martes, 21 de junio de 2011

¿ NOS HARÁN CASO AHORA?

Escucho un golpe brutal, llantos de niños, gritos de viejas y muchos “¡¡Dios míos!!”.


Meses de denuncias sin respuesta, ninguneadas. La loca de la vecina conflictiva… la que paraliza las obras poniendo su culo sobre el cemento… No solo eso, apretando para hacer huella-culo. ¡Anda que lo que me costó sacar la mancha al pantalón!

Salgo a la calle, ¡que espectáculo tan espantoso! ¡Cuanto terror ante mis ojos! Jhonan, Raul y su hermanilla, bajo el muro. Brazos y piernas sobresalían de entre piedras centenarias y descomunales, sujetas durante siglos hasta que la mano de “el hombre” decidió desterrar, pero solo a medias. Una empresa que pagamos todos, un asesinato financiado con nuestros impuestos.

Dejaron a la luz sus entrañas, permitiendo que la lluvia, el frío y un árbol silvestre lo reventaran por dentro. Una montaña detrás del muro.

“¡Avisa al 061! ¡tú, a la policía! palas y manos aquí, ¡¡yaaaaa!!”

Ya no hay peligro, por fin. El daño está hecho.

“¡Alguien que baje a despejar de coches la calle! si no, no podrán pasar”

El primero en salir, Raul. Blanco, de polvo y miedo.

“¿Cómo estás? ¿Bien? ¿si? ¿Quien estaba contigo?”

“Mi mano y mi mana” balbuceó.

Raul tiene problemas con el lenguaje. Este gitano rubio, parece extranjero hasta cuando habla. Solo se crió en la calle; hoy quedará huérfano sin su “mano” y sin sus amigos del 15M que los acogían hasta ayer en la plaza.

Ahora de nuevo, la soledad de las calles. No hay que perder las esperanzas ¡los encontraremos! Sin descanso, todos con palas.... los albañiles abundan en mi barrio, con las manos, con lo que se pueda. Una pierna, sin vida… nada se puede hacer ya por ella.

Gritos de rabia e indignación alimentan la fuerza para conseguir salvar al último, al Jhonan. Puede que esté con vida, es un tío con suerte.

Todos los vecinos como siempre unidos, si hay que pelearse los primeros, para echar una mano igual. Mientras, Raul se acerca a su hermana, alguien lo aleja y la tapa con una mantita. ¡Ahora que tenían los tres tickets para la feria del barrio!. Yo se los di, con nota de aviso, “que no son robaos que son míos que se los he regalao”.

Tierra y sangre, sangre y tierra. Y piedras. Grandes. Aparece por fin. Se mueve, no ha muerto aún. No habla… no puede. ¿cámaras de televisión? ¿cómo se enteraron? ¡Que pregunta! por la frecuencia de la policía.

No llegan las ambulancias, se quedaron atrancadas en Fernando VI. Corren los camilleros, saben que el tiempo es oro. Jhonan no habla aún, pero respira. Le tapo la herida de su cabeza sin éxito. Por entre mis dedos sale la sangre, no puedo pararla... Su cráneo no está completo; noto el agujero, puedo sentirlo. Es ancho, pero profundo a la vez.

No lo va a contar. No, es imposible. ¡Que desastre!.

“¡Eh, Jhonan!, venga que se me ha perdío el Tuning. Cinco euros si me lo encuentras”

“¿Se ha perdío otra vez?”

¡Como es este crío! cinco euros son cinco euros, motivo más que suficiente para despertar. No paro de hablarle y provocar sus respuestas. Gime de dolor como los viejos.

“¿Qué ha pasao?”

“Qué un burro sa matao”

Sonrisa leve, se duerme otra vez… No, no, se va , se nos va.

“Jhonan, Jhonan…¿te acuerdas de la bromita que hacías a mi niño?. lo llamabas y cuando miraba le decías...”

“Chúpame la polla” – contesta.

¡Ay que ver como eres de mal amigo Jhonatan!. Noo, mira, que me dices ... ¡eehhh!,

Ya en la camilla, sigue hablando un poco. Lo atienden bien, otro facultativo sigue hablando... no lo cuenta... imposible ... no lo cuenta.

