martes, 17 de mayo de 2011

LA DIETA DEL CUCURUCHO


No me gusta que mi casa huela a humo, así que mientras fumo en mi terraza, observo a  unos jugosísimos albañiles que trabajan en un edificio en construcción frente a mi ventana. 

¡Cada vez son más jóvenes!

Quizás sea yo la que cada día esté más vieja, o tal vez las dos cosas como es lógico. 

Fumando con la mente en blanco, no me doy cuenta de que los miro a cara descubierta, pero uno de ellos me descubre. Se cruzan nuestras miradas aunque no son nuestros cerebros capaces de asimilar la información, es demasiado temprano. 

Vuelvo a casa y lo reviso en mi recuerdo: 

Pelo largo,  motoso, oscuro, limpio y suelto, a pesar de estar trabajando en una obra.  Me recordaba muchísimo a un novio que tuve de joven.

Al llegar a su trabajo, se recoge en la nuca el pelo, luciendo sus brazos, fuertes, trabajados. 

Leva una camiseta verde militar que insinúa su pecho, fuerte, de albañil. Llena de manchas la ropa, se observa limpia pero vieja. Con esos brazos parece que llevara una talla S. 

Es alto, grande y acogedor. Da la sensación de que podría abarcarme con su pecho y sus brazos, como si fuera una oruga en su capullo.

***

- ¿Esa chica? Que hace mirándome así. No me deja trabajar tranquilo - pensó - Llevo tiempo sin hembra, que cerca estamos -¿voy? - se preguntaba- ¿O directamente a saco, la miro y le digo algo?

Se agacha con mucha facilidad y coge su herramienta con destreza. Como a todos los albañiles que se precien se le ve la hucha, desde aquí puedo verla… La hucha digo.

“¿Me voy? Ya terminé de fumar. Cargan por la carrucha, un puñado de ladrillos ... ¡que brazos! que cosas podrían hacer conmigo esos brazos.

“Se queda mirando, es evidente que le gusto, ya si que me lanzo. La miro”.

“Me mira. ¿le digo algo? ¿sonrío?”

“¿Me está sonriendo?, si, tengo que hacer algo”.

Desaparece de mi vista, se asustó. Bueno seguiré recogiendo los platos de la comida. Espera, ¿qué es eso ?

“Que morro tengo, o me llama o me ....”

En un saco de cemento vacío, vuelto del revés, con pintura blanca. ¿un número de móvil? Que morro tiene este chaval…

Ella lo mira, sonríe y se va. Pero, en su cabeza, sin querer lo va a memorizar. Y marca.

Desde mi ventana, ahora tras las cortinas, veo como contesta al móvil... en ese momento no tengo ni voz para hablar. Cuelgo enseguida, pero queda mi llamada perdida.

Salgo a la calle, rápido, para evitar más vergüenza. Necesito pan para la cena. Esta vez el panadero, más guapo que nunca ¡¡ Cuanto calor en el obrador !! O ¿seré yo, señor, seré yo?

“Que te pasa, ¿estás roja? ¿Has tenido un mal día?”.

Durante años, no se fijó en este panadero, no es muy fuerte, delgaducho, pero su simpatía ofrece todos sus encantos hoy. Le cuenta lo sucedido en confianza. No entran clientes hoy, está a punto de cerrar.

“Ya quisiera yo tener esos brazos, y que me miraras así”.

“Tú tienes otras cosas, cualquier mujer estaría alagada de ser tu amante”.

Amante… la palabra mágica. Ese panadero que echa pecho, sale del mostrador y se acerca. La mira con fuerza. La desafía y la desarma.¡¡ Dame todo lo que llevas encima!!

Música en directo, de contrabajo, suena para los dos. Ella no necesitaba mucho, ya venía calentita. Él aprovechó bien esta oportunidad y antes que se diera cuenta, le comía la boca. Poco a poco la acercó hasta la puerta, los carteles de ofertas no permitían ver la calle y de un empujón la aprieta fuerte contra la puerta. Se escucha la cerradura, cerró de un golpe, no le dio tiempo ni a poner el cartel de cerrado, pero la luz sí que se apaga, el interruptor estaba al lado.

Es su momento. Durante años hablaron, se rieron, nunca se preguntaron si ella o él podrían tener posibilidades. Ella tiene gustos muy canallas, él lo sabe, y para que intentarlo, es una buena persona. Rubio con el pelo fino y carita de ángel. Nada más lejos de los gustos de esta chica, pero hoy un golpe de suerte o de calor sexual, le hizo ganar la partida.

No era lo suficientemente valiente para aceptar la proposición de un desconocido por mucho que cumpliera el perfil y su panadero podría se una buena opción. Se dejó llevar…

Sin contener sus besos, sus bocas se masticaban, mordiendo, y chupando, lenguas y labios, labios y lenguas, boca con labio y lenguas.

En unos momentos estaban en el obrador. Una jarra de chocolate caliente se enfriaba en el mostrador de aluminio. Todo estaba ya recogido, pensaban cerrar. Poco a poco el desorden de ropa se hizo patente. Camisetas, ropa interior, todo. Estaban seguros, nadie interrumpiría esa escena. No tenían porque dejar nada en el tintero y como no, ver los cuerpos que durante años vieron con ropa era parte fundamental.

Desnuda, abrazada a él, frotando sus cuerpos, bañados en sudor, sudor de agua, de vapor de la cocción del pan, del ambiente del centro de trabajo. De un soplo, ella es muy delgada, una pluma de mujer, la sienta en el mostrador y acerca su sexo al de ella, levemente con miedo y vergüenza. Ella lo coge del culo y aprieta con fuerza.

