Cuantos sonidos en aquel hangar, cuantas luces y sombras. Cuanta humedad, cuanta suciedad, ¡que olor!. A pescado y a sal, a gasolina… es el vertedero de los olores.
No me separé de ella, me siento protegido. No solo por ser la representante de la ley y el orden, sino porque se ve que es valiente, a pesar de ser relativamente corpulenta; solo brazos fuertes, el resto más bien delgado.
La observo, pegó un repullo. Ha encontrado algo, me hace señales con la mano para que me esconda. Saca una especie de busca, del bolsillo y lo activa a toda velocidad, mientras intenta sacar su arma.
Nooo, la atraparon, la golpean brutalmente y la cogen como si fuera una muñeca. Ya de pie, ella se defiende. Técnicas de defensa, es la verdadera arma, madre mía no pueden entre los dos con ella. Siii, vamos, corre, puedes conseguirlo ¿pero porqué no la ayudo? Voy a salir.
Justo cuando me decido, ya son tres y cuatro. Ya la atraparon. Estoy a la vista, quería salir y ella con los ojos muy abiertos me hace gestos, para que vuelva a esconderme. Me dice una palabrota vocalizando sin sonido. Me escondo y veo sus ojos de miedo… ya si está perdida. Sabe que no volverá. Sus ojos. No puedo mirar. Como perros que atacan a una perrilla chica. ¡Como puedo ser tan mierda!. No salir. Esperaré la ayuda, ya está pedida.
Cuantos sonidos de nuevo, lloro en silencio. ¡Cuanto sonidos y olores! No abro los ojos, no puedo, me invade el miedo. Se apodera de mí. No soy valiente ya lo dije.
Entre los sonidos un susurro, un canto, dulce y lento. Es el canto de una dulce niña.
Susurro al principio, cada vez mas claro,¿escucho visiones?
Agudizo mi oído, escucho la metra, dice:
“A DORMIR, A LA CAMA VOY…
Y MI CORAZÓN A DIOS DOY,
Y SI ME MUERO ANTES DEL ALBA
QUE DIOS PROTEJA MI ALMA”
Un susurro que se repite, cada vez más alto. Me muevo, lo busco y continúa. Me alejo y se disuelve, no es por aquí.
Cambio la dirección y sigue alzando la voz.
A DORMIR A LA CAMA VOYYY…
Cada vez más alto, me estoy acercando. Cada vez más rápido, la niña se está acelerando.
“ADORMIR ALACAMAVOY YMI CORAZON ADIOSDOY Y SI MUERO ANTES… “
Me llama, la escucho y mi cobardía desaparece, se que ella me protege.
Ya veo el contenedor, resuena su voz como si cantara con eco dentro. Pongo la mano en la pared exterior. ¡Bingo!. Suena el silencio. Se calló,ya me guió, ahora tendré que hacer yo.
Trepo por una escalera de hierros oxidados por el salitre. Despacio, despacio, no deben escuchar ningún ruido. No tengo miedo ¿por qué? Miro hacia arriba, tiene algunos peldaños rotos, continúo. Miro de nuevo y un pequeño golpe de terror atiza a mi corazón. ¡Es él!.
El mensajero que encontré en la casa, el de la nota, el que me pidió que no dejara que se la llevaran. No tengo miedo, se que está conmigo. Se que está con ella. Aliado, no se… Solo está para que sepa que me dará su fuerza.
Encuentro un tragaluz, miro. Mi cabeza hace una sombra en el interior, la luna me delata, he de ser cauto, tener la cabeza fría y camuflarme como un militar de los cuerpos especiales. Yo, que soy, un pensador… no puedo con la violencia. No soporto ni siquiera la defensa. He de ser como un fantasma, sin cuerpo, todo alma.
Allí está, en el suelo, en posición fetal. Con los puños y tobillos atados. Y toda la cara ensangrentada. ¡Que bestias! quisieron matarla a golpes, y la dejaron para que muriera sola. ¿Está muerta? Sin sentido. Muerta por ser una posible testigo.
