domingo, 5 de junio de 2011

JUGANDO A TUS JUEGOS

ver antes ... A TU SERVICIO

Enfadados por tonterías, problemas de agenda y de espacio personal, llega la noche. No se hablan y están juntos en casa, es más difícil así…

Ella se fue hacía meses a vivir a su casa, los niños cada vez la querían y la necesitaban más. Es inevitable, bueno y malo a la vez. Sin la responsabilidad de ser madre, pero con el cariño de una gallina clueca, ella poco a poco insertándose en esta familia. ¡Que vitalidad tienen! ¡que saltos meten!, con una destreza a veces sorprendente ...“estos niños para el circo... !”

Poco a poco se fue metiendo en su seso con el sexo y las caricias de voz, conquistada, hipnotizada ¿enamorada? No quiero, no que luego duele... nunca mejor dicho, no sospechaba el final que le esperaba.

Él no tenía familia en la ciudad por lo que todos los domingos comían con su madre. Eso desató la discusión, momentos antes de salir. Se queja de la rutina familiar, de la falta de espacio, pero se deja querer. Sigue guardando su porción infranqueable misteriosa para si. Ella sospecha, tiene miedo... pero se relaja de nuevo.

Pasa mucho tiempo jugando a videojuegos, ella se lo echa en cara.

“Quiero simplemente pasar el día jugando a videojuegos contigo. Y que me hables, como hacéis vosotros, en conversaciones entrecortadas cuando llega un momento de peligro o susto en el juego. Piensa que soy virgen en eso, nunca lo hice. Será una experiencia nueva, también para ti.”

Él se lo piensa, pero nunca acaba por invitarla.

Cuando la tiene delante y los niños le dejan, solo piensa en una cosa. Es lo que le provoca esta mujer, no hablar ... no. ... solo quiere comérsela. Su boca, vientre, su sexo, todo es tan apetitoso, que no puede pararse a tontas y un día por otro dejan de lado lo importante, jugar a sus juegos, hablar.

Para ella, la estética exterior nunca fue prioritaria, un gran abanico de personas entraba dentro de su prototipo de hombre y de todas las edades, dentro de unos límites claro.

Pero... por dentro tenía que ser un ser espectacular, él lo era.

Él tenía un problema y es que en el aspecto externo le gustaba mucho idealizar y normalmente siempre se llevaba muchas decepciones, le gustaba imaginar que la gente era cosas que luego no lo son ni de coña, aunque conforme se fue haciendo mayor, eso iba desapareciendo, la realidad siempre te pega en las narices y te quita la imaginación. Encima te quedas sin un duro, buscando y buscando.

Llegan a casa de sus padres, otro domingo más, enfadaos. Ponen la mesa, apenas se hablan pero comienza un juego de miradas, al principio de enfado. Solo al principio… Poco apoco, él comienza a reírse con los ojos, haciéndole guiño de enfadao. Ojos en línea, cejas arrugas y con su boquita apretá enU. Ella se ríe, en segundos, terminó el enfado ipso facto.

Comienzan los roneos, bajo la mesa chanclas de verano y faldas cortas, nada de medias, calcetines ni barreras. La conversación banal, lo mejor para el momento, conversación de familia, de domingos: como fue todo esta mañana... los niños... ah ... mmm ah ... los niños, si... bien... están aprendiendo... bla...

Deja la chancla al lado y avanza bajo la mesa, sus ojos, ya no son achinados, son ojos de demonio, con su nueva perilla y esos ojos, grandes con cejas pobladas, es increíble el miedo que da cuando se insinúa. Más o menos como el que da cuando hacen el amor.

Siempre fue muy callado, puede concentrarse en eso, pero ella, ha de seguir la conversación mientras nota como le rozan sus pies, suavemente, como un susurro de caricia lenta, sin prisas. ¡Que alivio!, solo quedará la cosa aquí, mas que suficiente para descentrarla. Dice cosas incongruentes, su madre le regaña,

“¿ que no te has enterao de lo del accidente? Niña en que mundo vives, no ves las noticias, se ha cargao al otro...”

Ellos no escuchan ya nada, un roce comienza a subir por el interior de su pierna, baja, sube la otra pierna... solo hasta las rodillas y desaparece. Necesita más, no puede quedar en eso, a pesar del mal rato que está pasando…

“¿Pan, quien quiere pan?”