“Nene, con fuerza, no ves que me gustan canallas, que timidez ni que niño muerto, soy yo, tu me conoces de sobra. Ya puedes liberar tu fuerza escondida todos estos años.”

En segundos la entiende y se vuelve sucio. Jarra en mano comienza a pintar su cuerpo, con un chorrito muy fino de chocolate caliente, tibio, leve. Ella, sujeta sus pechos impidiendo que el chocolate baje por su vientre.

El la mira y piensa “¿no me dejará que llegue donde yo quiero? Esa cara de traviesa… estos juegos no son nuevos para esta mujer”.

Se comen la boca, un lametazo al chocolate, a la boca otra vez. Ella, lo retira un momento y separa sus pechos. No necesitan palabras, el chocolate escurre hacia abajo y baja y baja, hasta llegar a su ...
“mmmm que rico, me encanta el chocolate... más si me lo das de tus labios”
Abre el izquierdo, el derecho y relleno de chocolate, con azúcar glasé.

“¡Que dulce para ti, Panadero, te lo mereces!”.

Por mi parte, la crema pastelera me pierde y he visto una manga para dibujar que puede hacer que esta noche no la olvides jamás. No podrás trabajar sin recordar y excitarte, tendrás que cambiar de profesión para poder relajar tu sexo al menos en horas de trabajo. ¿camarero quizás? Otro día por diosss, que voy a terminar en urgencias.

Que sofocón, se hizo de noche, con tanto trabajo en la panadería. Vuelve a casa, mientras revisa su móvil. ¿seis llamadas perdidas? Al voltear la esquina, sentado en el escalón de su portal con la cabeza entre las piernas, un muchacho, de pelo largo, melena suelta sobre sus hombros y un olor a colonia fresca que llenaba la calle. ¡Era él, su albañil!.

Terminó su jornada, se duchó y vuelta la burra al trigo… Tenía claro que ella, solo necesitaba un empujoncito ¿OTRO? Todo el día empujando fuerte, como a ella le gusta.

Sin mediar palabra, sin pensar en vecinos, se comen la boca, sin tan siquiera conocer sus voces, sus nombres, sus gustos.... ¿y la gente? Nada tenía que esconder, eran libres ambos. Ya en el portal menos tapujos, se tocan abiertamente e incluso comienzan a desaliñar su ropa. Baja el ascensor, un poco de reparo.

“Buenas, .... buenas. Tengo que hacerte una cosultilla, tu trabajas en ..”. 

Si fuera dentista ¿me pediría que le sacara una muela? ¡la gente como es coñoo!  

¡Qué expresión más falsa al vecino1 ¡qué ganas de que termine de hablar!, no escucho nada. Poco antes de que se cerrara el ascensor, un segundo para escandalizarle. Ella abre sus dedos desde su cuello hasta su nuca, amarra su pelo y estira, para evitar un beso.

Un mordisco. En un labio… Y lo libera.

Toda la noche juntos, dormir, seguir, dormir, vuelta otra vez a sus quehaceres. Estos dos no se conocen ¿para qué? no van a formar familia juntos. Solo es un calentón que no olvidarán jamás.

En pleno apogeo ella se siente mal, tanta excitación la llevó a urgencias. Vio la muerte de cerca, como corrían todos... una vía, un suero, otro enfermero en el otro brazo toma la tensión. Las situación es crítica, muy, muy alta, 22/13.

Era muy joven, no podía terminar así. Desnuda en una camilla, con olor a sexo, inmóvil, flácida pero consciente de su situación. No podía hablar, pero escuchaba todo. En parada ¿cardiorrespiratoria? No, era una hemorragia cerebral, un Tac de urgencias, ¡rápido, rápido! Llamando a neurocirujanos, preparando el quirófano para abrir el cráneo de esta pobre chica. A los familiares hay que avisarlos, alguien revisa su bolso, buscan en el móvil, es prevenida, tiene el contacto AA, es el primero en la lista para avisar en caso de urgencias...


La enfermera muy dulce, con paciencia infinita, no para de llamarla. Sabe que es el único lazo que la sujeta a la tierra. Ella la escucha desde fuera, ve como su cuerpo se aleja, pero la enfermera insiste. Pequeña, morena con el pelo motoso y muy guapa, por dentro y por fuera, da hasta el último aliento en su trabajo. Le gusta, lo disfruta, es un sueño hecho realidad, de siempre quiso ser enfermera. Mucha experiencia la avalaban, con niños con mayores, en centros de salud y ahora en urgencias. Muy sacrificado, turnos maratonianos, pero todo tenía su recompensa si conseguía sacar a alguien de la muerte, aunque fuera por aquella vez, lo necesitaba. Ese rostro no era desconocido, era la mejor amiga de una gran amiga. Lo sabía, porque el teléfono que aparecía primero, era el suyo, y le sorprendió encontrarla al otro lado. La llama, sigue llamándola indefinidamente, la llama por su nombre, varias veces,

“Despierta bonica… ¿me escuchas? ¿qué va a hacer ella sin su ángel de la guardia?, despierta por favor, serás la misma de siempre, esto es solo un mal sueño... despierta”.

“Y...¿ donde estoy ? En casa.”

Su cama bañada en sudor y su cuerpo completamente agotado, todo ha pasado… todo fue un sueño, muy, muy real, pero un sueño…

Una ducha, un lunes cualquiera de vuelta al trabajo y al salir, un saco de cemento vuelto del revés. ¡¡ Que agujetas tengo, madre mía, ni que hubiera estado toda la noche...!!

No puede evitarlo, le da una patada para darle la vuelta.... y.....es un saco en la basura, nada más.

“Los sueños, sueños son…” –pensó- “esto si que es la dieta del Cucurucho, dormir poco e imaginar mucho”.

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