martes, 19 de julio de 2011

¿ PORQUÉ A NOSOTROS?

¿Por qué a nosotros? ¿Por qué nos tienen que pasar estas cosas a nosotros? Bueno, la respuesta era clara, hoy no había nadie más. Pero… ¿por qué?. Porqué al llegar al albergue en la ciudad no quedaban plazas, no nos pasó nunca, si no hay cama, catre. ¿Quién era aquella mujer que nos acompañó hasta allí?. ¿Por qué esa voz tan misteriosa?, no nos percatamos antes. Ahora, si. Atamos cabos. Era una mujer extraña. ¿por qué terminamos en aquel albergue vacío?, ¿por qué el otro lleno si no había tanta gente en el camino?. Si, no nos encontramos con ningún grupo. Nada. Claro que vamos caminando con metros de separación y ya no nos vemos. Pero… era todo tan extraño.

Costó trabajo abrir la puerta de la habitación, estaba encajada a golpes. Al abrirla, se descolgó de las bisagras y se arrastró un poco por el suelo. El más valiente de los tres, fue el primero en mirar. Arañazos y golpes recorrían toda la puerta, el marco y la pared. Suciedad, algo de sangre, restos de pared y virutas en el suelo.

A pelotón, todos juntos, con sus mochilas colgadas, avanzaban por el pasillo. El primero de frente, el último de espaldas cubriendo la retaguardia. Rompieron una silla para utilizar sus astillas a modo de puñal y estaca. No tenían más. Eso y la necesidad de salir de allí.

No encontraron resistencia, poco a poco fueron recorriendo el camino a la puerta, sin escuchar nada. Algún sobresalto si, pero solo motivado por su imaginación. Nadie les detuvo. ¿por qué? Quizás tenían una misión encomendada. Aquella nota, lo decía claro. “No dejéis que se la lleven”… ¿a quién? ¿a qué?.

Atravesaron el bosque como un relámpago. ¡En tres días terminan el camino con esa adrenalina!. Llegaron jadeantes y asaltaron a la primera persona que encontraron. Un hombre mayor que los escuchaba atentamente, pero que además no mostraba ninguna sorpresa. Como si fuera lógico todo lo que le contában.

“¿En el albergue monasterio dormisteis?¿no conocéis las leyenda? Cuando el río suena…”

Ya se fue, con su caja de fruta recién cogida, con los primeros rayos del alba.

Desayunaron y continuaron caminando. Intentaban hacer bromas para entre todos pensar que fue un sueño, pánico colectivo y en realidad había sido una noche como otra cualquiera. Hasta que al llegar a la próxima parada, la noticia corría como la pólvora. Habían robado entre otras reliquias el Códice Calixtin, del monasterio que llevaba el nombre de su anterior parada.

No se lo podían creer, ellos fueron testigos del robo. Y alguien les pidió ayuda para que no se lo llevaran.

Al caer la noche, vuelve el sueño y los malos sueños. No querían dormir. Todos juntos apretaos. Intentando olvidar.

No recuerdo si estaba ya durmiendo cuando la escuché. La voz de aquella niña me estremecía. Cantaba o rezaba. No lo se bien. Pero al finalizar su canto, escuchaba mi nombre llamándome. “despierta, despierta, estoy cerca”.

Abro los ojos, me incorporo de golpe y de pronto observo que estamos los tres igual. Nos miramos, sobran palabras. Los tres, la escuchamos a la vez. No nos atrevíamos a contarlo.

“¿ Has escuchado eso?”

“¿Yo?”

“¡Has sido tu cabrón!”.

Vuelven a dormir de Nuevo. Esta vez, fue peor. Mientras dormían, la sensación de frío fue en aumento. Cada vez estaban más acurrucados, intentando dormir. Hasta que flass, un jarro de agua fría en la cara, helada.

Al despertar, nada. No había agua, pero eso si, los tres a la vez se volvían a mirar. Sudorosos, a pesar del frío. La ventana cerrada, y el calor de la habitación era insoportable. Pero su piel estaba fría, sus cuerpos destemplados y todo el vello de punta.

“Tenemos que hacer algo, nos perseguirán si no lo hacemos.”

“Está bien, veamos la cobertura, a lo mejor podemos llamar a alguien, que nos ayude”.