La prensa allí, chupándoselo todo. Menos mal que no les dejaron, si no se meten con el chiquillo en la ambulancia a gravar la muerte en directo. Agoniza. No lo cuenta…

Con las manos llenas de cortes de quitar piedras con rabia, sangre propia y ajena. Nauseas de ver la cara de la niña muerta... sin querer me enciendo. Es sin querer, que me pasa, pero me enciendo.

Hasta ese momento, no recuerdo las veces que avisamos que pasaría. Me enciendo, me enrabio y comienzo a despotricar tacos gordos:

“¡Me cago en Dios, en todos los Santos y en su puta madre de todos estos políticos que no hacen nada!, ¿que tiene que ser un aviso de bomba? Pues si hace falta, la pongo”.

Vuelvo a desear la muerte, tengo esa fea costumbre. Esta vez no se a quien, tantos morirían… tantos culpables, tantos responsables incluida yo. ¿Pude hacer algo más?

La rabia se apodera de mi, una cámara me mira, la golpeo y paro, no tiene la culpa ni ella ni su porteador, no tienen la culpa… ellos no sabían nada. Ahora si. Tarde.

Mi rabia tiene carga nuclear, la que me dan los niños. Apagarán las protestas de sus padres con dinero, pero ellos… los niños no verán un duro y se perderán las fiestas del barrio, se perderán la vida. Yo creo que se ha muerto ya el Jhonan.

El bate de béisbol sobre la repisa de la cochera. Tomarse la justicia por su mano, si, ¡que pasa!. No les dará tiempo a ver las noticias, yo se lo contaré… a mi manera.

No podrán escurrir el bulto. A un salto de casa, sus oficinas. Me sigue el cámara, “¡que me siga!, me van a dar lo mismo…”. Y allí está el aparejador sin palabra, el que se reía de mí en toda mi cara. Él y sus compinches y su constructor.

“Retírate niña, que no quiero hacerte daño.”

¡IMPACTO PANTALLA! ¡LIMPIEZA DE ESTANTES! ¡IMPACTO LAMPARA!... huyen los cobardes... ¡INSULTOS, GRITOS, LÁGRIMAS Y RABIA! Los caganets en el baño, la vecina loca enloqueció.

“¿Violenta yo? como te pegue con el bate en toda la boca te reviento esos hocicos de cerdo que tienes”

Y más ¡GOLPES, SUDOR, DESTRUCCIÓN, JADEOS ...! hasta que el cansancio se apodera de mi y relaja mis músculos y mi ira... me voy antes de que me pillen.

Al salir del portal entran ellas, las fuerzas del orden. Me acicalo el pelo, aquí no ha pasado nada. ¿Un café? no, mejor una tila.

Te llamo, “ven, tengo que hacerte unos encargos, antes de que me detengan. A mi madre no puedo darle el mal rato”.

“¿Qué has hecho? “

“Barranquerías... ya sabes”

Un año después, sentado en un poyete del Pato, lo veo. ¡Que cicatriz tan gorda en la cabeza!.

“Ven Jhonan, ven “. Le toco y su cráneo tiene una mollera a la izquierda.

“Si” – dice muy dirigente y rápido, como el habla. “Eso fue una vez que se rompió un muro ¿te acuerdas? ¿tutabas? Se murió mi hermana. Otra cosa te digo ¿me servirán los tickets que me diste?”

“¡Pues claro! voy yo contigo y bebemos juntos coca-cola original.”

Y así termina esta historia figurada, que espero nunca ocurra. Hoy presenté una nueva denuncia oficial, a un nuevo político de mi ciudad. Hoy enviaré este relato a todos los responsables futuros de muertes. Hoy de nuevo intento que no vuelvan a hacer oídos sordos… veremos si no tenemos que ver esta historia en la prensa. ¿La prensa? Debo informarla también… que luego no digan que fue un DÉJÀ VU.

Y para alejarlos del muro, algo hay que hacer. Como prometimos, el Centro Social Callejero ... sin nombre, ellos lo pondrán... está en marcha.


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