jueves, 12 de enero de 2012

AMBIENTE FANTASTICO

Un campamento sin ambiente fantástico no tiene gracia. Es como una tarta sin chocolate, bueno, te la comes, pero siempre le faltará algo. No es lo mismo vivir en tiendas de campaña rodeados de pinos y ciervos, que vivir en un barco rodeado de tiburones, o vivir en un campamento de nativos norteamericanos, o vivir en un campamento gitano, o en uno de músicos…

No es lo mismo que te cuenten cuentos de caperucita o los tres cerditos por la noche, a que los cuentos sean de todo lo que has vivido durante el día, pero más fantástico, y que salgas tú en el cuento, y que le recuerdes a la narradora algo que ocurrió y que no has contado, y que todos los niños y niñas salgan en el cuento, y las mascotas, y así hasta caer dormido.

– ¿Bizcochito estás dormida? – no contesta, ya cayó otra - ¿Alex, estás dormido?
– No, yo no Pocagua, sigue, sigue que no me he dormido.
– Pero  los otros once si, así que, como manda la tradición tú seguirás el cuento solo. ¿Recuerdas cómo te enseñé a soñar, con lo que tú quisieras? Sigo el cuento para ti solo un rato, y luego tú la sigues. ¿Vale?... entonces Alex cogió su espada y lanzó un grito…

Aquel campamento teníamos que superarnos, teníamos que pensar algo, aún más fantástico. Solíamos ir al comedor remando en nuestro bote en los campamentos piratas, mirando por nuestros catalejos de cartón del papel higiénico, asaltábamos la cocina por el chocolate y las chuches, con nocturnidad y por su puesto planificación. Siempre con un mapa dibujado con un palo sobre la tierra. Levábamos hasta las últimas consecuencias el ambiente, y si éramos los 101 dálmatas, nos meábamos en las mochilas.

Pero aquel año, nos inventamos una máquina del tiempo, para poder viajar. Entre cartones, papel aluminio, yogures como botones, botes de todo tipo, sprait de colores, fabricamos una máquina que conseguía que cada día, aparcáramos en un sitio diferente. Cada día un ambiente. Tras activar la máquina, con nuestros botones, siempre siguiendo las indicaciones del general, debíamos girar nuestros cuerpos muchas veces, para luego pasar por el túnel de la máquina y llegar, algo mareados al otro lado.

Aún recuerdo los cepazos contra los árboles, y las caras de mareo, esperando ansiosos el momento ¿Dónde estamos? Aterrizamos en muchos lugares, tantos como días pasamos de campamento:  poco después de producirse Big Bang, el enfriamiento y como bacterias … otro día nos hicimos científicos e inventores… pasamos un día por los años sesenta, donde todos hablábamos muy despacio y con los ojos muy cerrados. En la comida, en los juegos, en el baño, en todo, nadie debía olvidar que estábamos en una comuna hippie y que todo era Paz y Amor….

 Y el Plus pa el salón.

Otro día os contaré aquella vez que llevamos una tele de pantalla plana gigante…

Pero eso será otro día.

PROPUESTA: en a casa, hay muchos niños que tienen tubos de esos de tela por el que pueden pasar y aterrizar en otra época, o meterse debajo del edredón y al salir encontrar otro ambiente, o en el armario… todo es cuestión de que juegues con ellos y que lo pases en grande, porque no sabemos lo que nos perdemos

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