jueves, 5 de mayo de 2011

SIGUEN ALLÍ, VIVOS Y COLEANDO (terror)

ANTES RECOMIENDO LEER ... ANTES DE MORIR

Suenan las campanas de las 7 y ya llevo un rato despierta. Al menos superé la frontera de las cinco horas, esto va pa mejor. ... todos los días echo mis cuentas, se ha convertido en un ritual... y como siempre, cubro mis tiempos de no poder hacer ruido en casa, con esto, con mis letras. Menos mal que te tengo querido blog, si no, estaría peor.


Siguen allí ¿recuerdas? Vivitos y coleando, tal y como me pediste querido lector, a través del Facebook de la Lengua. En aquel agujero oscuro. Han pasado muchos días, incluso meses.

Tantos meses pasaron que era inevitable su embarazo. Los seguían alimentado desde afuera, no entendían bien porqué. Suponían que querían criar para seguir alimentándose, o que la comida era abundante y les reservaban para después.

Dormían, acababa de conseguirlo, ya no conseguía postura cómoda, ya no podía respirar y tenía que dormir casi sentada. Una pirámide de sacos llenos de hojas secas conseguían que pudiera descansar. Muchos meses allí… muchos sacos con comida les tiraron.

Solo llevaba una hora durmiendo cuando de pronto, un pinchazo agudo y muy muy penetrante desde su interior la despertó. Se puso en pie y lo llamó “ya , ya por fin, ya están aquí”

Ella estaba convencida de que eran dos. Se tumbaba bocarriba y en su ombligo se hacía un gran crater. Sus hijos se separaban uno a cada lado ¡era evidente!, no necesitaba médicos ni ecografías, eran dos…

Él, incrédulo, no sabía que hacer y solo repetía “¿qué hacemos? ¿te duele?

No de momento, no… solo un pinchazo pero un mar de agua bajaba de pronto por sus piernas, incluso sin resbalar por ellas, directa al suelo.

Ella había escuchado que los partos múltiples solían terminar en cesárea, porque eran difíciles pero tenía la esperanza de poder hacerlo sola. No le quedaba mas remedio… También en su familia, tradición gemelar y partos naturales. Con suerte saldría de ésta.

Poco a poco comenzó a acelerarse el ritmo de los dolores. También el de su compañero. No paraba… nervioso, asustado, solo podía decir ¿te duele?

Mientras, ella presa de su dolor, no podía contestar, sus ojos se abrían afimartivamente, después lo tranquilizaba.

Entre dolor y dolor un desmayo pequeñito que hacía acortar las horas para ella. La hiperventilación, su única anestesia, sola. No le quedó más remedio que pasarlo. Con el único aliento de su compañero “que fuerte“ “que valiente“ “que burra, vas a parir como las antiguas” “ madre mía como se ponen las venas de tu cuello” sigue, que fuerte, eres la mejor...”

No le molestó ningún comentario, por burro que fuera, salían de su intensidad, de la emoción.

Esa noche no gritaba pero sus gemidos eran tan desgarradores que perdería la voz al día siguiente. Llegaó el momento, la sensación de querer empujar sin poder evitarlo. “Me tienes que ayudar” le dijo.

Colocaron las piernas como pudieron, para que descansaran y todo fue como una bocanada, como un vómito, como un impulso irrefrenable de empujar y sacar ese cuerpo fuera de ella… Una gran arcada y comenzó a salir.

“Descansa… espera” le decía él. “No… nooo, ahora noo , no descansaré, quítamelo”

Empujaba sin parar, para terminar la agonía. Podía oler la sangre, ellos, sus vigilantes, también la olían. Hasta ahora los habían dejado vivir pero tal vez a estos suculentos manjares no se pudieran resistir.

Un poco más, si… no podía parar. Hasta que de pronto, la mejor sensación del mundo. Si las mujeres pudieran vender esa sensación, se harían ricas. Sería la mayor droga del mundo. La más cara. Baja de pronto la presión de sus huesos a cero y un cachalote envuelto en agua sale de su cuerpo, dejando tras de sí un reguero de líquidos., tejidos y sangre.

Que escandalosos son los partos, que barbaridad… si son múltiples ¿te imaginas? más.

No lloró, solo un gemido,  como el de un gato escaldado, un gran grito y una carita pequeña entró en sus retinas de golpe. Una niña. ¡Es una niña. Le gritaba emocionado. Llorando. Con sus ojos hinchados por la presión y su cuerpo echado en agua, blanco, como cuando nos bañamos mucho rato y la piel se pone como un garbanzo.

Era extraña la sensación… el amor no es inmediato, mentira, es sorpresa y admiración por la naturaleza ¿cómo es posible?.