En tierra quedaron dos amigos, que se entusiasmaron con la historia. Lo creían, normal, ¿por qué habrían de mentirles ? desde casa, fueron transmitiendo toda la información que circulaba sobre el robo en internet. El objeto más valioso y del que más se hablaba era el Códice, pero junto a él, se llevaron multitud de objetos, copas, reliquias, y objetos valorados en muchos millones. Pero además una curiosidad… en el monasterio se conservaba el cuerpo incorrupto de una niña. También había desaparecido.

Les impactó la foto que recibieron de sus amigos. Es verdad, estaba dormida. El cadáver contaba con varios cientos de años y parecía que dormía.



Conocemos los vehículos, podríamos ayudar. ¡Tenemos que encontrarla!. Acudieron al puesto de la Guardia Civil, la autoridad más cercana. Era un pequeño despacho, en el mismo ayuntamiento y centro de salud. Era tan pequeña la aldea, que solo contaba con un edificio público. Al entrar en la oficina ¡sorpresa! era una chica. Morena, con cara ruda, pero preciosa. ¡Que bien le quedaba el uniforme a esta guardia!. Si para ser su pareja me tengo que meter en el cuerpo. Hecho. Pensé.

Nos escuchó todo el tiempo atentamente. Claro es que solo le contamos lo ocurrido de forma natural, el robo. Todo lo demás, ¿para qué?. No nos creería. Describimos los vehículos, los bultos que recordábamos, más o menos cuantas personas eran y que una mujer los dirigía… Pero nos sorprendió una pregunta.

“¿Nada más? ¿no sucedió nada más? Sabemos que en ese monasterio ocurren cosas, porque nos han dado varios avisos. Hemos sido testigos de cosas, raras… extrañas. ¿ no os ocurrió nada de eso?”

Nos miramos, y consignamos. Con la cabeza uno, otro con palabras: que yo sepa no, mientras el otro hacía el aspersor de agua.

“Bueno, tendré que pedir refuerzos, mi compañero está de permiso. Pero mientras viene y no, seguro mueven la mercancía. Iré a echar un vistazo mientras.”

“¿Sola?” le dijo el más cobarde.

“Claro, mientra viene mi compañero”.

Se puso la chaqueta, mientras los acompañaba a la puerta dejando ver sus armas. Las de fuego y las otras.

Se despiden y caminan en contra dirección. Ella, llaves del coche en mano, va pensativa hacia el coche. La mala conciencia le puede sobre el valor. Y pega un volantazo a su camino. Vuelve y golpea la ventanilla del acompañante. Ella la baja:

“¿te acompaño?”

“Es peligroso, solo serías un problema”
.
“Bueno, yo ya me ofrecí.” – solo un paso le dejó dar.

“Bueno, no me vendrá mal tu ayuda”.

Abre la puerta, se sienta, se pone el cinturón y sonríe tímidamente. Ella corresponde con una sonrisa de agradecimiento. Suficiente.

Segundos antes de entrar en el camino de tierra del albergue, ven como sale un coche.

“Esaaa, esa es la furgoneta, esa es… volverían por más, síguelos”.

Lo siguen, despacio. Esperando que pronto pare. Y no es así. Kilómetros y kilómetros de distancia les llevan a un puerto. Avisados ya los refuerzos por la radio del coche. Pero no han de perder la pista de la furgoneta, ni levantar sospechas, para que lleguen a su destino, donde seguro está el resto.

Oscuridad en el puerto. Apagan las luces del coche, para continuar hasta donde es posible. Para el coche. Se quita el cinturón y abre la puerta.

“¿Qué haces? ¿que haces?”

“Bajar, hemos de ver donde está. El puerto es muy grande y hay muchos contenedores. Debemos saber donde lo tienen”.

Permaneció en el coche, con cinturón y todo. Mientras ella, se alejaba. ¡Que mujer!, yo creo que no piensa lo que hace. Penar. Que hacer. Soy un civil, ella cobra por este trabajo. ¿y si me necesita? ¿y si me pillan solo aquí en el coche?

“Espera, espera, voy contigo” - Le dijo con mucho sigilo… continuará.

Fantasmas, espectros, historias de miedo, historias que a veces se hacen realidad.

2 comentarios:

  1. Simplemente A-CO-JO-NAN-TE...voy en busca de algo para abrazarme y a sacar las mantas en pleno julio para dormir tapado hasta la coronilla...

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  2. ¿SUSTO? Susto para los protagonistas, jajajaj.

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