Jaén, ¡Qué mierda de ciudad!
Solo nos queda follar.
Vivo en el casco viejo, justo al laito del centro. Por diez
euros he cenado con mi hija y veníamos pensando en la suerte que tenemos por
ser tan felices a pesar de la mierda de ciudad donde vivimos.
Anoche salimos las dos y nos chocamos. Los padres y los
hijos van a los mismos sitios.
No hay nada que hacer, a parte de algunos poetas, músicos y
sobre todo, mucha maldad con las bromas.
Que te ríes quieras o no, que cantamos anoche flamenco. Yo
no, yo no canto.
Menos bailo.
Es porque la soberbia. Sé que no lo hago bien.
La sensación de ser un personaje en tu pueblo, pues hace que
no puedas hacer cosas que no haces bien.
Bailo de puta pena, no lo digo yo, lo piensa hasta mi mi seño
Mamen aunque no me lo diga porque me quiere.
Hoy fui al primero de mayo. Salí corriendo, recogí la casa, doblé
la ropa, no me dio tiempo a barrer.
Me eché un siestón de dos horas, claro está que anoche a las cuatro de la mañana seguía viva
y coleando.
Después me fui a ver a mi Vacarris, tenía muchas ganas de verla.
Pero es con razón. Me quiere.
Me lo demuestra, estando a mi lado todo el rato. Me tira el
agua para hacer cemento, pero yo la perdono porque tiene mucha gracia la
joia.
He llegado a casa a las diez, me he ido a cenar con mi hija a
las diez y diecisiete.
Por diez euros en el bar barato.
¿Lo he dicho? No sé.
¿Qué más se puede pedir?
Vivo en una ciudad de mierda, pero me tiene enamorá.
Me gusta cenar donde los adolescentes. Los veo y pienso:
- Coño que se puede ser infeliz en cualquier sitio y feliz en el momento que te en cariño.
- Coño que se puede ser infeliz en cualquier sitio y feliz en el momento que te en cariño.
Aquí cariño si hay un montón.
Tanto como baches en sus
carreteras.
LVM
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