viernes, 26 de mayo de 2017

APLÍCATE EL CUENTO

Me encorajo cuando veo que un malo hace daño a un bueno, tanto que tengo que llamarlo tonto, al bueno claro.

A los malos los llamamos listos porque consiguen cosas sin escrúpulos para dañar. Debemos identificarlos y señarlos con el índice en posición estatua de Colón. 

Me da coraje, me cabrea cuando un malo hace daño porque puede. Hay una formula infalible contra ellos:

La indiferencia. 

La indiferencia los debilita, es un arma letal para ellos. Nosotros nunca seremos indiferentes para ellos, todo lo bueno que nos pase será su mal. 

Me cabrea, pero soy la primera que debería llamarme tonta, a pesar de que los tengo identificados, etiquetados y agrupados en mi archivo de malos, al final, una voz interior me dice que quizás esté equivocada y una y otra vez me acerco para ver que tal va su vida, esperando una respuesta positiva, de cariño, de alguien que lleva días y días reposando su veneno, esperando que te acerques para escupírtelo a la cara. Así son los malos, y así somos los tontos.

Cada día soy más tonta, me confundo y borro sin querer algunos contactos, espero que pronto no tenga ni que hacerlo, porque estén tan lejos en mi vida como algunos, que ya están muertos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario