jueves, 18 de agosto de 2011

RISAS


Estaba tan cansada que no escuchaba ni hablaba. El frío aumentaba por momentos. Empezó echándome encima una sudadera, luego un polar, luego la capucha de la sudadera, una sábana y por fin le trajeron su saco.

Ni corta ni perezosa, se descalzó y se metió de un golpe. Calentita y tumbada en la silleta, poco a poco dejó de escucharles. Sus voces, se alejaban más y más. Rodeada por sus amigos se encontraba tranquila. No puedo quedarse sola en casa, no podía quedarse a pesar de contar con más gente que no la dejaría. La noche es muy larga, da para pensar y presa de sus pensamientos, presa de su tristeza no sabía si podría aguantar así dos días.

Una vez allí, enfundada en su saco, respiró tranquila.

Una risa salvaje perturbó su sueño. Abrió los ojos con celeridad y se incorporó de golpe, alcayata. Miró asustada a su alrededor y solo sus amigos la miraban, y sonreían y les hacía gracia su cara de sueño, sus ojos abiertos y sus preguntas sin sentido:

“¿Quién eres? Ahhh, sois vosotros” y volvía a dormir.

Pasaron unos minutos y volvió a sonar la risa, esta vez no era tan amistosa. Abrió los ojos y respiró de nuevo. Eran sus amigos pero estaban más cerca o al menos es la sensación que tenía. Siguen sonriendo pero su cara era menos expresiva. Vuelve el sueño, sigue durmiendo.

No tardó en volver aquella risa, no tardó su sonido, esta vez sonaba más aterradora, sabía que eran sus amigos pero esa risa era distinta esta vez, estaba bañada en maldad.

“No voy a abrir los ojos” comenzó a sentir miedo. Los abrió despacio, sentía su aliento, su silencio, su presencia. Abrió los ojos y estaban todos muy cerca. Sus rostros inexpresivos totalmente, sus bocas abiertas, ya no sonreían. Sus miradas se clavaban en ella. No hablaban. Solo la observaban. “Cierra los ojos, cierra los ojos, es solo una pesadilla” a duermevela todo parece ser fantasmagórico.

Ya no conseguía dormir, estaba totalmente despierta y se hacía la dormida para observar… para huir.

El silencio se fue rompiendo con una respiración ronca, como un ronquido nocturno, natural, como los que se escuchan a diario en el campamento, solo que este era más lento. Su respiración era aspirada, lenta… aspiración, expiración, ronquido intermedio, expiración, aspiración… se escuchaba entrar el aire y en la expiración un ronquido lento, sordo…. como las palmas flamencas sordas.

Estaba paralizada, el miedo hizo que no pudiera controlar su vejiga, era imposible controlarlo y además le daba igual. Ella solo quería que se fueran. No tenía escapatoria, no podía huir. Solo podía esperar que no fuera una realidad,  que fuese solo un mal sueño… una pesadilla ¡tan real!

Un ruido de plástico suena a sus pies; era el saco de dormir, plata, tela de aluminio para aislar del frío. Alguien agarraba poco a poco sus tobillos. Lenta, no podía moverse comenzaba a notar un frío que atravesaba el saco. Poco a poco, manos con dedos como grilletes rodeaban sus piernas. Ya no solo estaba inmovilizada por el miedo, estaba atrapada.

A ambos lados de sus hombros, sendas manos, frías, gélidas, muertas, inmovilizaban su tronco. El saco estaba cerrado, serviría de mortaja, no podía moverse… ahora no.

El frío de esas manos recorrían su cuerpo, se acercaban por el cuello hacia su cabeza, subía por sus piernas a su vientre.

Es como si le arrancaran el alma lentamente. Solo quedaba caliente su cara. Temblaba toda como cuando muere un desangrado, convulsionando, golpeando la hamaca que saltaba incluso del suelo.

“Abre los ojos antes de morir…” escuchó

“Abre los ojos y mira de frente a ala muerte” escucha continuado por una risa aterradora.

“¡No lo haré! si los abro, será mi final”

“¡Abre! es una orden…”

Abre un ojo lentamente, intentando que no la descubran y alcanza a ver a la autora de la voz, de la risa. La reina dirigente de los muertos.

Su tez blanca contrasta con las dos cuencas negras que sustituyen sus ojos, no existían. Su boca… llena de dientes, sin labios, no sonríe… es solo la ausencia de carne.

Su corazón late muy deprisa, en aquellos días estaba bastante delicada, tenía que frenarlo pero…

¿Cómo llegar hasta sus pastillas?

“¡Abre los ojos!” Una voz de ultratumba, le hizo obedecer la orden y de un golpe por instinto los abrió.

“AAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH” gritó.

“¡Nena!, ¡nena tranquila! que no pasa na, ha sido una pesadilla”.

Le va a estallar el corazón. La cara de preocupación de todos, hacía intuir que llevaba un rato sin poder salir de allí, de aquel sueño macabro.

Sus amigos sujetaban con cariño, sus tobillos, sus piernas, sus hombros, todos preocupadísimos, con cara de miedo, por ella.

"No se puede una dormir con la luz de las linternas y la risa de una pantera. Esto me pasa por tenerte cerca".
  


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