Pero efectivamente, algo seguía moviéndose en su interior. Ella se durmió de nuevo pero no se despertaba. “Despierta nena, no puedes dormirte ahora, está esperando el otro”. Envuelta en trapos, la niña movía sus bracitos para todos lados, pero no lloraba, eran unos brazos muy delgados.

Mientras, le agarraba la barriga, para que no se diera la vuelta, ella le decía “espera, espera, ya, ya… espera un momento, espera” “¿ya?” “Espera, espera... nooo espera”.

Otro pinchazo como el que conocía y vuelta a empezar, la maquinaria vuelve al inicio y sacas fuerzas de donde no las hay. Y otra vez, empujar y otra vez… pero más débil.

Este costó más trabajo, el segundo en nacer es siempre mayor.... de tamaño.

Abrazados los cuatro, llorando, emocionados, asustados, a la espera de saber si tendrían la venia o serían ejecutados de momento. Una familia, en un momento. Increíble…

Pasaron los meses, continuaban vivos y coleando. Dedicados a sus hijos, a sus juegos, también a jugar entre ellos. Compenetrados como en una burbuja, no les quedaba más remedio que llevarse bien. Pero además, el amor surgió de verdad, estaban tan agusto juntos. ...

Los niños crecían poco a poco. Ajenos a todo. Sonrientes, preciosos.

Una noche, mientras dormían, ella despertó, su camastro estaba vacío. Un mal presentimiento golpeó su pecho. Se los llevaron, noooo, no puede ser, nooo. Para eso los querían, para que les dieran muchos hijos. ¡¡Noooo!!.

Su dolor se volvió esperanza, al escuchar sus balbuceos. ¿donde están? miró hacia arriba y estaban juntos,jugando con una florecilla, a tres metros del suelo, agarrados a aquella pared. Ahhh, ¿como llegaron hasta allí?. Les gritaba pero no podía alcanzarlos, y ellos ajenos, seguían su juego. Hasta que se quedaron inmóviles al escuchar la voz de su madre. Sabían que hacían una trastada, a pesar de ser tan pequeños, solo cuatro meses. Venid aquí por favor ...

Los niños comenzaron a volver sus cabezas, poco a poco, lentamente. Su giro no parecía normal. Sus cuellos eran demasiado flexibles. Un terror recorrió su cuerpo, cuando vio sus cabecitas volteadas totalmente y sus ojos, negros con las pupilas dilatadas totalmente, como las de los muertos.

Dieron un gran salto sobre su madre que calló al suelo, a la vez que exhaló un grito desgarrador como un acto reflejo. Estaba petrificada.

Sus cabecitas en su pecho y al mirarlos de nuevo, estaban perfectos. Como siempre, sonrientes, cariñosos, normales ... humanos.

Un mal sueño, pensó, no ha sido más que una pesadilla.

Los bebes, comenzaron a mamar, siempre lo hacían juntos. Si uno de ellos mamaba solo, lo hacía incómodo como si le fueran a quitar la comida, mientras el otro se quejaba porque no le dejaría nada. De manera que su madre decidió que mamarían juntos, así los dos estaban tranquilos y mientras, se tocaban sus manecillas y se hacían tonterías para entretener la comida.

El masaje que realizan para sacar la leche produce un sueño tremendo. Y se durmió.

Al despertar, sus hijos dormían en sus brazos, pero alguien continuaba el masaje. ¡Qué travieso! que cara de malvado ponía cuando la deseaba. Si hubiera mantenido esa cara mucho tiempo el terror la invadiría.

Besaba sus pechos, succionaba, mientras la miraba desde abajo con esos ojos que la ponían tan excitada. Pero esta noche era distinto. Su mirada se mantenía todo el tiempo. Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando sus ojos, de repente, cambiaron el ton, ... no ha sido su imaginación, es de nuevo él. Sus besos la hicieron olvidar esos ojos. Frente con frente, ojos con ojos.

Cuando de pronto… ya no hay duda, viene por mi, se retira un metro para embestir con fuerza, no hay tiempo para pensar....

De un gran zarpazo, le segó la yugular y comenzó a devorarla.

Como iba a imaginar, mi querido lector,  aquella chica, que la única en caer en la trampa fue ella, que aquél muchacho, era tan solo un cebo que ella mordió.

Sus niños, cambiaron de dieta esa noche junto a él, dos pequeños se iniciaban en el ritual de la caza, y devoraban a su propia madre…

.... meses después.

“Qué mellizos tan preciosos... siempre los veo solos ¿y su mujer?” “Murió en el parto, desde entonces solo vivo dedicado a ellos” ....

Perpetuar la especie, expandirse ... y sobre todo no dejar testigos....

CONTINUA EN ... ESTOY A TU SERVICIO

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