jueves, 8 de septiembre de 2011

QUE PEEEEGGGTEEEEE

Como un programa de radio, pero directo al sentido del olfato, existen personas que emiten ondas, casi visibles como las almohadillas de los comic, los zagssss, las líneas curvas que se dibujan para dar vida al movimiento… así hay personas que en su vida diaria no sienten la humedad del agua, carecen de glándulas pituitarias y respeto por los demás.

Cuento la historia de una persona, a la que le cedían el asiento en el bus, ese y cinco de su alrededor, cuento la historia de una persona que no comprendía el porqué de su aislamiento… su falta de higiene personal se había convertido en su enemigo.

Tengo un olfato que huele una cebolla podrida, metida en un recipiente de plástico, en el armario de las patatas, desde el portal de mi casa, tres plantas más abajo.

Tengo un olfato sabueso que es capaz de sacar lo peor de mi, si no huelo, si hueles a nena, si hueles a agua, prepárate que te como.

Tengo un olfato y un gusto por lo fresco, que me hace comer fruta todo el tiempo.

Pues bien, todos no tenemos ese mismo olfato, ni el sentido de la responsabilidad de convivir con otras personas que han de ganarse el pan.

Su olor salía por el pasillo y golpeaba nuestras caras a diario. Su olor provocaba miles de comentarios. Su olor torturaba a los más cercanos, dañaba el cerebro de tanto olerlo y mezclarlo; con ambientadores, con comentarios de disculpa, con frío de la calle para que se diluya.

Ella, triste y sola, se preguntaba “¿seré yo señor?” Y la gente de su alrededor “¿pensará la gente que soy yo?”

La imaginábamos desnuda, al menos allí la ropa lo evitaba; con un batallón de moscas a su alrededor paradas en sus tres puntos cardinales, sobaco, sobaco y chuminera. Este es el caso de una chica, pero pueden existir variantes. Sobaco, sobaco y cojonazos. Y si encima se le suman los dos puntos de los pies,¡ ya no te falta de na chico! eres una equis, un completo emisor de ondas odoríficas.

¡Con lo que nos reímos ayer, y me está saliendo esto muy triste!. ¡Joder!.

Y va un valiente a comerse la flor y está deseando que se le escape un peo para poder respirar, está tan mareado que piensa: “ contigo nena, como en otro planeta, voy a reventar me falta el aire cuando te lo como, la presión en mi pecho, la respiración entrecortada ¿ será el amor ? Esto es vivir peligrosamente una intoxicación chumínica”.

Y va una valienta a comerle la boca, y recuerda aquella canción de los ochenta: ¡ tu boca huele… como un escape de gasss, más más más más más…!!!

Así no se puede trabajar ni amar. ¡Esto es una estafa!.

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