El se levanta, mirándola como sabe, nadie mas se dará cuenta, pero ella, se excita solo con esa mirada. Muerde levemente el labio de abajo dejando ver sus dos paletas y un golpe fuerte en su vientre y en su pecho, la deja sin aire a mitad de la frase.

“Niñaaaa. ¿Que te pasa? me preocupas.”

“Nada mamá… se me pasó el líquido por el otro lado.”

Se levanta, sigue su tortura, la roza en el hombro y la besa despacio, en la mejilla. Sus padres piensan, que hombre tan tierno, pero… ese beso no era tierno, si en la mejilla, cerca de su cuello, pero con lengua. Nada de un beso tierno, todos lo pensaban, pero no era así.

Vuelve pronto con el pan, ella ya no quiere ni mirarlo, pero por el espejo de la cómoda, esos grandes que tiene todas las madres, solo ella puede verlo y sigue en sus trece, está dispuesta ha hacerle pasar un mal trago, a pesar del buen vino que hay en la mesa.

“¿Todo bien ?” ¡¡encima pregunta!!

Ella le pide con la mirada que lo deje, que pronto llegarán a casa y podrán jugar a sus juegos, a los marcianitos, a aquel que daba tanto miedo, a los ... alienígenassss.

No está dispuesto a dejarlo así, vuelve una y otra vez a mirarla, cambia su mirada para sus padres, la normal, la de diario, pero ataca con la otra una y otra vez. Muerde su labio una y otra vez. Nadie se percata. Está indefensa, no puede pararlo es un alienígena.

Nota como rápido sube por la pierna, pero esta vez, el pie entero, apretando sus muslos, con fuerza. Él sonríe y piensa; “estás caliente y húmeda. ¿si no te he hecho nada?”

“Cariño, te veo blancuza, te pasa algo” – le dice en voz alta para que todos la miren.

“No sé que me pasa, estoy algo mareadilla, será el vino” ¡maldito, ¿encima?!

Él sonríe, incluso abre un poco la boca, bajando solo el labio de abajo, mientras su pie ya está cómodo, tapando sus labios, sí, sus labios con el pie. ¡En la mesa no se hacen esas guarrerías, estamos comiendo!.

Sus dedos son muy ágiles, ¡que tendrá esta familia! cuanta destreza y habilidad de movimiento, con un dedo retira el tanga, y ese mismo, comienza a masajear. Es imposible, no puede ser… sus músculos se relajan, incluidos los de la cara...

“Que mala cara tienes, niña,¿estás mareadilla?”.

Retrepa su cuerpo en la silla, con la excusa del mareo abre sus piernas y ofrece todo lo que le está pidiendo. Sí, eso es, sí. “No te puedes resistir, mi ataque mordisco, es mi poder”.

No puede más, son momentos lentos, todo va a cámara lenta, está a unto de marearse de verdad, necesita aire…Va a la terraza de la cocina, a tomar el aire.

“¿Te acompaño, nena?”

“No, ya voy yo. Déjalo suegra.”

“¡¡No!! tú no, no me acompañes”, piensa, “yo necesito aire”. Y en la ventana, asomada para buscar testigos que impidan que él se acerque por detrás. Un abrazo puzzle con mordisco en el cuello la termina de rematar. Sus piernas no la sujetan, él se encarga de hacerlo, mientras la besa. Ella corresponde, “vienen mis padres, ¡no!” joder que hombre este, no tiene medida ni lugar.

Sus manos se mueven por todo su cuerpo, mientras la devora. Quiere comérsela, pero no es el momento, levantaría sospechas, ha de ser… cuando tenga que ser. Aquí se conformará con las migajas, con eso que los humanos llaman deseo. Gime como un animal, lo van a escuchar. No calla.

No es humano, lo sabemos todos, menos ella.

“Déjame ya”

“Espera, espera… Terminamos de comer, volvemos a casa y cuando duerman los niños, prepárate… que jugaremos a marcianitos, los dos, cada uno con su mando ¿si? hablaremos de nuestras cosas, ¿si?”

Ya se verá… Continuará… en NO ME PARECE ESPERAR

3 comentarios:

  1. madre miaaaa Lengua, nos tienes que dejar así????

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  2. así da gloria ir a comer a casa de la suegra¡¡¡¡

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  3. Fantasías de la lengua, nada más lejos de la realidad, pero... ¿ quien sabe ? quizás, la próxima vez que comamos con la familia ... todo sea bien distinto. Algún aliciente tiene que tener ¿ no ?

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