todos los cuerpos van a tí.
Día de ira aquel día en que los siglos serán reducidos a cenizas...
Cuánto terror habrá en el futuro cuando venga el Juez
a exigirnos cuentas, rigurosamente!
La trompeta, esparciendo un asombroso sonido
por los sepulcros de las regiones reunirá a todos ante el trono.
La naturaleza y la muerte se asombrarán
cuando resuciten las criaturas para responder ante el Juez.
Y por aquel profético libro en que todo está contenido
el mundo será juzgado.
El Juez, pues, cuando se siente todo lo oculto saldrá a la luz,
nada quedará impune.
¿Qué podré decir yo, desdichado?
¿A qué abogado invocaré, cuando ni los justos están seguros?
¡Sálvame, fuente de piedad!
Buscándome, te sentaste cansado, tanto trabajo no sea vano.
Juez que castigas justamente, otórgame el perdón antes del Día del Juicio.
Gimo, como un reo, el pecado enrojece mi rostro; perdona, Dios, a quien te implora.
Tú que absolviste a María y perdonaste al ladrón, también a mí me has dado esperanza.
Mis ruegos no lo merecen, pero tú, bueno como eres, haz benignamente
que no sea yo quemado en el fuego perenne.
Dame un lugar entre las ovejas y separándome de los cabritos, colócame a tu derecha.
Rechazados ya los malditos, y entregados a las crueles llamas, llámame con los benditos.
Suplicante y humilde te ruego, con el corazón casi hecho ceniza, apiádate de mi última hora.
Libera a las almas de todos los fieles difuntos, de las penas del infierno y de las profundidades del lago.
Líbralas de la boca del león, que el abismo no las absorba, ni caigan en las tinieblas.

Súplicas y alabanzas, Señor, te ofrecemos en sacrificio.
Acéptalas en nombre de las almas en cuya memoria hoy las hacemos.
Hazlas pasar, Señor, de la muerte a la vida.
Santo, santo, santo es el Señor Dios de los Ejércitos.
Llenos están los cielos y la tierra de su gloria.
Hosanna en las alturas
La luz eterna brille para ellos, Señor.
Descanso eterno dales, Señor,
y que la luz perpetua los ilumine.


No fuimos los primeros en escribir vomitando ¿ves?
Uyyy qué osadía compararme con Mozart… yo no quiero morir tan joven…

2 comentarios:

  1. Y la maldicion de los 27? Hendrix, Joplin, Cobain (aunque ese no hicieira musica) Buddy Holly... Y no sigo que me da yuyu.

    Menos mal que no soy músico de rock...

    Me voy a pescar al huerto... Y si no pican, Dies Irae!!

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  2. La muerte, es en ocasiones liberadora. Da fin a tu lucha. Tu cuerpo descansa como después de un tocamiento impuro. Lo se, he vivido la muerte ... la recuerdo de cerca. Era muy chica, y pensaba, que no me ocurría a mi. Mis últimas palabras, antes de sumergir por completo mi cuerpo...rendida ante ella, dejándome morir, en sus brazos fueron: “Déjame, tito, déjame ya”

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