Plato fuerte, ¿cómo te has quedao? estoy marea… tiene la edad de mi hijo.
Yo podría ser la madre que escucha los disparos desde su ventana.
¡¡¡¡Maldita seaaaa!!!! cómo pueden existir seres humanos con tanta maldad y sangre fría…
¿Prisión? ¿solo prisión? ¡¡¡Ablazadle los putos huevos a esos cabrones!!!
¡Yoooo! yo tengo esa sangre fría, yo soy capaz de apretar el gatillo contra ellos.
Lo digo de verdad… de niña mataba conejos de la granja de mis padres.
Eso me hizo tener en según que momentos mucha sangre fría… y golpear en seco.
Pasas el lomo por la columna del conejo, estirado bocabajo, llegas a la nuca… y ¡Zas!
Y no sentiré mala conciencia nooooo!!!. Dadme a mí las balas…
Uno a uno terminaré con ellos, como en un mal sueño. No recordaré nada al despertar.
Seguiré sonriendo, satisfecha. Con mi capa mágica de la risa.
A veces, debemos cruzar la línea de la ilegalidad. Yo siempre lo dije, un grupo terrorista feminista, para terminar con los maltratadores, violadores, y asesinos confesos y con testigos. Los que matan a la mujer delante de sus hijos.
A esos… nada más terminar la condena, poner un puto pie en la calle, y ¡! Boommm¡!
Yo me encargo de matar a esos conejos.
Perdón por mi radicalidad, es así la lenguaviva ¡Que le vamos a hacer¡
Me mueve el amor al ser humano… Parece que veo a mi hijo en las imágenes….
Hmmmm... ¿sin saber qué ha hecho el chaval?...
ResponderEliminar¿y quién sería el verdugo del verdugo? Porque este también ha matado, habría que buscar otro verdugo y otro para éste.... eso si que sería un luping. Tós muertos menos el último...
ResponderEliminarGeorge, el chaval, solo volvía de dejar a la novia. Los policías simulan un tiroteo, para ponerse medallas. ¿no merecen igual castigo ?
ResponderEliminarYo se lo daría, que se pongan a tiro...
Rosa, pues tos muertos. Yo la primera. Pero estos seres, no pueden quedar impunes, y lo hicieron, por miedo a represalias.Yo disparo, y si me pillan que me disparen. De algo hay que morir.
Lengua, no sabes como te entiendo.
ResponderEliminarToda mi vida he estado profundamente en contra de la pena de muerte porque creo que un Estado debe ser justo pero nunca vengativo.
Pero a las personas no se les puede exigir la misma frialdad para afrontar un hecho tan doloroso e injusto.
Un desalmado asesinó con saña a dos de las personas más buenas, generosas y que más me han influido en mi vida.
La jueza le condenó a 35 años y yo, aunque seguiré opinando en contra de la pena de muerte impuesta por el estado, lo hubiese matado con mis manos lentamente y sin remordimientos posteriores, afrontando las consecuencias necesarias.