martes, 2 de mayo de 2017

VUELVE CARIÑO

Hay hombres y mujeres que se sienten tan unidos a sus parejas que son un todo. El mérito es compartido sin echar cuentas de quien puso más esfuerzo. Hombres que hablan de lo bien que cosen a máquina cuando no saben ni enhebrar  una aguja para dar un punto atrás. 

Otras que respiran tranquilas por haber pagado la casa cuando en su vida han generado un euro. 

Otros y otras que se sienten guapísimos, altísimos y  fantásticos con ese vestido rojo ceñido y sus tacones de quince centímetros.

¡Depílate al menos! ¿no te ves? 

Cuando estás así, fagocitada, no adviertes lo que está ocurriendo. 

Hablan en plural de sus hazañas, cuando es tuyo el esfuerzo. 

Piensas que es amor y admiración que te tienen.

Solo eres una extensión de aquel ser, el gran ser.

Eso no es amor. Amor es sentirse un trol a su lado, amor es verlo grande trabajando, amor es sufrir por sus dolores, el amor es otra cosa que muchos no han podido sentir excepto por ellos mismos.

La nostalgia embellece sus recuerdos cuando mira la piscina y piensa: 

- ¡Qué bien me quedó! 

No recuerda bien quien lo hizo, si fue su extensión o él mismo el que puso el granito de arena y cemento. No recuerda el tirón de espalda en la primera hilera de petacas, ni las sesiones de fisioterapia.

Terminado el armario de la escalera, cuelga su chaqueta y piensa: 

- ¡Qué práctico!Mira que empezó siendo una idea absurda de mi mujer, y al final ha me ha quedado muy bien. 

Terminada la obra en casa, hemos de agradecérselo, solo por el hecho de que haga la vista gorda y de su consentimiento. 

Todo lo bueno fue idea suya y lo malo, lo malo si lo dices es porque estás mal de la cabeza.  Encima amenaza con demandar por difamación. 

Espero que sigas escribiendo libros y que esta noche me haga una bicha, eres muy trabajador, nos sacarás a todos adelante.

Gracias cariño, no sé cómo pude abandonarte todos estos años, siendo como eres nuestro faro y guía. 

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