Vuelvo al periódico tras mis vacaciones. Piel canela, no chocolate. No me gusta el sol. Protección del 50 y palmeras. Me muevo cual araña buscando la sombra. ¿no se me nota en la piel? Huele, no mires, huele…. huele a sexo. A noches de despedidas sin adioses, con besos, con tiempo, sin prisas, sin pausas. Y se fue. Ya no lo veré en muchos días.
Su recuerdo en la redacción, vacía de noticias por el verano, me hace retorcerme de coraje y deseo. No puedo hacer nada, estoy trabajando y partirá cuando yo termine. Pero saber que está aún aquí, en la ciudad, despierta mis ganas de él. Mi sexo se calienta, necesito ir al servicio ¿vicio? No, es ternura e imaginación.
Casi puedo imaginarlo aparecer por la puerta y con un golpe de cabeza indicarme el camino al baño. Lo veo por todas partes, voy a mear, ya no puedo más.
Abrí la puerta y no puedo creerlo ¡¡Es él!!
- ¿qué haces aquí ?
- ¿por qué tardaste tanto? ¿no me viste?
- No
- ¡venga ya! No te hagas la encontradiza. Me viste perfectamente.
- No, de verdad, pensé que era mi imaginación.
- Si, imaginación, ven aquí, tócame, bésame, a ver si soy de verdad o no.
No se percatan de donde están, piensan que están soñando y no se dan cuenta. Por la ventanuca de ventilación, todos en el despacho contiguo lo escuchan. Todo.
- Háblame nena, como tú sabes... mírame. Utilízame...
Al principio, risas y caras de sorpresa de sus compañeros. Pero poco a poco los músculos faciales se relajan colectivamente y todos callan. Nadie está dispuesto a frenar la escena. Será la comidilla de la oficina durante años. Nuevos periodistas entrarán y después de enseñarle su mesa, le dirán, y por esa ventanuca una vez...
Respiración profunda mezclada con carraspeo de garganta. Es un macho quien jadea, ¿está sola? no puede ser, hay alguien con ella. Otro jadeo más tímido e inocente se escucha al unísono. No está sola, ¡que morro!. Antes de que pueda articular palabra de protesta por la escena tan inusual, sus voces se apagan por el deseo de estar en su pellejo.
Ellas mueven sus pubis en la silla, hacen como que trabajan y no escuchan nada.
Ellos… se miran, no pueden levantarse su pantalón los delataría, se miran, no saben que hacer. Uno no puede más y se va solo al otro baño, tiene cerca a su compañera, que contonea sus caderas, inmóvil. Años deseándola, oliendola, a su pelo con la excusa de una consulta en su ordenador. No puede mirarla, ella también calla y hace como que trabaja. Continúan los sonidos, las palabras, los olores, e incluso pueden verlos. Ventana indiscreta que actúa hoy como transmisora. Alguien decide avisarla, de todo lo que se oye al otro lado de la pared. Es amiga, debe impedirlo.
- ¿estás bien?
- Si, si, mareada, algo me sentó mal.
- Si, si… mareada. Tienes que salir, llamaron urgente. El fotógrafo te espera, tienes que cubrir una noticia de un muro en no se donde. Se desplomó y ha pillado a tres chiquillos... es urgente.
- Vale, vale, me lavo la cara y voy.
Al volver del aviso, la redacción está desierta. ¿Que pasó? ¿Un desalojo? Todos buscaron cobijo entre las máquinas, servicios... papeles y tintas. Edificio grande con huecos para todos, solos y acompañados. Todos desaparecidos.
Ella lo siguió al baño y antes de que cerrara la puerta solo, puso el pié y le acompañó. Años de deseo contenido de ambos terminaron por la indiscreción de una loca compañera que no tiene nada que perder ya. Nada la sujeta. Nadie la sujeta. Vuela libre como cometa y él, solo la mira, la escucha y la mima.
Nadie podrá frenarla. ¡No está cuerda la loca. No está loca ni ná, la cuerda!. Nadie sabe donde terminará su locura.
Y al día siguiente...
Silencio y normalidad. Todos tienen algo que ocultar. Coartada conjunta para los amantes, nadie cuenta nada aquí, ni a nuevos ni a nadie.
Todos agradecidos, desde ese día... ¡que ratico tan bonico!.
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