Desde aquí veo una oficina, en alto, pegada al techo de la nave. Yo ando, voy andando despacio hasta ese espacio y me encuentro una ventana. La abro. ¡Que fácil! ¿donde está la trampa? No hay nadie aquí. Polvo en todas partes, lleva mucho tiempo abandonado, no hay actividad comercial aquí. Ahora la veo más cerca. No se mueve, estará muerta.
No, no lo está, se retorció de dolor y volvió a desmayarse. Me armé de rabia y me desarmé al ver al enemigo. Hombres armados dispersos por toda la nave. Contenedores de madera custodiados con tesoros robados. Es una gran familia. No son cuatro locos desordenados, están organizados militarmente. Sus ropas, sus armas… no disimulan sus intenciones.
¿Que puedo hacer? No tengo ni idea. Un armario se abre de golpe. ¿Eres tú? ¡Vienes en mi ayuda!. Me acerco, con miedo aún. Armas. Chalecos. Es su almacén. Los aniquilaré uno a uno, mezclándome entre ellos.
Un rifle con mirilla telescópica y silenciador. Esto va a ser más sencillo de lo que pensaba. Imaginaré que estoy con uno de mis videojuegos de guerra y dispararé a matar. Detrás de un contenedor, está solo. Apunto. Al suelo. Nadie se percata.
Continúo escogiendo con inteligencia. Y caen… otro par.
Antes de que descubran a ningún cadáver, bajo las escaleras sin esconderme, de nada serviría. Soy uno de ellos, nadie echa cuentas. La golpean ya en el suelo. ¡No tienen corazón!. Yo tampoco ahora. Mi alma asesina, comienza a defenderse.
Al llegar a su altura, ráfaga a discreción y caen un montón. Pero quedan muchos más. He de defenderla o le darán el tiro de gracia. Pronto llegarán todos los perros, a defender su hueso.
¡Ehh, estoy aquí! vine por ti, nena. Despierta, despierta, despierta…
Arranco con un machete sus ataduras, pero no responde. Cojo su cara con mis manos, no hay tiempo, “tenemos que salir de aquí”. No comprendo cómo no vinieron refuerzos. Ahí llegan, estamos atrapados como rata joven ante un gran gato. ¡Muchos gatos para nosotros!. Disparo sin mirar, no tengo ni idea de cómo quitármelos de encima. Y ellos contraatacan con certera puntería. Estamos muertos….
No, es él. Viene en nuestra ayuda. Era el momento de intervenir. No pude dejar que no cumplamos la misión. Pudo hacerlo desde el principio. Pudo evitar que ella sufriera hasta llegar casi a morir. O no… Es el lazo que nos une con él. El lazo de la muerte. Su roce hizo que apareciera.
“Despierta, vamos, no puedo hacerlo sin ti”. – por fin reacciona. Me mira, sorprendida.
“¿Quién eres?” – no consigue reconocerme, los golpes y mi indumentaria la desorientaron.
“Vamos, tenemos que buscarla. Ya la escucho cantar. Por aquí, venga. Ven”.
Se escuchan de fondo los gritos de terror y muerte. Disparos con sus propias armas. A sí mismo… entre ellos. Todos ven una sombra, un alma aniquiladora. Pero en realidad, es una locura que les sobrecoge, y solos se van aniquilando unos a otros. Hasta que se hace el silencio.
Se escucha el canto, de mi niña. Te devolveremos a casa. Abren un par de cajas de madera cercanas con un cincel. Son objetos religiosos de todo tipo: Libros, pergaminos, y santos. Está al lado cantando. Rezando. Abren su caja. Dentro está en su urna... protegida, intacta, como hace varios siglos.
Era la misma niña de la foto, pero parecía que esbozaba una tímida sonrisa.
Quizás esta niña en vida, ya tenía amigos entre ellos, los fantasmas que la protegerán después de su muerte.
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